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“DÍA DE DIFUNTOS” ABRE HERIDAS EN EL PUEBLO HONDUREÑO

Este 2 de noviembre se celebra en Honduras el “Día de los Fieles Difuntos” o “Día de los Muertos”, una fecha que para cientos de familias recuerda el ser querido que le ha arrebatado la agresiva violencia e inseguridad que no cesa en los últimos siete años en el país cuando han sido asesinados más de 60,000 hondureños.  

Redacción Central / EL LIBERTADOR

 

Tegucigalpa. Las mejores cifras de seguridad en Honduras será el día que no haya un solo muerto por inseguridad o incapacidad de la autoridad para evitar la pérdida violenta de ciudadanos en el territorio nacional. El primer día de noviembre se guarda memoria a “Todos los Santos”, a los niños fallecidos, y el segundo, se recuerda el “Día de los Fieles Difuntos” o “Día de los Muertos”; así desde esta mañana los cementerios del país han sido visitados por las familias para recordar a sus seres ya idos, reconstruir sus tumbas y adornar la última morada con flores y coronas.   

 

De nuevo, trasciende la queja de las familias acerca del abandono de los camposantos que desde hace mucho tiempo sobre todo en los cementerios públicos de la capital se han convertido en guarida de ladrones, incluso, de indigentes que no tienen otro lugar donde pasar la noche.

 

Desde horas tempranas, en el mercado han puesto a la venta coronas, flores y otros recuerdos que los deudos depositan en las tumbas de sus seres queridos que ya se adelantaron en el camino. Alguna gente, al llegar encuentra que ya no existe la fosa ni la lápida que dejó el año anterior y, esto ocurre, por falta de cultura como sociedad y como Estado, pues la grandeza de una nación se mide por el respeto que se tiene a la memoria de los muertos.

 

 

HISTORIA Y CULTURA

La Conmemoración a los Fieles Difuntos, generalmente llamada Día de los Muertos o Día de los Difuntos o El día de las ánimas, o Día de Todos los Muertos, es una celebración que se realiza el 2 de noviembre complementando el 1 de noviembre al Día de Todos los Santos (Día de los niños muertos), cuyo objetivo es orar por aquellos fieles que han acabado su vida terrenal y, especialmente, por aquellos que se encuentran aún en estado de purificación en el Purgatorio.

 

La celebración de una fiesta dedicada a los difuntos persigue en la mayoría de culturas el objetivo de apaciguar a los muertos más recientes que vagan aún por la tierra sin encontrar el lugar de reposo (para la Iglesia Cristiana Católica ese lugar por el cual vagan se llama Purgatorio).

 

Las principales iglesias, Iglesias Cristianas Ortodoxas Occidentales, Unión de Utrecht (Iglesias) , Comunión de Porvoo, así como Comunión anglicana y Iglesia católica acordaron tener el mismo calendario y días de celebraciones religiosas y santoral (siempre que en esa rama cristiana sea santo o beato esa persona), para facilitar las asistencia a sus feligreses a sus respectivas celebraciones (coincida con día festivos) (Semana Santa, Navidad…)

 

El Día de los Difuntos […] el día designado en la Iglesia Católica Romana para la conmemoración de los difuntos fieles. La celebración se basa en la doctrina de que las almas de los fieles que al tiempo de morir no han sido limpiadas de pecados veniales, o que no han hecho expiación por transgresiones del pasado, no pueden alcanzar la Visión Beatífica, y que se les puede ayudar a alcanzarla por rezos y por el sacrificio de la misa. […] Ciertas creencias populares relacionadas con el Día de los Difuntos son de origen pagano y de antigüedad inmemorial. Así sucede que los campesinos de muchos países católicos creen que en la noche de los Difuntos los muertos vuelven a las casas donde antes habían vivido y participan de la comida de los vivientes (Tomo I, pág. 709).

 

The American Encyclopedia dice:

Elementos de las costumbres relacionadas con la víspera del Día de Todos los Santos se remontan a una ceremonia druídica de tiempos precristianos. Los celtas tenían fiestas para dos dioses principales… un dios solar y un dios de los muertos (llamado Samhain), la fiesta del cual se celebraba el 1 de noviembre, el comienzo del año nuevo celta. La fiesta de los difuntos fue gradualmente incorporada en el ritual cristiano (Tomo 13, pág. 725)

El libro The Worship of the Dead (La adoración de los difuntos) señala a este origen al decir: “Las mitologías de todas las naciones antiguas están entretejidas con los sucesos del Diluvio […] El vigor de este argumento está ilustrado por el hecho de que una gran fiesta de los muertos en conmemoración de ese acontecimiento se observa, no solo en naciones que más o menos se encuentran en comunicación entre sí, sino también en otras extensamente distanciadas, tanto por el océano como por siglos de tiempo. Además, todos celebran esta fiesta más o menos el mismísimo día en que, de acuerdo con el relato mosaico, tuvo lugar el Diluvio, a saber, el decimoséptimo día del segundo mes… el mes que casi corresponde con nuestro noviembre

Londres, 1904, Colonel J. Garnier, pág. 4.

 

Por tanto, estas celebraciones en realidad comenzaron como una fiesta para honrar a personas que, debido a su maldad, habían sido destruidas por Dios en los días de Noé. (Gén. 6:5–7; 7:11.)

La práctica religiosa hacia los difuntos es sumamente antigua. El profeta Jeremías en el Antiguo Testamento dice: «En paz morirás. Y como se quemaron perfumes por tus padres, los reyes antepasados que te precedieron, así los quemarán por ti, y con el «¡ay, señor!» te plañirán, porque lo digo yo — oráculo de Yahveh» (Jeremías 34,5). A su vez en el libro 2° de los Macabeos está escrito: «Mandó Juan Macabeo ofrecer sacrificios por los muertos, para que quedaran libres de sus pecados» (2 Mac. 12, 46); y siguiendo esta tradición, en los primeros días de la Cristiandad se escribían los nombres de los hermanos que habían partido en la díptica, que es un conjunto formado por dos tablas plegables, con forma de libro, en las que la Iglesia primitiva acostumbraba a anotar en dos listas pareadas los nombres de los vivos y los muertos por quienes se había de orar.

 

En el siglo VI los benedictinos tenían la costumbre de orar por los difuntos al día siguiente de Pentecostés. En tiempos de san Isidoro († 636) en España había una celebración parecida el sábado anterior al sexagésimo día antes del Domingo de Pascua (domingo segundo de los tres que se contaban antes de la primera de Cuaresma) o antes de Pentecostés.

 

En Alemania cerca del año 980, según el testimonio del cronista medieval Viduquindo de Corvey, hubo una ceremonia consagrada a la oración de los difuntos el día 1 de noviembre, fecha aceptada y bendecida por la Iglesia.

Adoptada por Roma en el siglo XIV pero que se remonta varios siglos atrás. Fue el 2 de noviembre del año 998 -otros autores fijan la fecha en 1030- cuando, en optó cerca del año 1000, en Milán se adoptó el siglo XII, hasta ser aceptado el 2 de noviembre, como fecha en que la Iglesia celebraría esta fiesta.

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