¡Traen juguetes!, grita un pequeño mientras sus padres empiezan a acomodar los víveres que EL LIBERTADOR llevó a las familias refugiadas en la Escuela 14 de Julio del Barrio El Bosque el pasado martes 24 de noviembre. Las donaciones de este rotativo siguen, porque como ciudadanos de esta nación, alguna vez lo perdimos todo y sabemos cómo duele esa soledad.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. A los pies del “Cristo del Picacho”, en el populoso Barrio “El Bosque”, la angustia se transformó en gratitud. Llegó el brazo solidario de EL LIBERTADOR, esta vez dando auxilio a las familias que se han refugiado en la Escuela 14 de Julio, donde las aulas en honor a los eternos maestros, son ahora viviendas provisionales.
La zona es colindante con el histórico Parque “La Leona” y la que alguna vez fuera la zona más exclusiva de Tegucigalpa, el imponente Barrio “Buenos Aires”, con su arquitectura tintada de los imigrantes italianos, alemanes y judíos que huyeron por los conflictos bélicos del “primer mundo”, hoy es una de las favelas más reconocidas del Distrito Central.
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Desde el primer momento en que entró el equipo de EL LIBERTADOR, en una visita previa, se sintió, como impacto de metralleta en el pecho, el dolor de los damnificados y se nos ha hecho posible entender la magnitud de la angustia que hoy viven miles de hondureños en las zonas más afectadas por la pandemia y los desastres naturales.
Claro, había una nota que cubrir el pasado martes 24 de noviembre; sin embargo, en este periódico, como se ha explicado antes, no se trata sólo de dar la información vacía, a veces nuestra línea editorial e historia nos obliga a dar la mano.
Es así que EL LIBERTADOR, aliado con empresas socialmente responsables como Compañía Farmacéutica MC, Cervecería Hondureña, Universidad Tecnológica Centroamericana (Unitec), Luz y Fuerza de San Lorenzo SA de C (Lufussa), Lácteos de Honduras SA (Lacthosa) y Fábrica de Confites Venus, llenaron de alegría a las familias refugiadas.
Alzando la vista se divisaba sobre el Cristo las nubes de la poderosa tormenta, abajo, en el patio de juegos de la escuela, no importaba la lluvia porque había una fiesta. Niños, mujeres, hombres y adultos mayores han sido beneficiados con almuerzos y paquetes que contienen víveres, ropa, productos de higiene y equipo de bioseguridad.
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Ya es la cuarta ocasión que EL LIBERTADOR mueve sus influencias para conseguir donativos, en el último mes se ha ayudado a estudiantes de medicina de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), doctores que realizan brigadas con el Colegio Médico en las empresas bananeras del norte y a los refugiados en el Barrio San Pablo.
Ambientes totalmente diferentes, pero que al final de la jornada coinciden en gratitud. Entregados los almuerzos, los víveres y las cobijas, tocó el turno a los reyes del hogar, de pronto, el griterío aumentó circunstancialmente cuando los pequeños vieron la bolsa amarilla con juguetes.
Doña Lidia Gómez, una de las humildes madres beneficiadas, casi rompía en llanto cuando agradecía la presencia de este rotativo con las ayudas, muy limitada al hablar porque no acostumbra a ser “figura” en una noticia, pero sin problemas para abrir su corazón: “Les damos gracias por esta ayudita que nos están dando porque casi no han venido a dejar ayudas”.
“Nos sentimos feliz por nuestros niños, porque hay un montón de niños y hasta ahora que vienen ustedes hemos conseguido pañales porque antes nada”, cuenta doña Lidia, y aprovecha el espacio en EL LIBERTADOR para pedir al Gobierno que recuerde sus funciones, pues aunque puede volver a la casita de donde fue evacuada, ella, como todos en esta nación, quiere un lugar más seguro para vivir.
De acuerdo con la coordinadora de este centro, Eymi Mendoza, que funge como designada por «Guías de Familia», a la fecha han logrado trabajar de forma organizada lo que permite sacarle mayor provecho a las donaciones. “Se les agradece mucho por lo que han traído y esperamos que nos sigan visitando por mientras está el albergue”.
Dice que siguen a la espera que Comité de Emergencias Municipal (Codem) de la orden para que las familias vuelvan a sus casas de habitación, pero que todavía no hay una fecha prevista y que sólo tienen problema con una señora sin un techo al cual volver.
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“La trajo la Policía porque ella estaba en la calle no tiene donde vivir y ha estado aguantando los aguaceros, aquí la ubicamos pero esperamos una mano amiga que nos pueda alquilar un cuarto decente para ayudarle a ella, porque es una señora diabética y le hemos ayudado en lo que se puede con las medicinas, pero necesitamos más ayuda”.
Eymi da el contraste a EL LIBERTADOR de lo que fue el primer día, cuando las familias llegaron con un semblante de tristeza desconsolada ante el peligro y por el ambiente festivo tras la donación realizada ese martes.
Sigue lloviendo en Honduras, según estimaciones de economistas y especialistas en vivienda e infraestructura, al país le tomará unos diez años recuperarse del golpe de los desastres naturales, que por desgracia, no serán los últimos. Siguen sumando las cifras de damnificados y todavía es incalculable el daño financiero total.
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