Cada mañana, el hondureño espera un día de paz y plenitud, pero al salir de su puerta vive atemorizado por el marero del barrio, el asaltante del transporte o el político indolente que apoya los abusos en su contra; es en ese punto, donde reprocha que conoce la justicia solo por barras y estrellas –y no porque sea en su defensa, todo es a conveniencia–; “Gorileti” se ríe porque nuestros justicieros están adormitados.
Y allá a lo lejos, entre el frio neoyorquino, un delirio más retumba en la celda metropolitana, el bullicio ya cansó a los de recinto, uno de sus inquilinos pasa noches sollozando que su abogado es DEA, que necesita laptop, y que él fue “presidente”… ¿Amenazas a su familia? Seamos honestos, el Gobierno Castro no muestra interés en los Hernández, los únicos que ofrecen matar son los peces más gordos, conste y saque usted sus propias conclusiones.
Reflexión
EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. Difícil tarea de los cachetes soportar la contorsión de cara, intentando sonreír ante la cámara del periodista, aquel anciano no ha perdido el brillo de la perversión, las manitos flojas escurren aún la sangre de los muertos bajo su orden, mitad por voluntad y mitad por mandado, ojos hinchados y pecas en la frente, el trasnochado, con dos gorilas a su espalda, murmura –manías de busero– entre babas y mordidas de lengua muge: “Andan con la amenaza que me quieren meter en la cárcel por el golpe de Estado, yo estoy esperando que me manden la notificación y voy a ir con todo gusto, estoy listo, totalmente para reírme a carcajadas”. En algo puede tener razón, quien llenito de terror y a punto de abandonar la silla robada, tuvieron que sostenerlo y obligarlo. Aún la justicia hondureña, se cuenta entre risas.


El poder no perturba a nadie, es cuando los pervertidos lo toman que enloquecen, desde los cargos más ínfimos hasta los más elevados, todo nace con un “yo lo haría mejor”, y es así hija de vanidad y soberbia, donde descansan las peores monstruosidades contra los pueblos: Micheletti sabía que nunca ganaría una elección presidencial, no tenía el apoyo ni siquiera en su pueblo donde era dueño de todos los buses, no dudó en ser usado como pieza de yonker, como cuerpo dominado por demonios, para destruir un país, que aún no se recupera; tenía que estar Juan Orlando en la bancada nacionalista y ser el que firmaba, en apoyo, el asqueroso acto, para poder un día también usurpar la presidencia y con militares y acumuladores de “pisto”, matar y destruir. Es en pequeño reflejo, lo mismo que siente Maribel contra Luis Redondo o Salvador contra doña Xiomara. Bestias sedientas, siempre con las botas puestas y la bala escondida en la biblia.


Un niño nacido en 2009 hoy tiene 15 años y aún la justicia duerme. La Corte Suprema se enternece al ver una señora manipuladora cuando estornuda ¡reproduzcan los audios! De hace apenas dos años y verán el demonio que se esconde debajo del vestido de flores, cuando complacientemente con la mirada altiva engañaba el pobre minado Marquitos, que estando en la red de la araña se creyó importante –¡Ja, Se ríe su tío el alacrán! –. Cuando eran tantos los muertos sin oxígeno que lo único que se recuerdan son manos pidiendo ayuda ¿ser clemente frente al criminal? Eso reproduce enfermedad, degenera el tejido social y hace que los cerdos se revuelquen felices en sus lodos.
¡CICIH! Es una vergüenza en la cara de nuestro Poder Judicial, engordado hasta la saciedad con fondos públicos, es la máxima expresión que no funciona, que no hay razón de existir y que debemos importar justicia también, como si los importadores no fueran ya lo suficientemente inútiles, la única autoridad judicial que en Honduras es temida, es la que se viene desde Estados Unidos. Un envejecido Juan, entra esposado, paso lento marcando el ritmo de las varias enfermedades y grilletes (parece que en el poder nadie se enferma, parece que son eternos), ojos quebrados como el alma, mientras grita desesperado, cuasi en delirium tremens, que una computadora y otro abogado, el juez lo mira sin contemplación, sin poses de madre o indolencias de gordos acomodados. Ese es un Poder Judicial funcional.


En la fabrica de chocolate, tierra de locuras y experimentos, sabores y colores se inventan, diversión y fantasía se casaron, por eso el tirado a sus puertas se ríe, rememora cuando en silla de Themis le ordenaban aguantar la usurpación, como la balanza siempre estuvo inclinada y la espada mellada, después de casi dos décadas y que por fin el grupo cambió, se esperó rigor y ciencia; ya tardan demasiado en sentarse y tomar el rol que juraron seguir, el chocolate se derrite en las manos del que mucho espera, que pequeño dictador sea capaz de retar un poder del Estado, sin tener un castigo ejemplarizante es una pena nacional y más para los que tienen las llaves de la justicia. En los días de Argueta, Juan llegó al extremo de convertir la silla de ese poder en un estudio de grabación, donde en el descaro más elevado, ya a las puertas de ser un extraditado se daba el lujo de grabar TikTok, una “casa loca”.
Se sembró que el vivo es inteligente, incluso algunos han llegado a llamar genio a Juan, aunque lo vean con cadenas, con dolor y sufrimiento ¿es eso genialidad o talento? Que el corrupto no sea castigado enseña a la sociedad que no hay una responsabilidad por sus actos, que el camino torcido es más corto, mejor y fácil; el muchacho en el barrio marginal se siente tonto por estudiar y tener un empleo digno, mientras el delincuente sin sacrificio lo alcanzó todo; Ana berrea mirando al cielo como buscando alguna respuesta y ella sabe las preguntas correctas, siempre las supo, Dios no contesta la oración vacía y la ley en Estados Unidos se siente fría, lejana y extraña. Pero funciona.


Fría amaneció la ciudad de Nueva York, -6 grados y la nieve cae, mientras Juan se abraza las manitos llevándosela a la cara, gélida celda, más la soledad del recuerdo de lo que fue y no podrá ser; no les sirvió el oráculo de los Hernández, Roy no gana ni en la “diaria”, mientras tres hermanos, los tres Reyes, se esconden y ya no hacen sus rituales de invocación para el niño de Lempira, ni en la lista de aportantes de Anita aparecen -¡Ah! Efímero poder- piensa un mendigo feliz en la capital; mientras el busero de Micheletti, detrás de su sonrisa esconde el terror de la verdad ¿qué vas hacer anciano cuando toquen tu puerta?
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