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“THE LITTLE ‘JONDURAS’”, AQUÍ SE GESTA UNA REVOLUCIÓN

“THE LITTLE ‘JONDURAS’”, AQUÍ SE GESTA UNA REVOLUCIÓN

Es una ley, previo al verdadero alzamiento popular que sólo las pocas mentes sutiles advierten y nadie cree en las alturas, el país y su pueblo huele cada vez más a muerte e indignación, se oye clamor por todo lado, sólo queda Dios, los ciudadanos se rebajan a cómplices y pordioseros; en tanto, le “truena los andares” al abuso de poder, el crimen oficial conspira y se pavonea soberbio en eventos militares, los mandos se vuelven descarados; el pequeño grupo que se ha enriquecido se revuelca en la degradación moral y restriega el derroche y la opulencia en la cara de los miserables.

 

El sentido profundo de esta reflexión es una declaración jurada y adelantada de lo que les puede pasar a los “dueños” de Honduras, señores, aún tienen tiempo de cambiar y compartir un poco, se debe ser supremamente miserable cuando un damnificado protesta por un bordo porque llegó la lluvia y sólo recibe un toletazo en el cráneo. La historia de la humanidad ya dio miles de ejemplos, de los Romanov, no sobrevivió ninguno, y aquí cerca estuvieron “Tacho” y Batista, con incomparable más poder que cualquier aprendiz de dictador hondureño.   

 

Reflexión

EL LIBERTADOR

redaccion@ellibertador.hn

 

Tegucigalpa. La costumbre de décadas en bonanza lleva aquellos dos ancianos a vestir formal, al cruzar la pierna sobre la otra –viejas añoranzas de importante– se revela el ya cansado pantalón de tanto uso. Un segundo de silencio. La bocanada de aire sale de los cansados pulmones, – Oíme ¡cómo me hacen falta las baleadas hondureñas! –Y el café ondula hacia la izquierda–. –¡Jum! A mí me hacen falta los helicópteros, las mansiones y lo más importante, ¡el poder!; aquí, Sikaffy… aquí no valemos nada. Tantos años en el exilio hizo perder la sonrisita pícara a Marinakys y suspira lejos de la tierra, explotada antes por ellos y suspira porque la vida se va sin regresar a las fiestas VIP, noches locas de derroche y mujeres voluptuosas allá en el viejo Roatán.

 

– ¿Cuándo crees que se nos jodió todo? – Pienso que fue en el 2009 cuando el golpe, esos indios pendejos se levantaron y creímos que, con los chepos, militares y la ayuda de los “americanos”, los íbamos a calmar y, en efecto, las cosas se calmaron, no entiendo cómo todo se jodió, porque los teníamos con la cabeza agachada a punta de riata. Un melancólico Marinakys reflexiona ya bien lejos de esta tierra. – No –interrumpe un Sikaffy–, ya hace años atrás teníamos problemas, gente como los Facussé se pasaron matando campesinos en el Bajo Aguan ¿te acordás? –continua– igual las familias que mandábamos, nunca hicimos nada más que acumular “pisto”, ¡Puta Marinakys! ¿Cómo dejamos que ese montuno fuera el presidente e hiciera lo que quisiera? ¡Nos cagamos en nosotros! ¿Recordás cuando éramos alguien? Recordás aquella vez…

 

Y el sueño de aquellos dos viejos rancios y dañinos, vuela y los trae a estas tierras, pero muchos años atrás: con trajes finos y Champagne, corrían en la casa del poder, mientras en los barrios la sangre bajaba las gradas como cascada y no por magia; las bodas eran benditas por los pastores y cardenales más “cercanos” a Dios –al poder–, éstos en nombre del Mesías ladraban desde los altares que los pobres eran pobres porque querían y que siempre existirían; los militares que ya eran hacendados les hacían reverencia y los cuidaban, era una protección especial, estos del verde oliva en las calles, frente al débil, tres vergazos hasta romperle la cabeza, para que aprendiera el pendejo cuál es su lugar. Los poderosos eran visitados por los gringos, con recuerditos de Disneyland y los endulzaban con camisetas leyenda “I Love NY”, los tenían felices con esos saludos: “My friend”; y en un abrir y cerrar de ojos quitaban a Matamoros Batson para contar los votos y dar un ganador. ¡Aaaaaah! Hermoso burdel esa Honduras de antes, ahí si había democracia, era el modelo de Jorge Ramos, Oppenheimer y Camilo de CNN, ni digamos para nuestros periodistas, he,he,he, esos pendejos si le entendían al trámite, eran buena gente, reflexionan los viejos.

 

Y el pensamiento es interrumpido por la despectiva mirada de una niña rubia, tez blanca –por supuesto que sí–, con sus ojos azules analiza, sólo tiene cinco años pero ya sabe matar con palabras: Mom, What are those old Indians doing in our country?; los dos ancianos con aires de imperios antiguos, continúan: –Mirá Sikaffy, te voy a decir algo, esos hondureños pendejos fueron mal agradecidos, les dimos desarrollo, empleo, tecnología. – Mirá, mirá, mirá –le interrumpe– aquí ya no tenés una cámara de HCH, que te daba paja en lo que decías, el 70 por ciento de los empleos del país lo daban las pequeñas y micro empresas y el 30 por ciento del Producto Interno Bruto y el aporte que llegaba de los migrantes, ni te cuento. Ya no nos demos paja solitos, éramos una mierda con esa gente.- Marinakys, notablemente molesto, le recuerda a Sikaffy, que alguna vez lo grabaron levantando el dedito, diciendo orgulloso que había votado por un Narco presidente. Y ambos callan…

 

– ¿Pero te acordás? –salta de nuevo– feng shui que tenía en mi casa, bueno en una de ellas, cuando andábamos en la lancha y tomábamos “whisky on the rocks” y decíamos que ese paísito mierda era nuestro, que los periodistas escribían lo que nosotros les decíamos, generábamos escasez en productos para aumentar nuestras ganancias, nuestras amantes y nuestros hijos en las embajadas (y ni graduados estaban esos pendejos, jajajaja, recordás aquella vez que hasta se cagaron en el escritorio de la embajada en Colombia), ¡Uff! “Las queridas”, me hacen falta, aquella secretaria que tenía… y yo no las acosaba como Ebal, era sólo si ellas querían y les daba un jugoso aumento, por “servicios profesionales”, algunas hasta periodistas decían que eran… ¡que tiempos! ¡¿Te acordás cómo mandaba a esos pendejitos a vacar con pandemia y huracanes?!  –un silencio más– me hiciste recordar a los que no salieron cuando esos pendejos por fin tomaron el poder de su país, esos que no volvimos a ver, cuando ya los chongos negros también los poníamos en Coyolito e igual que el Cofadeh, pedíamos por nuestros desaparecidos.

 

– ¿Qué hicimos cuando el golpe?, lo apoyamos; ¿qué hicimos cuando los nuestros asesinaban campesinos y líderes indígenas?, los apoyamos; ¿qué hicimos cuando sabíamos que aquel era narco?, lo apoyamos; ¿qué hicimos cuando los narcos hacían carreteras?, los apoyamos; ¿qué hicimos cuando había caravanas gigantes de migrantes?, los ofendimos y luego nos quedamos con el billete de la remesas en nuestros bancos y nuestro comercio; ¿qué hicimos cuando se fue la MACCIH y la Corte Suprema de Justicia se volvió en referente de corrupción?, callamos; ¿qué hicimos con la reelección?, la apoyamos; ¿qué hicimos cuando despedazaron el país y crearon las ZEDE?, pues… compramos nuestro pedacito de tierra y callamos; ¿y cuándo el hondureño, tuvo hambre, se moría por el Covid, por las inundaciones, por el crimen común y organizado?, nosotros hacíamos negocios más sucios y más descarados, pero muy rentables, eso sí; ¿cuándo una madre se le moría su hijo de cinco años por falta de comida?, no sé, nunca la vimos. ¡Exacto! Nunca vimos a los pobres, a los hechos mierda, nunca los vimos y luego ellos, no nos vieron a nosotros. No jodás, cuando chupábamos en nuestras mansiones, ni mirábamos quién servía, sólo poníamos la copa hacia atrás y volvía llena, ja,ja,ja,ja.

 

En aquel sucio pedazo de tierra que se llama Miami, de manera simbólica, lleno de pantanos turbios y serpientes peligrosas, se reúnen los gusanos del mundo, se aglutinan como parásitos carroñeros ante el órgano muerto, se desdoblan y entrelazan y disparan veneno, pero ya nadie los puede escuchar, ni salvar; allí hay cubanos, venezolanos y ahora hondureños. “Little Jonduras” se llama la cueva creada de los que alguna vez fueron camisetas blancas y que se refugian en una esquina en los Estados Unidos e intentan conspirar para botar a gobiernos democráticos en Honduras, porque cuando llegó el gran integrador, ese que no negocia, que no los conoce, que no come en sus platos, que no está emparentado, ese que por fin pensó en el hondureño, honor popular y en la riqueza para construir una sociedad buena con el ser humano.

 

El café se enfrió para los dos viejos, la tardé se cierra como telón de teatro en escena repetida ¿es acaso una lágrima que se asoma por la mejilla arrugada de Marinakys? Y distraído, Sikaffy hace que no la ve, para no repetir el gesto, los gringos que tanto los ayudaron a joder Honduras, no les responden ni el “Face Call” –o lo que sea que haya en ese momento para comunicarse– en “thanksgiving day”, que triste es el recordar el 4 de julio allá en Tegucigalpa cuando eran invitados de lujo, que desesperanzador es saber que antes se pudo hacer algo y ya no se puede, que injusta la vida para el que todo lo tuvo y por imbécil lo perdió.

 

El sentido profundo de esta reflexión es una declaración jurada y adelantada de que les puede pasar a los “dueños” de Honduras, muy seguro así como llevan el país; señores y señoras miserables e insensibles al dolor ajeno, a tanto llanto diario de mujeres y hombres que para ustedes no valen nada; ciegos con ojos ante el dolor del hondureño, hoy están a tiempo, puede cambiar esta realidad y compartir ya no un poco, pensar con inteligencia y derramar riqueza de verdad, antes que esta bomba de país explote y lo pierdan todo y a todos. Hay que ser supremamente estúpido, cuando alguien pide un bordo para que su choza no se le inunde y responder quebrándole el cráneo. Se han excedido y en esa misma proporción, será el vuelto, ejemplos ha dado la humanidad una y otra vez, recuerden la revolución contra el Zar de Rusia, no dejaron viva ni a la pequeña Anastasia.

 

Postdata: Les dejamos una pequeña reflexión de nuestro director: “Nunca miré al pueblo hondureño tan humillado, tan sometido, tan hundido, pero tampoco vi, una clase gobernante tan decidida a conspirar para que eso sea de esa manera”: Director Fundador Jhonny Lagos.

 

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