El próximo 31 de agosto, en 119 días, las autoridades del Ministerio Público: el Fiscal General, Óscar Chinchilla y el Fiscal Adjunto, Daniel Sibrián, cerrarán su fatal mandato entre crímenes impunes, fiesta golpista y una larga lista de pecados; el tiempo corre y el 1 de septiembre el defensor de los hondureños se sacudirá a dos fiscales inútiles.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. El Ministerio Público hace mucho perdió su esencia de ser, tiró a la basura el primer mandato que le dieron sus creadores hace 30 años: “Representar, defender y proteger los intereses generales de la sociedad”.
El próximo 31 de agosto, las autoridades del Ministerio Público: el Fiscal General, Óscar Chinchilla y el Fiscal Adjunto, Daniel Sibrián, cerrarán su fatal mandato entre crímenes impunes, fiesta golpista y mucha deuda social, inoperancia y exagerada corrupción.
Chinchilla fue reelecto por el Congreso que controló el dictador Juan Hernández, extraditado a Estados Unidos en 2022 por narcotráfico, y fue complemento junto a la Corte Suprema de Justicia (CSJ) para asaltar y destruir el Estado de Derecho en el país, tras campañas de sectores “civiles” que avalaron a Hernández “por un fiscal 5 estrellas”, y en respuesta, Chinchilla conspiró junto al presidente de la CSJ, Rolando Argueta, para dar garantías de impunidad a corruptos y traficantes de droga, según ha confirmado la justicia de Estados Unidos.
En ese complot que incidió en vulnerar la vida de millones de hondureños, se destaca la complicidad para evitar llevar a juicios a personas acusadas por corrupción y tráfico de drogas ya condenados en EE.UU.; además, Chinchilla sigue “inactivo” para bloquear actividades de su partido, el Nacional, aun cuando se evidencia en la Corte Sur de New York los nexos criminales para sabotear la voluntad popular y la Constitución de la República en 2013 y 2017, años de fraudes electorales.
La lista es larga y el tiempo corre, el 1 de septiembre el defensor de los hondureños se sacudirá a dos fiscales inútiles para los intereses de Honduras; en tanto, Chinchilla y Sibrián tras su paso dejan enterrado el difunto Ministerio Público.
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