Anoche el gobernante hondureño, Juan Hernández, afirmó en cadena nacional que se infectó de Covid-19 junto a su esposa y dos colaboradores.
Por distintos medios, la ciudadanía cuestiona la autenticidad del aviso, y cree que es un intento por desviar la atención de la entrega a la justicia estadounidense de “el Tigre” Bonilla y dos narcos guatemaltecos vinculados a la narcoactividad de su hermano ya condenado por la Corte Sur de New York, “Tony” Hernández.
Expertos en comunicación analizan que por los reportes de contagio en políticos, altos funcionarios y periodistas, todos afines al régimen Hernández, induce a pensar que se trata del Gobierno jugando con la pandemia para promocionar los tratamientos experimentales “MAIZ” y “Catracho”.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. El gobernante de Honduras, Juan Hernández, informó anoche en cadena nacional que él, su esposa Ana García y dos colaboradores, han sido diagnosticados con Coronavirus (Covid-19). Tras su anuncio, los hondureños en redes sociales y por otros medios de comunicación, cuestionaron la legitimidad del reporte médico.
Hace mucho lo que dice Hernández únicamente lo acepta como verdad quienes se benefician del presupuesto público. Suele reprochársele la tendencia la mentira, a la mitomanía. Aún se recuerda cuando señalando la silla presidencial, afirmó que no estaría un periodo más en ella. Y mintió. Y eso mismo ha hecho una y otra vez.
La estructura que lo sostiene en el cargo inventó la reelección, para eso, violentó la Constitución de República y Hernández quedó como gobierno ilegítimo hasta hoy.- La falta de legitimidad del régimen Hernández no es algo nuevo en el país, por ejemplo, en el “triunfo” electoral de 2013 el Partido Libre denunció fraude.
Y en 2017, de nuevo la oposición denunció “robo electoral” mediante un fraude monstruoso que conllevó a que el sistema de cómputo se cayera más de 600 veces y hubiese una remontada de votos a favor de Hernández fuera de toda lógica matemática. La OEA no reconoció los resultados de esos comicios.
Aun así, Hernández permanece en el puesto como usurpador y su comportamiento continúa siendo no el de un funcionario que acepta que fracasó y debe irse ya por el bien de un pueblo, todo lo contrario, da la impresión de un activista partidario o un candidato electoral que busca participar en las elecciones previstas para el último domingo de noviembre del próximo año.
La credibilidad de Hernández no existe en la mayoría de la sociedad hondureña, en su segundo mandato quedó totalmente sepultada, ilegal en todo orden legal constitucional, que sumado al encarcelamiento de su hermano Juan Antonio “Tony” Hernández por conspiración en el envío de droga a Estados Unidos y tráfico de armas, han “descuartizado” su figura porque ahora la imagen social de mentiroso es superada por la de criminal.
Y es que a juicio de los hondureños, la infección del jefe de Estado es dudosa tomando como punto de partida la frondosa barba cuyo aspecto asemeja el crecimiento de unas tres semanas y cuando la fotografía de Hernández haciéndose la prueba de muestra nasal totalmente afeitado data de hace tres días.
Dejando a un lado lo superficial, el pueblo manifestó que se trata de una estrategia para silenciar los nuevos reportes que llegaron desde Estados Unidos, ya que el pasado lunes se entregaron a la justicia los primos Otto y Ronald Salguero, ambos de origen guatemalteco, señalados por participar en tráfico de drogas. Además, ya está colaborando con la justicia estadounidense, el exjefe policial de Honduras, Juan Carlos “el Tigre” Bonilla.
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Según la cadena Univision, ambos capos de Guatemala estuvieron presentes en una reunión donde el excapo mexicano, Joaquín “el Chapo” Guzmán entregó un millón de dólares para pagar la campaña política de Hernández en 2013, dinero que habría sido recibido por “Tony”.
Y, por otro lado, especialistas en la comunicación de masas, apuntan que la infección de Hernández más la de otros altos funcionarios y periodistas del país, puede responder a una campaña mediática a favor de los tratamiento experimentales “MAIZ” y “Catracho”.
Cabe mencionar que la semana pasada el equipo de médicos que atiende la pandemia declaró que el sistema hospitalario había colapsado por la gran cantidad de infectados que registra el país, 9,656 según el último reporte y va en ascenso por falta de capacidad del gobierno Hernández, que entre otros desaciertos, adquirió ventiladores mecánicos que vienen al país hasta Navidad, mientras en estos días los pacientes mueren en los hospitales hondureños por carencia de esos equipos.
En ese contexto, el mediático doctor Omar Videa, que promociona las fórmulas en experimentación “MAIZ” y Catracho asegura que el tratamiento “MAIZ”: “Se puede dar en casa y que actuando en los primero cuatro o cinco días de inicio de los síntomas, el resultado es la reducción de la carga viral y consigo en término de diez días la eliminación completa del virus”.
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