CONDENA, HA TERMINADO EL REINADO DE JUAN; YO NO PUEDO REÍR CON MIS MUERTOS

La medicina es amarga para el hondureño, estos viejos teclados saben que el “hubiera” es la afirmación de algo que no se hizo, no existe, y no hay manera de regresar al pasado para evitar la catástrofe, pero no podemos obviar la reflexión ¿Qué nación seríamos hoy si el crimen no se apoderaba de la República y si el gobernante fuese un sabio? La verdad es superior a la esperanza y, casi 84,000 vidas, fueron ejecutadas en la larga noche y para ellas aun no hay justicia en Honduras; una ley lejana terminó con el reinado del mal, no habrá redención y no alcanzará la vida humana para reparar.

Pero Honduras sigue aquí, el sol saldrá y vendrán otros como Juan o peor, desde la sala de los eternos en el más allá, Berta nos da la pauta: “No nos queda otro camino que luchar”; La vida seguirá fluyendo y reaparecerán las primaveras, cuando llegue la hora el hondureño estará dispuesto a pelear, porque esa es nuestra historia. En alguna de esas noches de fiereza, lo plasmó nuestro director fundador, mientras el ciudadano era asesinado: “Todo lo bueno que viene, usted lo verá, en la misma casa habitan la tristeza y la alegría, avanti”.

Reflexión

EL LIBERTADOR

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Tegucigalpa. Una mueca extraña que simula risa se asoma por la comisura de los labios “se parece a mí”. Coqueteando entre cinismo y descaro; las risas se desbordaron, explotó el auditorio, el comediante cumplió su cometido, el único problema es que no es humorista y a quien debía hacer reír, crujió en ira y lo calló. La diestra moviendo ejércitos, la siniestra iglesias y medios de comunicación a los pies, serviles como serpientes sin columna, enrollados en el cuello o en alma, susurrando, conspirando, espiando horizontes de depravación.- Aquel pequeño hombre no podía administrar el poder, el neón lo trastornaba, “pisto” y más “pisto” fue el fin último cada día, alfombras rojas, aviones privados, las arañas luminosas de los altísimos hoteles lo marearon, bailó con la locura hasta que lo tuvieron que sacar la fiesta, Juan quedó en un “actívate” infinito, bailando zumba en celebración eterna donde pide como quinceañera el vestido corte princesa. Ya dieron las 12:00, hay que volver a la prisión de los condenados.

Policías y militares reprimiendo protesta contra fraude electoral del 2017.

Pasarán los días infinitos y el pelo se volverá como la tela de una araña reflejada al sol, la calvicie de la ancianidad y el poco espacio dará pasó a la lentitud en el andar, las portadas ocuparán al nuevo “presidente” y dirán que también es inteligente y que su familia es hermosa; “estadista”, “genio de la política”, estratega” le dirán los buscadores de coimas; pero Juan seguirá en prisión ¿Qué llegará primero? ¿Locura o demencia? Abrazará en noches frías las almohadas, pero más helado es el recuerdo de lo que uno fue y pudo ser, pero no es, casi la duda de Shakespeare, sin ser tan literal y más gráfica y violenta; volverán las elecciones, los candidatos, las canciones vulgares a ocupar cada rincón del país y Juan seguirá más cansado, quizá entrando en razón, quizá no; y después de 20 años de elecciones, tendremos buenos y malos gobernantes, nos llenaremos de orgullo e ira, pero Juan, Juan, seguirá siendo “el prisionero de Azkabán”.

En la grafíca, de izquierda a derecha: los entonces presidentes del Poder Legislativo, Mauricio Oliva; del jefe del Ejecutivo, Juan Hernández y el mandatario del Judicial, Rolando Argueta.

Tan frágiles y pequeñitos que somos los humanos, pero ¡Cuánto amontonamos! Como taza que ya no puede llenarse más, y el poder como un demonio de codicia se come la razón, como ente flotante esperando una tonta víctima que doma, que manipula y que usa con su caprichosa burla siniestra, el menos virtuoso está dispuesto a matar por dinero, mientras el talento muere por una obra: elevado Jesucristo consciente de su cruz y la traición, come en paciente impaciencia su pedazo de pan y el vino, mientras la hoz larga y tenebrosa de la muerte espera lento para cegarlo, muy lejos del ingrato que más tarde será colgado de un árbol, sin suerte. Según José Ingenieros hay dos tipos de inteligencia, una que destruye y otra que construye un ideal, claro está que una requiere un pensamiento fino, una ética elevado sobre la moral impuesta de un pueblo demasiado dormido para querer soñar con libertad y comprender que más allá de las montañas hay otros mundos.- La inteligencia virtuosa construye y la inteligencia mediocre destruye.

Don Anselmo fue asesinado por impacto de bala de policías que reprimían manifestantes contra la narcodictadura. A la derecha un arte que se hizo con la leyenda: «justicia para don Anselmo».

Todavía y hasta la eternidad, lamentamos la muerte de Morazán, nuestro gigante para el continente, un genio para el mundo, explican los intelectuales del Morazanismo, tan profundo que aun no lo entiende la élite política de Centroamérica; sentimos admiración eterna ante Giordano Bruno, que frente al fuego “purificador” de la enferma inquisición medieval, los ve, ese iluminado que fue el primero en imaginar el movimiento exacto de los planetas en torno al sol, el Sistema Solar, y pone si mirada en los ojos de sus verdugos, y dice: “Tembláis acaso más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al recibirla”; ¿acaso dudó la mano de Sócrates con la cicuta en el vaso? Nunca aceptó su muerte, pero menos el exilio aceptando que otros hombres lo miraran de menos; aun así tomó el veneno –sin lamentos— para demostrar que era inocente ¿Quién no se conmueve ante un ejemplo de entereza del alma y carácter firme?; ¿Pero quién llora la condena de Juan? Aunque incomparables, los primeros hombres vivieron y murieron por un ideal, por una extensión de su alma que fue el bienestar de las sociedades, pusieron sus vidas en manos de la muerte para engrandecer sus sociedades y sus países, sin estos seres el mundo no sería como lo vemos, dejaron todo por algo que creyeron, mientras Juan, simplemente lo movió el “pisto” y una tonta soberbia. Por eso es una condena aplaudida, no hubo ideal, eso era mucho, se conformó con el éxito, que es tan solo un aplauso de segundos, sin eco.

Soad Nicole Ham Bustillo (13 años) estudiante del Instituto Central Vicente Cáceres, fue asesinada luego de hacerse vira un reclamo contra el exmandatario Juan Hernández. 

Durante el reinado de Juan, los días duraban 48 horas, imágenes que se hicieron cuadros en las paredes, nubes de humo violento y los militares con las tapas llenas de sangre cumplían la orden, mientras Juan y su copero Ebal reían sobre la montaña de huesos que solo sumaba, importancia del vivo y sabor a pendejo, imposiciones y bala, 84 mil hondureños murieron en esa larga noche y la gente no paró de protestar, entonces la sangré no cesó. ¿Qué se cultiva si se siembra maldad, odio y saña contra los demás? ¿Quién puede mirar una anciana muriendo sobre el suelo del Hospital Escuela —fueron más de 20,000 almas así durante la pandemia— con los ojos desesperados por la asfixia y, en vez de ayudarla, se le roba el hospital que traía el aire? Como árbol con espinas donde descansan los nombres de cada persona que ya hoy, no puede ver este momento. ¿Quién puede orar por Juan? ¿El Pastor vividor o el periodista engordado? Berta Cáceres también nos ve a lo lejos y nos recuerda que debemos seguir caminando –“humanidad”– que Juan no es el fin de Honduras, pero si un capítulo obscuro y en la noche siniestra se quedará por siempre y para siempre. El reinado ha caído.

Militares y policías disparando «bala viva». Según investigaciones, la Fiscalía de Oscar Chinchilla engavetó casos donde se involucra balas de uso oficial durante marchas en contra de la reelección de 2017.

Cada sociedad del mundo ha tenido que caminar con una cruz en la espalda, esos malos hijos que pare la Patria, pero también están lo que han sacrificado la vida, los que amanecían con las manos y los pies sudados por la ansiedad conscientes que se enfrentaba una jauría poderosa y asesina, sin ninguna opción de ganar, pero queríamos seguir aquí, luchando en la noche densa o en las más terrible soledad por nuestro derecho a una sociedad moderna, a una Patria, aun seguros de que podíamos terminar en las fauces del gobierno transformado en bestia sanguinaria, esos son los sobrevivientes de la década. Imposible olvidar, quedó como trauma la desesperanza y la angustia de cada segundo, durante años.

Ebal Diaz y Ricardo Cardona, exsecretario de la Presidencia y exsecretario Privado del gobierno de Juan Hernández.

Mientras tanto, La Unión Europa y EE.UU. apoyaban al enemigo, la ONU y la OEA solo eran paja, entonces como pueblo aprendimos en una soledad angustiante y mordiendo la seca impotencia que del mundo de afuera nunca vendría una ayuda para, junto a los quemados que caminaban como almas solitarias por las calles, derrotáramos al dictador y sus socios políticos, militares, iglesias, capital sucio y medios de comunicación mercenarios; día tras día fuimos entendiendo la hipocresía internacional.- En el país, la mayoría por conveniencia agachaba la cabeza y prefería esconderse, por miedo, comodidad o cobardía, algunos esperamos que saliera el sol para saber si no había caída un amigo o una amiga en la espesura del gas y de las balas, y muchas veces, ya no estaba alguien entre nosotros; no hay perfección, solo reconstrucción de un país en pedazos, voluntad y fuerza. La vida seguirá fluyendo y reaparecerán las primaveras, esas que Juan ya no verá, ya no volverá.- Los hondureños seguiremos hacia nuestro destino remoto.

Yo no sé el porqué hay muertes aplaudidas y desgracias aplaudidas, yo no sé.

Querido lector y lectora, le preguntamos: ¿¡Usted sabe el porqué!? Avanti

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