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HONDURAS/ EL ATAÚD VACÍO, LA CORONA DE JUAN Y CLAVOS EN NUEVA YORK

HONDURAS/ EL ATAÚD VACÍO, LA CORONA DE JUAN Y CLAVOS EN NUEVA YORK

Se derrumbó el sistema de salud, una diputada del Partido Nacional propone proyectar su imagen de país y hacerla realidad: un basurero radioactivo… y en Nueva York, la fiesta no para, aunque cambien “DJ”, no para… y el ataúd, sigue vacío.

 

Lisandrito del rosal, fue claro y enfático “ahora cambiamos la carpa por un Toldo para Triaje en la entrada (clasificación de pacientes), debemos usar todo lo que tenemos a nuestra disposición para salvar vidas”. ¡Bello! ¡Divino! ¡Hombre más enojado! Rrrrr y también nos preguntamos #DondeEstaElDinero

 

Reflexión

EL LIBERTADOR

redaccion@ellibertador.hn

 

Tegucigalpa. El grito desgarrador de una mujer irrumpe la quietud de la comunidad de Jalapa, en Talanga: “¿Dónde está mi papá? ¿Dónde fueron a tirar su cuerpo? Recuerden que son humanos, con la vara que miden los van a medir, nunca olvidaremos lo que están haciendo con el pueblo”. Don Óscar Aguilera, de 68 años, ha muerto. Y el ataúd está vacío. En Honduras, el Covid-19 pasea cándidamente y la robusta muerte que lo acompaña impone la hoja de ruta, en ausencia del administrador del Estado. Se derrumbó el sistema de salud, una diputada del Partido Nacional propone proyectar su imagen de país y hacerla realidad: un basurero radioactivo… y en Nueva York, la fiesta no para, aunque cambien “DJ”, no para… y el ataúd, sigue vacío.

 

Mientras usted intenta alejarse del coronavirus, el equipo de salud corre y corre a su encuentro con la muerte. “No me da vergüenza tener lo que tengo (Covid), porque lo obtuve trabajando honestamente, atendiendo a mi pueblo. Que se avergüencen los que andan vendiendo insumos que no llegan a los hospitales, algún día les pasaremos cuentas”. El doctor Alexis Reyes murió. Decenas de jóvenes estudiantes y médicos se reunieron alrededor del carro blanco que lo conduciría al panteón. Aplausos, música y globos rojos volaron esa tarde. Y el ataúd comenzó a llenarse con la vida de los hombres que la ofrendan por su país.

 

¡No puede ser! ¡No! ¿Por qué él? ¡Covid, llévame a mí! Esa fue mi crisis emocional el 16 de junio, cuando había caído la noche y estaba terminando la jornada de trabajo a las 9:00 de la noche… Nuestro reycito sol había sido contagiado por el virus, silencio en el reino… Inmediatamente recibimos el mensaje de la líder Loreley y todos en tono solemne pedimos por la salud del reycito sol. ¡Aaaaaah!, pero como todo líder y ejemplo, lo vimos entrar al Hospital Escuela para ser tratado inmediatamente con nuestra fórmula mágica, Catracho y Maíz, promocionada por nuestros dos vendedores estrellas de la tele. Los lengua larga juran que usó la receta destinada para los ricos en EEUU.

 

Con los millones que los ñángaras criticaban, fue atendido en las salas blancas y hermosas, había miles de ventiladores mecánicos y nadie moría: los chismes de Omar fueron la clave para que no hubiera camas vacías. Todo fue maravilloso, aún siento el nudo en la garganta cuando lo recuerdo; el otro, otro, otro líder, el hombrón más enojado con los sampedranos, Lisandrito del rosal, fue claro y enfático “ahora cambiamos la carpa por un Toldo para Triaje en la entrada (clasificación de pacientes), debemos usar todo lo que tenemos a nuestra disposición para salvar vidas”. ¡Bello! ¡Divino! ¡Hombre más enojado! Rrrrr… Y los malos hondureños alegando por carpas y contenedores, ¡les estamos dando toldos malagradecidos! Que, por cierto, son donados para ahorrar el dinerito. No se preocupen queridos con llenar sus redes sociales de mensajes cristianos, Dios sabe de qué está hecho su corazón… y con todo lo asqueroso que son, también se fue llenando el ataúd vacío.

 

Imaginemos que las enfermedades que aparecen ¡puff! como rayito mágico, nada tienen que ver con estrategias, ni los millones que paga el pobre pueblo hondureño a los carisísimos lobbistas gringos, que desde 2009 somos socios con la “Black Card”, algunos acá dan brinquitos porque Trump usurpó a Geoffrey Berman la titularidad de la Fiscalía para el Distrito Sur de New York y así dar la falsa percepción de tener alguna mínima oportunidad para maniobrar y evitar lo inevitable: la prisión, esa en la que ya están atrapados, desde antes de entrar pero… la condena empieza en la mente, cariño. Trump juega su juego, su interés, estas mulas cobardes de las “Banana Republic” no valen nada, los clavos están puestos ya. Y el expediente de Tony y Juancito también es tirado en el ataúd que ya no está vacío, pero que aún tiene espacio.

 

Y lo que da más tristeza es que creen que si gana un republicano o un demócrata su destino cambiará, tan ingenuo como ponerse la camiseta  del Barcelona o del Real Madrid en un barrio de Comayagüela o de Tegucigalpa. ¡Ja, ja, ja! Dispénsenme, sé que estos son los enormes análisis suyos y consejos de la tonta viuda negra, pero… ¿Cómo les explico lo ínfimos que son? Y con la ternura de Octavio Paz (¡ey! ¡ey! ¡ey! Ebalcito, este va a tu nombre, por las coronas heladas picarón enamorado) “Todo se desmorona o se congela: del hombre sólo queda su desierto, monumento de yel, llanto, delito”. El camino al distrito sur está definido, el traje naranja tiene tu nombre y la celda fría te espera.

 

Y mientras todo se cae a pedazos, aparecen los extraños y brujos incendios en los mercados (igual que todos los años antes de navidad, crece el misterio) y aunque también aparecen contagios en los supermercados no los cierran, ¡vaya Ud. a saber! La diputada basurero, Leonor Osorio, que propuso la interpretación de una serie de artículos de la Ley General del Ambiente, relacionados a la prohibición de importación de desechos tóxicos al país, o sea proyectando sus pensamientos, un enorme basurero. Pero queridos lectores, como son curiosos y acuciosos, les daremos un regalo, no se distraigan con ella, sino con el dueño de la silla ¿saben de quién es ella suplente? ¡Del fantástico Juan Diego Zelaya! Que para sufrir Covid, tiene una mente bien activa. Y de toda esta asquerosa politiquería se rebalsó el ataúd, que ya huele a muerte, que ya huele a fin.

 

Y ante la indiferencia de la gente, un niño de cuatro años es encontrado muerto y con signos de abuso sexual en Roatán, pero nadie en la isla sabe nada, nadie vio nada, nadie siente nada. Y con toda la indiferencia, con la muerte de los hombres y mujeres que dan su vida por un pueblo, con funcionarios mediocres y gobernantes nacos, con religiosos que el único milagro que hacen es sacar el dinero –porque dicen “ya es ley del gobierno” y parece que eso es suficiente para abrir las iglesias y chequeras–, con todo eso, se llenó el ataúd.

 

Hoy nos dirigimos a enterrarlo, los millones de hondureños que quieren un cambio somos testigos que este sistema ya murió, que esto ya no sirve, que el sistema debe cambiar para salvar la vida de todos, de hondureños para hondureños o el ataúd seguirá siendo alimentado con inocentes. Pero ese ataúd es de la Honduras de acá y cargamos con ella hacia su funeral, ya lo dijo el poeta Roberto Sosa (ey, Honduras de allá, estos versos son para vos): “Los pobres son muchos y por eso es imposible olvidarlos… pueden llevar en hombros el féretro de una estrella”. El cambio está aquí. Ayer en la noche, jóvenes estudiantes se arrodillaron frente a la UNAH, en forma de ovación a los médicos y pacientes que están ahí. El cambio ya llegó, la vieja Honduras, debe terminar de morir y, con ella, sus elecciones, sus fraudes y sus gobiernos.

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