A UN AÑO DEL CONGRESO DEL PUEBLO: DE LOS ESCOMBROS A LA ESPERANZA

Un parlamento, descrito en palabras simples, es el engranaje donde se crean leyes y decretos que llevan al desarrollo y bienestar de una nación. Contrario a eso, un Congreso Nacional, dirigido durante 13 años por el partido de la estrella solitaria, fue vieja guarida de delincuentes y tierra fértil de actos criminales en perjuicio de la población y el medio ambiente. Esa sí que es la representación de maldad, de lo demoníaco.

Lizbeth Guerrero*
EL LIBERTADOR
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La recién electa Presidenta Xiomara convocó a una vigilia la noche del sábado 22 de enero de 2022, amanecer al domingo 23. Cientos de personas nos convocamos en los bajos del Congreso y calles aledañas. La primera mujer mandataria fue clara y firme: respaldar a Luis Redondo como presidente legítimo del Legislativo porque ese fue un acuerdo de alianza entre varias fuerzas políticas y fue respaldado por la gran mayoría de los que votaron por esa arrasadora victoria popular.

Hace un año estábamos todavía celebrando. La victoria de Xiomara como la primera mujer presidenta de Honduras marcó un antes y un después en la historia de Honduras, especialmente en nosotras, las mujeres. Probablemente estamos todavía asimilando la magnitud de este hito y la fuerza de la historia nos está empujando a sacar la voz, a pesar de los miedos.

En un mundo neoliberal capitalista, que se desmorona a un punto de no retorno, que amenaza a la Madre Tierra y a todo lo que habita en ella, no es de extrañarse que rechinen las cadenas y soplen tiempos de cambio. Lo que está sucediendo ahora mismo en Perú es clave para seguir entendiendo el “despertar de los pueblos” y la cruzada golpista de la ultraderecha en Latinoamérica.

Y este contexto tiene un significado más profundo cuando lo vivimos en uno de los países más desiguales del continente, con un índice de 74% de pobreza. Un país que recién sale de 12 años de dictadura, con la consolidación de un estado de excepción, donde el narcotráfico, el neocolonialismo, la corrupción y las múltiples violencias crearon un cataclismo social. Uno del que todavía no nos hemos recuperado.

“El Congreso Nacional es el lugar más mefistofélico de todo el estado hondureño”, me decía el otro día un empleado de este Poder del Estado. Conversábamos sobre los hechos ocurridos hace un año. Me recordaba que antes también ocurrieron cosas terribles, que sobrepasan lo grotesco. Este pensamiento toma todo el sentido si asumimos que, un parlamento, descrito en palabras simples, es el engranaje donde se crean leyes y decretos que llevan al desarrollo y bienestar de una nación. Contrario a eso, un Congreso Nacional, dirigido durante 13 años por el partido de la estrella solitaria, fue vieja guarida de delincuentes y tierra fértil de actos criminales en perjuicio de la población y el medio ambiente. Esa sí que es la representación de maldad, de lo demoníaco.

Es por eso que el intento fallido de Beatriz Valle, Jorge Cálix y los 18 diputados de Libre de quedarse con la titularidad del Congreso a la fuerza, en complicidad con el Partido Nacional, despertó viejos traumas que todavía no se han superado. A pesar que se firmó un compromiso entre las diferentes bancadas para desarrollar la agenda legislativa, enmarcada en el Acuerdo Bicentenario, esas viejas “heridas” son un recordatorio de que fue el pueblo el que juzgó y como instinto de supervivencia, tiene prohibido olvidar.

Al son de hoy, hay sectores oscuros que todavía no le alcanzan los argumentos jurídicos y son miopes cuando se trata de la voluntad del pueblo. No les son suficientes las imágenes de ese histórico día, por primera vez la gente de a pie, entrando a su casa.

En medio del revuelo por la famosa patada de Rassel Tomé, la penosa intervención de Beatriz en un medio de tv y la zozobra de otra crisis política, el pueblo atendió el llamado de la presidenta más votada de la historia. Con una notable fuerza, Xiomara dio la primera orden a la Policía Nacional: retirar inmediatamente las vallas en los bajos del Congreso para que la gente pueda cuando quiera. Ahí mismo fue donde se acuñó el “Congreso del Pueblo”.

El actual presidente del Poder Legislativo, Luis Redondo, compartió hace unos días un documento en el que sustenta la legalidad y legitimidad de su cargo y de toda la junta directiva del Congreso. Relata también lo sucedido aquellos días de enero. Un informe que ha dejado mucho ruido entre los grupos de poder oscuros, quienes han levantado desde hace meses una fuerte campaña mediática en su contra, y que, justo en el marco de la elección de la nueva Corte Suprema de Justicia (CSJ), se ha acrecentado.

En doce meses se han hecho verdaderos avances nivel legislativo. Varios de los decretos aprobados y/o derogados, están estipulados en el Acuerdo Bicentenario para la Refundación de la Patria, firmado en Alianza por Xiomara Castro y Luis Redondo. Entre ellos, destacan la aprobación de un Presupuesto General 2023 con enfoque de género y con aumento considerable en Salud y Educación, la Ley de Energía, ley de Migración, el rescate de Hondutel, entre otras. De igual manera, la derogación de las Zonas de Empleo y Desarrollo (ZEDES), la derogación de la Ley de Empleo por Hora, la derogación de la Ley de Secretos, entre otras leyes que están formando una plataforma para la lucha anticorrupción, como la firma del Memorándum de entendimiento para la instalación de una Comisión Internacional para la lucha contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (CICIH), que firmó en diciembre pasado, la presidenta Xiomara Castro y la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Asimismo, como se reconocen los grandes cambios en tan corto tiempo, es necesario seguir poniendo el dedo en el renglón con lo urgente. Por ejemplo, aunque se ha trazado el camino para garantizar una legislación con equidad de género, todavía falta que se apruebe una Ley Integral contra la violencia hacia las Mujeres, aprobar el uso de la Pastilla Anticonceptiva de Emergencia en todos los casos, sin excepción, la aprobación de la interrupción del embarazo por tres causales, la Ley de Casas Refugio, entre otras. Todas estas promesas acordadas también en el Plan de Gobierno de la primera mujer presidenta, quien fue apoyada mayoritariamente por mujeres jóvenes.

Este nuevo Congreso también ha implementado, de manera inédita, procesos administrativos más transparentes, se ha dado mayor apertura a periodistas y a la población para acceder a la información pública, dando ejemplo de transparencia.

Por supuesto que todavía hay mucho por hacer, pero el trabajo de recopilar la poca información que dejaron las administraciones pasadas, y a partir de esa montaña de escombros, desarrollar una agenda legislativa, no ha sido nada fácil. No obstante, hay quienes han olvidado (por amnesia selectiva), que este es un gobierno de transición. Los rezagos de la dictadura todavía siguen pesando. Porque 12 meses no resarcen mágicamente el daño de más de 12 años. Es por esto que la nueva elección de la CSJ, en la que el Congreso del Pueblo tiene un rol principal, es clave para continuar con la agenda de Refundación.

Soplan tiempos de cambio y el pueblo exige una transformación profunda en la gestión del Estado, especialmente en el Poder que más desconfianza ha generado históricamente. En medio de esta multiplicidad de crisis locales y globales, en un mundo cada vez más decadente, es prioridad seguir politizando la esperanza. Que sea siempre el pueblo el que escriba su historia.

*Comunicadora Social.

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