Son pocos periodistas y medios de comunicación que realizan Periodismo, pero los hay, subiendo pendientes de adversidad se aferran a que en el centro de su trabajo está siempre el pueblo hondureño.- En un abismo profundo, hace 21 años, hizo eco EL LIBERTADOR y su ideal de luchar junto al pueblo y, entonces, empezó a marcarse diferencias entre los medios que desinforman y manipulan y los que defienden los intereses sagrados de la Nación.
Más que claro lo ha dejado nuestro director-fundador, Jhonny Lagos, hace un año: “Solo existe Periodismo cuando el medio de comunicación tiene como ideal y centro en su mística de trabajo, el ser humano, el pueblo hondureño; si lo que prima es el capital o los intereses de grupos obscuros, eso no es periodismo y la función pasa a ser simple comunicación de masas o relaciones públicas”.
Este sábado, cien familias han celebrado el Día del Periodista hondureño, sobre una tumba o altar, esa es la cifra de comunicadores asesinados desde 2003, ninguno pertenecía a la prensa tradicional; cualquiera puede trabajar en un medio de comunicación, pocos llegan a entender que, para ejercer la auditoria social, hay que abandonar la comodidad, el interés personal y, a veces, hasta la vida.
Reflexión
EL LIBERTADOR
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Tegucigalpa. El ojo ansioso del periodista, ese mismo que lo llevó por décadas a convertirse en habilidoso observador para producir las noticias más importantes del país y, que hoy, ha caído en desgracia; mira por la rendija de la puerta — se entreabre cuando sale la asistente— al fondo está el entrevistado de siempre, la fuente que hizo conocida por tantas entrevistas, un “hombre del pueblo”, de esos que lo darían todo por la patria (cuando están en elecciones), vistiendo un traje corte clásico como los de manufactura inglesa, chaqueta con dos aberturas; de pronto, hace un gesto con la mano como quien se quita un insecto molesto. –Fíjese señor periodista que el diputado no está, dijo la suave voz de la bella mujer –esbelta, arrogante y cómoda en la mentira–. Se despide con un impotente y apretado “gracias”. El golpe es doloroso en aquella importancia que siempre se creyó, toca tierra, pero el persistente malestar en la pierna no lo deja correr, la desgracia en la bolsa enmudece el temperamento –temido y arrogante en tiempos antiguos– ahora va con paso lento y evade a los periodistas que cubren la fuente.
–¡Es que nosotros somos el cuarto poder! –dice la novata e inculta reportera, sin consciencia de que la pauta informativa no la planificó ella–. Un hombre se llena de alcohol y drogas, ha llegado su esposa, una rubia despampanante, en ninguno hay amor por el otro, pero los une intereses comunes, “millones de razones”. –Mirá el carro en el que viene mi mujer, es mejor que el mío –bobalicona expresión, aunque no es falsa–. –Te lo digo maje, el presidente está dispuesto a darte lo que vos querás, solo cerrá el pico, yo te ayudo, no te cagués–. Continuando la tertulia, el periodista joven, inocente ante la fija mirada corroñera de los demás en aquel grupo de viejos con larga escuela en los medios tradicionales; sin sonreír, el muchacho dice: “No, gracias”. –¡Por esas pendejadas es que sos pobre, de digno no vas a vivir, cipote. No con molestia, pero sí con la acostumbrada prepotencia, cierra el diálogo. Años después, la infinita vanidad de aquel señor no ajustó para pagar la lata de leche de la niñita de dos años, el abandono de la mujer y la persecución constante de los duros agentes del orden. Murió triste, un día cualquiera, que ya nadie recuerda.
Los medios de comunicación están por encima de la importancia del periodista, aunque la lógica individual se quiera imponer, armas ideológicas disparadas por los dueños que son los que determinan qué es noticia y qué no ¿Nunca se ha puesto a pensar, querido lector, el porqué discutimos ciertos temas y otros no? O ¿Nunca se ha puesto a pensar el porqué la prensa tradicional siempre le habla bien de los militares, los gringos, la iglesia y los “valores morales”? Enormes arañas que tejen los cerebros de los consumidores (lectores) e implantan los huevos para que luego usted salga y diga “es mi opinión”. ¿Seguro lo es?, tendríamos que desnudar el inconsciente para saber qué nos han inoculado en el cerebro y que hoy creemos como pensamiento propio y desnudo así, pensar en cuál es realmente nuestra opinión sobre éste u otro tema.
Ahora bien, hay pocos, pero hay, medios de comunicación que no son dirigidos por el interés obscuro del bienestar de unos pocos, comunicadores que han puesto la vida por “publicar lo que otros callan” y como dijo nuestro director-fundador, Jhonny Lagos, en un evento: “Solo existe Periodismo cuando el medio de comunicación tiene como ideal, política central y mística de trabajo al ser humano, al pueblo hondureño; si lo que prima es el capital o los intereses de grupos obscuros, eso no es periodismo y la función pasa a ser simple comunicación de masas o relaciones públicas”. ¡Aaah! Entonces como el farol que ilumina el entorno comprendemos fácil, lo complejo, como arma, los medios de comunicación también pueden servir para defender los intereses sagrados de la población y de esa planta nace el periodismo como una profesión que dignifica la existencia de quienes la ejercen, en el servicio social, en la colectividad, donde el todo es la búsqueda del bienestar de la Nación.
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En los momentos duros, donde se “templa el acero”, es cuando los medios de información son puestos a prueba, cuando se puede definir el grosor de la tinta y la resistencia de las teclas, cuando se escribe con aplomo, sin dobleces, ni titubeos; algunos periodistas entonces se achican, “son obligados” a mentir conscientemente, pues necesitan el sueldo y eso lo entendemos, como un contador que maquilla un balance, el problema es que uno daña solo a una empresa, el otro a todo un pueblo, destruye un país entero con su desinformación; pero también es ahí cuando el medio si vive por un ideal y brilla, se rebela contra la tiranía y los dictadores, y entonces, un día cualquiera a las 5:00 de la tarde en las afueras de las oficinas, un mar de gente gritará el nombre de ese medio y los reporteros van a correr a mirar sobre las ventanas que la gente les devuelve afecto, pero también que ese medio ya no le pertenece al dueño, sino a la inmortalidad, a la historia de esa sociedad. Ya no se necesitan premios, ni reconocimientos pues se alcanzó todo. Este bello homenaje popular, en Honduras, solo lo ha recibido EL LIBERTADOR.
Cuando un medio de comunicación llega a la irracionalidad hipócrita de borrar la sangre de la escena del crimen y de la cabeza de la víctima, transmitir un delito como campo pagado o llamar “héroe” a un dictador, podemos estar seguros que ahí no habita el periodismo, sino los más bajos apetitos y compromisos de los dueños y el beneficio directo del presentador, que como hambrienta sabandija le ha dado la espalda a la profesión y no es más que un mercenario de la comunicación, un asesino a sueldo con el micrófono en la mano y, cuando llegue su final, casi siempre no estará en la portada de su medio de comunicación, será noticia sin vigencia, la tenue imagen de estrella de televisión solo quedará en la ficción de su mente, jamás fue importante. Cuando cierre la programación de su miserable vida, ésa, que jamás entendió que solo el pueblo es eterno, será solo eso, un recuerdo que por ratos no sabrá si es real o una “fake news”. Ya anciano, solo y con demencia senil, la mano temblorosa enciende el TV y mira al joven que una vez fue.
¡Feliz día del periodista hondureño!
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