Aunque el gobierno de Xiomara Castro ha mantenido una postura más amigable hacia Estados Unidos, las ofensivas constantes desde Washington no han cesado, destacando que, durante la narcodictadura de Juan Orlando Hernández, ningún “informe” de alerta por la democracia fue publicado por las autoridades estadounidenses. Sin embargo, en el actual contexto electoral, ciertos actores están impulsando un constante asesinato mediático contra Honduras.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. El Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos realizó una serie de publicaciones en “X” donde señalaron que “Honduras enfrenta una creciente crisis democrática bajo la presidencia de Xiomara Castro” y que “acontecimientos recientes indican que el país tiende hacia el camino autoritario adoptado por Venezuela y Nicaragua”.
En la publicación, el Comité realizó una cronología de eventos como la revelación de un video que se grabó en 2013 de una reunión entre el exdiputado Carlos Zelaya, hermano del exmandatario Manuel Zelaya [2006-2009], con figuras del narcotráfico discutiendo presunta financiación pública para el oficialista partido Libertad y Refundación (Libre).
La postura de EE.UU. resulta insólita, ya que nunca hubo una “alarma” de ese tipo en la dictadura de Juan Hernández, quien ejecutó fraudes electorales en 2013 y 2017 con su ilegal reelección, a pesar que éste fue más cercano a Daniel Ortega de lo que ha sido Xiomara Castro.
La “imparcialidad” del informe reciente queda entredicho en investigaciones de la DEA, puesto quedó constancia cómo Hernández conspiró para traficar droga a EE.UU. desde 2004 y se promovió como candidato con dinero que nació del daño profundo a sus ciudadanos consumidos por estupefacientes.
Y, es que, según la DEA, Hernández –que hoy guarda prisión y así por 45 años–, traficó droga aun estando en la silla presidencial que dejó recién en enero 2022 y desde donde ordenó represión brutal a hondureños, contrario a Castro que ha exigido a la Policía Nacional no violentar Derechos Humanos.
Entre otros puntos, la comisión “gringa” abordó la cercanía de la actual jefa de Estado hondureña con el presidente venezolano Nicolás Maduro, así como las relaciones bilaterales entre ambos países, destacando la reunión que sostuvieron en 2024 el entonces secretario de Defensa, José Zelaya, y el ministro de Defensa venezolano, Padrino López, a quien Estados Unidos califica como narcotraficante.
Esta reunión, provocó la reacción “alertada” de la entonces embajadora de EE.UU., Laura Dogu; sin emabrgo, para Honduras fue calificado como un acto injerencista.
También, la Fiscal General del país norteamericano, Pamela Bondi, ha comenzado a emitir una serie “acusaciones”, afirmando que Honduras es un “puente del narcotráfico”; es decir, según la funcionaria, la supuesta droga que sale de Venezuela pasa por el territorio nacional.
Estados Unidos ataca América Latina
Lo anterior se enmarca en una “cacería” que Estados Unidos ha iniciado en la región contra gobiernos alternativos alejados de la línea ideológica impuesta desde Washington, comenzando contra Venezuela, elevando la recompensa por Nicolás Maduro a 50 millones de dólares y ordenando a su armada alinearse en las costas venezolanas en lo que sectores han catalogado como un plan psicológico de desestabilización.
Aun desde el gobierno de Joe Biden (2021-2025), la injerencia en países como Honduras, Colombia y Bolivia se mantuvo constante y, en la actual administración de Donald Trump, la presión no ha disminuido, imponiendo aranceles a Brasil y México, dos naciones con gobiernos progresistas alejados de la sumisión que se acostumbra desde la Casa Blanca.
El analista internacional venezolano, Martín Pulgar, en entrevista con el medio internacional Sputnik, sostiene que el interés de Washington por el control es alto, explicando cómo la primera ola de gobiernos progresistas, encabezados por Manuel Zelaya, en Honduras; Hugo Chávez, en Venezuela; Evo Morales, en Bolivia, entre otros, fracasó por la radicalización en sus proyectos políticos.
Y, aunque actualmente ha habido proyectos más comunicativos con Estados Unidos, como es el gobierno de Xiomara Castro, Pulgar acota: “En vez de radicalizarse aún más, pareciera que, para no caer en esa especie de trampa (…), esta segunda oleada se vio en ese espejo y se planteó una especie de acción más moderada, menos conflictuante con Estados Unidos. Es decir, plantearon una especie de izquierda sistémica, en vez de una izquierda antisistémica”.
Sin embargo, es tajante al sostener que esa postura ha fracasado rotundamente porque Washington no apoya posiciones sistémicas ni antisistémicas, «solo acepta posiciones que sean blandengues y asumidas desde las exigencias que Estados Unidos plantea».
La arremetida estadounidense creció en años electorales en América Latina. Con relación a lo publicado por el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, no hay aún una declaratoria del gobierno que dirige Castro; sin embargo, desde que asumió el poder, ha dejado en claro la cero tolerancia a la injerencia estadounidense en la política interna del país.

Deja un Comentario