¿EXTRADICIÓN, EN VEZ DE REVOLUCIÓN? ¡YO NO VOY A CELEBRAR!

¿Cómo nos vamos a alegrar, mientras no arranque la creación de empleo, la normalización de las escuelas, la protección del río? Xiomara ¿va a aparecer de nuevo en la plaza pública, cuando se vaya JOH? ¿La están protegiendo en un búnker contra quién? Voy a celebrar cuando ella pueda llegar, acompañarnos, salir otra vez, consolarnos. ¡Voy a tirar cohetes y a bailar al son de la marimba cuando salga la legítima y ponga en su lugar a los usurpadores. ¡Cuando anuncie el jubileo!, cita en este análisis de interés nacional el pensador hondureño, Rodolfo Pastor Fasquelle.

Se lo llevan como contrabandista, pero dejan -por dos vidas- sin castigar a JOH al politicon que conspiró contra la República, al usurpador y violador de la Constitución, al ladrón de los bienes públicos, al embaucador del pueblo, al bufón y al demagogo, al pervertidor de los pastores, al corruptor de menores y hombres públicos y las mujeres, al grotesco despilfarrador del tesoro que se necesitaba para curar a los enfermos y aguar a los sedientos. ¡Dejan libre al perjuro! ¡Nadie lo va a castigar nunca por sus crímenes más grotescos! No me alegraré. No celebraré.

La Socia de JOH. Que ahora se lava las manos, se hace la desentendida, pero que ayer fue su querida del hombre, su sustento y su aplauso. La que lo vitoreaba y lo animaba a reprimir, usurpar y despreciar la Constitución, a fingir ¡el gran histrión que pierde Honduras, con la extradición! Nadie lo iguala en el arte.

 

EL LIBERTADOR
Rodolfo Pastor Fasquelle
(A los poetas de mi país, M.C.)

No porque me conmueva el gimoteo sofocado de Ana García, envuelta en su chalina azul profundo y sus enaguas voleadas de non-tan-santa-pastora. Ni porque me sorprenda el monólogo porfiado de Juan-el-mentiroso, ahora reo –declamando, de saco y corbata, desde su silla de Presidente de La Corte Suprema— su inocencia, víctima de una venganza, que tendría que ser, a la vez, una torpe infamia de la justicia del Imperio que -hasta ayer- lo ha protegido. No es que le crea yo nada, o me dé lástima este tiranuelo que se ríe de nosotros todavía. (Repugnancia inspira ¡y cautela! Su charada. ¡Que no está muerto todavía!) Por supuesto, nadie debe oponerse ni por un instante, a esa medida obligada de reenvío, y es de felicitar la rápida respuesta del gobierno. Lo que va a trascender en el juicio en Nueva York, bien informado, puede además servir para que los hondureños terminemos de despertar, y salir de esta enajenación, y para que caigamos en cuenta de la ópera bufa que estamos escenificando, desde hace décadas.

Rodolfo Pastor Fasquelle

Muchos amigos y parientes se declaran igualmente alegres con la extradición de JOH. Entiendo su razón práctica y participo de su sentido de alivio. Pero la alegría no la comparto, y después, me invaden la angustia y el hastío. Otros han dicho es la clara evidencia de la disfuncionalidad de las instituciones de justicia. La extradición de JOH –repito- es la más grave afrenta que ha sufrido Honduras en su historia de Estado Nacional.[1] Eso no lo puede celebrar un ciudadano. Y más allá de las escenografías y vestuarios o disfraces, es imperativo entender el trasfondo, la trama que queda difuminada en la nota periodística y la historia oficial, en la crónica puntual de los sucesos y en la percepción de la opinión pública. Porque se lo llevan como contrabandista, pero dejan -por dos vidas- sin castigar al politicón que conspiró contra la República, al usurpador y violador de la Constitución, al ladrón de los bienes públicos, al embaucador del pueblo, al bufón y al demagogo, al pervertidor de los pastores, al corruptor de menores y hombres públicos y las mujeres, al grotesco despilfarrador del tesoro que se necesitaba para curar a los enfermos y aguar a los sedientos. ¡Dejan libre al perjuro! ¡Nadie lo va a castigar nunca por sus crímenes más grotescos! No me alegraré. No celebraré.

Porque se ha extraditado antes a una treintena de capos del narco, sin que se solventara ningún problema, y aunque JOH sin duda fue el más poderoso, tampoco su salida nos resolverá lo esencial del lío. Aquí quedan y nos rodean las estructuras criminales de las que ya no es el líder, el jefecito, el chaneque. Aquí seguimos sitiados en la inviabilidad del país, la que dio origen a este ciclo. Desde su mazmorra en Manhattan, Geovany ¡sigue negociando!

Atrás de la anécdota del ex presidente extraditado, se vislumbra el fracaso colectivo del último medio siglo de nuestra historia. El chasco de dos generaciones. Producto de la búsqueda frustrada, después que fracasaran la frutera, el bosque y la mina de veta, de una actividad que mueva a la economía y la inserte en el mercado mundial. (¿Solo el contrabando funcionó? Y ¿específicamente el de sustancias prohibidas? ¡De veneno caray! Y, a medias, la maquila que resolvió a medias el desempleo, a base de hacinar a la población, despoblar el campo, abandonar el patrimonio, desarticular familias, provocar locura y descapitalizar a los demás, que pagan impuestos.) Resultado neto –enmarañado- del esfuerzo para modernizarnos.

Como ¿construir una república independiente, dentro de la esfera y a la sombra de la hegemonía estadounidense? ¡Pregonar la democracia sin educar ni atender al pueblo que tendría que ejercer la ciudadanía! Bajo tutela del poderío, cada vez más sucio y concentrado, de una oligarquía sin arraigo ni compromiso. La Socia de JOH. Que ahora se lava las manos, se hace la desentendida, pero que ayer fue su querida del hombre, su sustento y su aplauso. La que lo vitoreaba y lo animaba a reprimir y usurpar, a fingir ¡el gran histrión que pierde Honduras, con la extradición! Nadie lo iguala en el arte.

Una realidad que puede cambiar, claro que sí. Si el gobierno hiciera efectivamente lo que hace falta. Pero que no cambia automáticamente porque se lo lleven, aunque sea encadenado, o porque se celebre una ceremonia de investidura, o se anuncie el nombramiento incompleto de un gabinete nuevo, con cuadros operativos a los que les cuesta transitar del partido, a cuadros administrativos. Compartiendo una visión coherente de la administración. Porque aquí está todavía este país, el mismo de ayer, lastrado por la corrupción, por instituciones frágiles, por un aparato de justicia perfectamente pervertido. Por el caciquismo de JOH… A quien el Presidente de la Corte le presta su sillón y su oficina, con cortinajes pesados atados por lazos dorados para que se dirija a la nación a la que tanto daño ha inferido con otra gran farsa. Cuando ya se ha encomendado al hado de Trump, el diablo mayor, que deja una estela de azufre a su paso.

¿Cómo remedia la extradición de JOH la conflictividad social que ha venido proliferando desde hace 25 años como consecuencia de ese fracaso? ¿Cómo resuelve la extorsión de la mara, su vuelo? ¿Cómo detiene las caravanas? ¿Restaura los oficios? ¿Cómo suplanta esa exitosa colaboración, la provisión de justicia y seguridad ciudadana, cuando se acumulan las masacres y los homicidios, las violaciones, y siguen los operativos de placebo?

¿Dónde está el triunfo contra la arbitrariedad que JOH personifica? Adán Funesto ¡Gobernador! Simulación, dice Miriam. Hoy decían los meseros, descalificación y evasión de cualquiera que se atreve a seguir pensando con su propia cabeza. Simulacro. Evasión de los problemas profundos, y negación de la entropía y la ambición prematura, partidarista, cancerosa. Simulación. ¿Dispersión nuestra como dice Mel? o ¿Desconexión de lo real? ¿Desarticulación del pensamiento oficial? Confusión y ¿precoz desencanto? ¿Cómo nos vamos a alegrar, mientras no arranque la creación de empleo, la normalización de las escuelas, la protección del río? Xiomara ¿va a aparecer de nuevo en la plaza pública, cuando se vaya JOH? ¿La están protegiendo en un búnker contra quién? Voy a celebrar cuando ella pueda llegar, acompañarnos, salir otra vez, consolarnos. ¡Voy a tirar cohetes y a bailar al son de la marimba cuando salga la legítima y ponga en su lugar a los usurpadores. ¡Cuando anuncie el jubileo! Tonces.

El Carmen de amor, donde corrió mi infancia 21 de Marzo 2022

[1] Escribí esa frase hace un mes el día de su prendimiento.

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