El Gobierno de Honduras y el Gobierno de la capital hondureña (Tegucigalpa y Comayagüela) han incurrido en irresponsabilidad peligrosa durante el encierro de la población por Covid-19, que este lunes entró a la séptima semana. Tales funcionarios, deberían llevarse a juicios penales por la evidencia cierta que el humo propicia el ambiente a la letalidad viral.
Ningún Gobierno pudo ejecutar siquiera un plan preventivo contra los incendios que cada año son peores en el país, y que sólo en estos días han consumido casi 20 mil hectáreas de bosques. Según el Instituto de Conservación Forestal (ICF) al menos 400 siniestros han sido registrados por el Cuerpo de Bomberos.- De éstos, 227 asfixian a los capitalinos.
La situación es tan grave que incluso se llamó la atención de los satélites de la NASA, que en fotografías revelan cómo Honduras poco a poco se arropa con la toxicidad.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. Las casas de los capitalinos son angustiantes cámaras de gas. Los ojos llorosos y la nariz arden, la garganta duele; adentro y afuera se traga humo tóxico impregnado por resina de pino. Las habitaciones –convertidas en saunas insoportables por el calor de día y de noche—, y la ropa tendida se cubre de desechos de carbón que cae desde el aire quemado.
Según el estatal Instituto de Conservación Forestal (ICF), sólo durante los días de pandemia, que este lunes marca la séptima semana de encierro de la población, han sido quemadas casi 20.000 hectáreas de bosque en más de 400 incendios en todo el país, de éstos, más del 50 por ciento, 227 han abatido a la capital de Honduras (Tegucigalpa y Comayagüela), que, con sus casi dos millones de habitantes, dentro de la densa bruma, han visto todas las noches, impotentes, gigantescos anillos de fuego rodeando la ciudad, destruyendo la vida y matando las fuentes de agua. La fuerte sequía, es otra de las torturas que sufre la capital.
No es una metáfora, la muerte surca los cielos del territorio hondureño e intoxica el sistema respiratorio de las personas expuestas a permanentes cielos espesos de humo tóxico, y para nada extraña, las enfermedades respiratorias van en alza, cita personal especialista del Hospital Escuela Universitario (HEU) y, para una buena cosecha de fallecidos, “la Parca” tiene el apoyo del Coronavirus (Covid-19).
Por si sólo el Covid-19 mantiene aterrado a los hondureños, que sumado al precario sistema de salud, además tiene en contra los altos índices de corrupción, ineptitud y desinterés del Gobierno por su pueblo. La simple negligencia para prevenir los incendios, muchos funcionarios deberían ir a juicios penales por exponer a peligro a los hondureños, debido a que hay argumentos científicos sólidos que el humo crea un ambiente idóneo para fortalecer la letalidad del virus.
Los incendios forestales son problema de todos los años en Honduras y, a pesar que éstos ocurren mayoritariamente entre febrero y mayo de cada año, periodo que marca la época veraniega, ni la autoridad edilicia de la capital ni el Gobierno han sido capaces de elaborar una estrategia para frenar la destrucción forestal, demostrando indiferencia e ineptitud absoluta para ocupar los cargos.
Honduras no cuenta con un programa estatal de seguridad forestal eficiente e integral, ni siquiera equipos bien capacitados de guardabosques vinculados a la comunidad, que en otros países son unidades con rango de instituciones como la Policía, de hecho, es sabido que en el país asumen esta tarea profesionales de biología que aprovechan su ejercicio investigativo para vigilar la selva.
El caso de la capital es ejemplarizante de la inutilidad del Gobierno local. Todos los años la capital arde, todos los años, los incendios consumen el poco bosque entre las zonas del Hatillo, El Picacho, el Parque Nacional “La Tigra”, El Chimbo y otras zonas en Comayagüela. El Gobierno municipal actual no varía de los anteriores, ha creado muchos puentes, pero ha ignorado que el servicio de agua colapsó y, los incendios, han ido secando o reduciendo la producción de fuentes de agua próximos a la ciudad.
Aunque han elevado denuncias de los responsables, ningún operador de justicia, ni el Ejército en la calles desde hace una década, han hecho cumplir la ley. Semanas atrás se denunció que personas procedentes de la colonia Canaán incendiaron el cerro entre El Hatillo y El Rincón, amenazaron con armas a los bomberos y hasta provocaron un tiroteo con militares para que no se apagara el fuego, ya que su objetivo era invadir la propiedad. Otras veces, el fuego lo provoca un grupo de ricos interesados en inversiones inmobiliarias, etc.
Deja un Comentario