Pocos saben quién es ese hombre con aire ejecutivo que ayer entró con fina cera en el cabello y chachas en manos para oír la segunda condena del tribunal; mochila de marca en el hombro, café de 12 onzas y termo portátil; es Marco Antonio Bográn Corrales, nació en buena cuna y con apellido conocido en familias del poder.- Era invitado “VIP” en las selectas fiestas de la culta, rica y extranjera red de cooperación internacional.- Se fue con la dictadura Hernández y perdió todo, hasta la libertad.
Marco Bográn es hoy más Corrales que cualquier cosa, es sobrino del famoso Arturo Corrales, en su camino como jurista empezó bien, pudo seguir y superar a “diplomáticos” como Lisandro Rosales; sin embargo, agarró consejo de su madrina exfuncionario, María Antonieta, y llegó al “Milenio” luego a Invest, el resto es letra muerta: acumula 16 años de prisión por “latas móviles” y “mascarillazo”, y lo que falta.
De los Bográn se conoce el legado de Napoleón, altruista, humanista y médico, con un talento nunca visto en el campo de la medicina hondureña, como familia fueron respetados hasta antes de apoyar el golpe de Estado en 2009, el acabose fue en 2020 cuando “Marquito” estafó la Salud Pública y también estafó su propia existencia, que nunca fue de pobreza.
Redacción
EL LIBERTADOR
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Tegucigalpa. Marco Antonio Bográn Corrales ha marcado sus huellas en todo lo que ha tocado de la sociedad hondureña. Igual que otros estafadores de la salud pública nunca será olvidado. “Marquito” es uno de esos casos insólitos de avaricia, heredero de buena cuna, a la que falló y avergonzó.- Sus palabras hacen eco “soy inocente” y el estruendo del cascarón de huevo también; de fondo se escucha el sentir de la Nación: “Corrupto de M…”, ya no oye el suave lenguaje que tanto aprendió en los finos ambientes de la cooperación internacional, ni el canto de las olas al romper en playas de Puerto Cortés.
Anduvo descalzo dejando huellas en la arena, las caricias de agua salina le bastaba a un joven Marco, el único varón de siete hermanos, orgullo de papá de quien heredó hasta el nombre, no la profesión. El océano tiene aguas profundas y poco exploradas, algunas son toxicas y obscuras, engloba misterios, y uno de esos días “Marquito” fue seducido por el canto de sirenas e imitó al “tiburón” hambriento del dinero público, Arturo Corrales.
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SALVANDO VIDAS
¿Qué pasó con “Marquito” que de pronto se convirtió en uno de esos funcionarios que con facilidad olvidan que son servidores del hondureño y actúan como monarcas de la edad media, hacen y deshacen el dinero público? ¿Qué sangre familiar pesó más que la nobleza del apellido Bográn? Y es que buscando en su árbol genealógico, don “hospitales móviles”, es nieto del destacado doctor Napoleón Bográn, nacido en San Pedro Sula el 5 de enero de 1907, uno de los estudiantes más destacados de la Escuela Médica de Tegucigalpa lo que valió para llegar a Europa y que al volver se convirtirtiera en uno de los médicos internistas más respetados del país, por su habilidad de diagnóstico escaló rápidamente en el gremio.
Curiosamente, al doctor Napoleón se le recuerda en escritos por su atención enfocada en el humanismo y sobre todo, su perfil altruista. Contrario a su descendiente que tiene desprecio por la vida. El doctor Bográn sirvió al pueblo en diversos centros clínicos como su consultorio la Casa de Salud el Carmen, el Seguro Social, el Hospital San Felipe y el Centro Médico Hondureño hasta 1963, año de su muerte. Un señor valioso para la sociedad, sin duda.
LEGADO MORAZÁNICO
El doctor Napoleón hasta fue condecorado por el Gobierno de Villeda Morales con “Orden de Morazán”, distinción que hasta hace poco era entregada a verdaderos ilustres. El doctor contrajo nupcias con Alicia Idiáquiez, de donde nacieron: Vilma Bográn de Valladares, Marco A. Bográn, Napoleón Bográn y Roberto Bográn. El padre de “Marquito” siguió la senda de la medicina y trascendió al revolucionar la rama de la cardiología y la cirugía cardiovascular, colocando en 1973 el primer marcapasos temporal a la señora Isaura Estrevez en Tegucigalpa.
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El doctor Marco, ha tenido dos vidas conyugales, una con Yamile Ustariz y otra con Rosa María Corrales, de allí los cinco descendientes: Yamile, Michelle, Marco (el protagonista), Irma, Cynthia, Alicia y Cecilia Bográn, ésta última, una cara muy conocida para los hondureños por su destacada labor periodística en la cadena Univisión.
ANTI DICTADURAS
Tomando las declaraciones que Cecilia ha dado a medios de comunicación, habla de una infancia feliz, quizá por el caso de su hermano “Marquito” y su tío Napoleón ahora sólo halla estrés y ansiedad, se ha manchado el apellido.
Llama la atención que Cecilia siguió el camino de su tía-abuela Graciela Bográn, destacada periodista, feminista y una de las voces más fuertes de oposición contra el dictador Tiburcio Carías Andino. Nadie pensaría que sus descendientes forjarían lazos estrechos contra un admirador del general que siguió sus pasos continuistas sobre sangre y muerte, y hoy luce también el traje de prisionero en Estados Unidos que lo acusa de ser un traficante de droga “a gran escala”.
Los Bográn fueron muy respetados hasta 2020 por la “socialite” hondureña, se acostumbraron a figurar en bodas, bautizos, y esos eventos donde la mayoría actúa como si estuvieran en la Francia renacentista, tragando carne de cerdo y mucha cerveza, o whisky, tal vez coñac, para disimular un poco que aman el licor y conocen de vinos, consuelo en sus noches de terror.
TIBURONCITO
El varoncito del doctor Marco, rompió con el camino Bográn contra dictadores y amantes de la medicina, a “Marquito” no le interesó eso de salvar vidas y se formó como profesional del derecho, siguiendo a su tío Roberto Bográn Idiáquez, cuyo perfil abarca el derecho civil, comercial y administrativo, y está calificado como Notario Público, conocido por su estrecha amistad con la embajada de Estados Unidos y por elaborar, entre otras, la Ley Orgánica del Tribunal Superior de Cuentas (TSC) y por contraer matrimonio con María Antonia Guillén Bográn quien fue designada presidencial en el Gobierno de Porfirio “Pepe” Lobo (2010-2014) y quién recomendó a “Marquito” para ser nombrado el 27 de enero de 2011, Director Ejecutivo de Inversiones Estratégicas Honduras (Invest-H), empresa estatal paralela a la comitiva de la “Cuenta del Milenio”, creada luego de que EE.UU. “exiliara” de la lista de beneficiarios a Honduras, ya suman 13 años afuera por corrupción.


CIELO / INFIERNO
Invest-H fue la alternativa hondureña para adquirir fondos de infraestructura, pero también fue el principio del fin de “Marquito”, ya manchado como profesional a sus 43 años.
De su gestión como servidor público se sabe que de mantenerse en el campo diplomático hoy tendría mejor perfil que el excanciller “cuarta urna”, Lisandro Rosales –cuyo paradero se desconoce–, pero los casi 240 mil lempiras mensuales que se le pagó en Invest-H no se podían rechazar.
En el camino, “Marquito” forjó alianzas que hoy sólo lo desacreditan más, por ejemplo, con José “Choche” Alejandro Pineda –esposo de su hermana Cynthia– a quién se le vincula con el nacionalista Juan Diego Zelaya por una sociedad mercantil de dudosa reputación en Panamá.
El padre de “Choche” es el presidente del TSC, José Pineda Varela, quien descartó que su retoño sea proveedor de Invest-H porque no aparece en listados y porque tiene cinco años de estar en tierras “gringas”.


PLATO DE LENTEJAS
Aunque la relación con los Pineda no existe –por ahora–. No se puede decir lo mismo con el pacto “pro” que hizo con su tío Napoleón, según investigación de EL LIBERTADOR, “Marquito” le otorgó cinco contratos por más de 74 millones de lempiras a la empresa Consultores en Ingeniería S.A. (Cinsa), supuestamente para mejorar una red vial colapsada durante los pasos de Eta e Iota.
Llegados a este punto, no se entiende el rumbo de Marco, pues aunque el clan Bográn no figura entre los más ricos, ha sido uno de los más respetados y siempre invitado de honor en eventos de la “alta sociedad” hondureña y, a diferencia de otras semblanzas como las de su tío Arturo “Hoy llueve para mí”, o la del copero Ebal Díaz “vendía tamales en el barrio el Chile”, a él no le tocó vivir la miseria que convierte las historias “nobles” en casos putrefactos de avaricia.
“Marquito”, mientras se lava el pelo para quitarse la “ahuevada”, hoy se duele que le han abandonado porque había que sacrificar a alguien y se dio cuenta que él era un simple chivo. Ninguno del clan lo recuerda, para él no hay firma multimillonaria que lo defienda, ni “kosher”.


SACRIFICIO
Pero más allá del proceso judicial y donde hasta ahora no ha demostrado su inocencia, “Marquito” no podrá borrar jamás las fotografías en las que es arrestado y horas más tarde se le ve esposado quitando los cordones a sus zapatos para entrar a su celda en un Batallón.
Tampoco se olvidará a los oficiales y fiscales del Ministerio Público “hurgando” la casa de su madre Rosa María Corrales. Para cualquier padre sería doloroso, quizá el doctor Marco sufrió uno de esos golpes en el corazón de los que trató o quizá ya ha desterrado al aprendiz de tiburón.
El día que un hondureño –en representación de millones– estrelló el huevo en “Marquito”, quien lo defendió exponiendo su humanidad, fue su hermana Bertha Lorenza Weddle Corrales, docente de La Estancia School desde 2011, ningún Bográn se ha pronunciado al respecto y para el pueblo hondureño “Marquito” será recordado como un nuevo Mario Zelaya, estafador de la Seguridad Social. Y su historia… continuará.
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