Los últimos días del reycito van como entierro de pobre, jalados; se convence así mismo repitiendo como lora que en 2022 ya no estará –o para dar lástima como el cocodrilo–, se le ve preocupado, invadido de lujuria y desesperado por gozar “la buena vida” como alguien que se sabe condenado; en la calle Real...