Es noticia falsa la preocupación ambiental de la prensa tradicional por el anuncio del Gobierno Castro que construirá una cárcel en la Isla del Cisne adonde irían criminales de alta peligrosidad; lo cierto es diferente: Estados Unidos tiene presencia en esa isla desde 1893 a través de United Fruit Company, años después, en 1972, la CIA instaló un centro de operaciones y espionaje contra la revolución cubana, después se extendió para vigilar Nicaragua y Venezuela.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. La Islas del Cisne fue descubierta en 1505 por el capitán general Diego Porras. En su momento, recibió el nombre de “Swan” en memoria del insaciable ladrón y sanguinario pirata inglés, Charles Swan que, junto a una horda salvaje de 200 filibusteros se dedicaban a saquear Centroamérica, México y las costas de Sudamérica; después cruzó el Estrecho de Magallanes con rumbo a Oceanía. Ahí lo asesinaron por ladrón, con todo y barco lo ahogaron en el fondo del mar.
En 1857 que Estados Unidos, a través de John Valentine White, estableció la Ley de las Islas Guaneras que le permitió tomar el control de la Isla, para posteriormente, en 1893, pasar a ser asentamiento de la United Fruit Company. Ya para 1932, EE.UU. instaló un equipo meteorológico y radares bajo mando de las agencias de espionaje estadounidenses, donde más tarde se creó la Radio “Swan” como símbolo del propósito de EE.UU. en esa y desde esa región de Honduras.
Es así como en 1970 las Islas del Cisne eran reclamadas tanto por los gobiernos de Honduras como por los Estados Unidos, aunque de facto estaban bajo el control de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). La emisora “Swan” se convirtió en el vocero de la contrarrevolución cubana, propagando calumnias contra el pueblo cubano y sus dirigentes revolucionarios.
EE.UU. cedió el control soberano de las Islas a Honduras, pero con el convenio de que en el lugar se mantendrían las instalaciones de telecomunicaciones y equipo meteorológico norteamericano.
Con el anuncio por parte del gobierno de Xiomara Castro de la construcción de una cárcel de máxima seguridad en las Islas del Cisne, grupos opositores han contrariado la decisión argumentando que el proyecto no sería amigable con el medio ambiente y dañando un territorio protegido.
En análisis que hace a EL LIBERTADOR el vicecanciller de la República, Gerardo Torres, el discurso contra la construcción de la cárcel de máxima seguridad en la Isla del Cisne, que albergará los reos de más alta peligrosidad, es movida por los intereses geopolíticos de Estados Unidos en la zona.
“Donde se sabe, hubieron operaciones de la central de inteligencia y otros aparatos, donde se planeó ataques contra Cuba e islas del caribe así como regiones del istmo. Entonces, donde se sabe, la Isla del Cisne no era una zona virginal deshabitada, sino un centro de operaciones estilo militar de Estados Unidos”, puntualizó Torres.
Torres destacó que el trasfondo está en que EE.UU. aún mantiene su presencia en el sector. Durante la gestión de Juan Orlando Hernández, hoy preso en el país estadounidense, se habilitó un espacio para la Fuerza Naval de Honduras, con el objetivo de dar “seguridad en la navegación en la zona costera de las Islas del Cisne”.
Geográficamente, la Isla del Cisne –propiedad soberana de Honduras desde 1972– limita al sur con el departamento de Gracias a Dios, al este con los Bancos Oceánicos del Caribe Hondureño Oriental, en el oeste limita con Belice y al norte, con Cuba, acérrimo rival de Estados Unidos.
“Antes no se dijo nada de la Isla, la derecha reacciona por al menos tres cosas visibles; 1. Porque perdieron el control de las cárceles, piezas fundamentales para su control del crimen organizado; 2. Porque ese pedazo de territorio ha sido un puesto de control militar gringo y 3. por ser un proyecto de la presidenta Xiomara Castro”, escribió en su cuenta de X, Asesor en Comunicaciones del Gobierno, Gilberto Ríos.
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