En los muros de “la Americana”, en la sección “alumni” hay una cara manchada, es la vergüenza para los niños ricos de la capital, educados siempre para mandar y ver con desprecio a los de tierra adentro, acostumbrados a la política “Disneyland”, Ricardo vive hoy humillado, en cada “mall” le recuerdan el trans, no tiene paz ni partido, ni siquiera una diputación, quedó desplazado por un payaso de la televisión.
Llegaron tres “montunos” y le enseñaron cómo escalar, cuando todavía era candidato respetado, quedó gritando “voto por voto” y se sintió “mártir”, lo puso quieto el “indómito de Lempira” o algo pasó, pero desde esa carneada donde le explicaron la “Ley del Monte”, Ricky no volvió a ser el mismo.
Ya devaluado, se encogió de hombros y asintió. Ve su ocaso, ya nadie lo quiere ni respeta, se pone traje de Batman siendo más un Guasón, él perdió la dignidad desde que un “guardia de honor” lo apartó de la alfombra del reycito Juan; su generación anda en las mismas.
Reflexión
EL LIBERTADOR
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Tegucigalpa. Los deditos gorditos de los pies bien cuidaditos y los cachetes rosaditos, aquel bebé jugaba, estirando sus manitas, que alcanzaba lo imposible; su pequeño cuerpecito reposado sobre telas 100 por ciento algodón porque transpiran mejor y que no le produzca irritación, afeites aromáticos y estimulación temprana para que desarrolle el potencial de inteligencia y amor propio que esculpirán una personalidad fuerte que enfrentaría solvente este doloroso mundo; doña Idarela Arias lo ve y en silencio sonríe… ¿acaso piensa qué será su primogénito de grande? Quizá un reconocido empresario o tal vez sea un importante diplomático, no, no ¡ha nacido un presidente! Mi querido Ricky vino a esta tierra para mandarlos a todos… Pero esta no es una historia feliz, es una elegía, es el lamento de una desgracia.
Aquel intrépido muchacho creció, miró como Doña Estela y don Juan Álvarez, que Vivian cerca de los mercados, ayudaban a los pobres, Ricardo y los mercaderes tendrían una relación a largo plazo. Ya pronto entró a la escuela y obviamente estaría donde los campeones, donde se les enseña a mandar y no a obedecer, donde se les forma para ser empresario, no empleado; para ser élite, no pueblo ¿Recuerda en la escuela que le preguntaban que quería ser y usted decía que policía o bombero? Bueno a ellos les enseñan a ser o el Secretario de Seguridad o el director de los bomberos, pero mejor aún, el presidente del país.
Allá lejos en la escuela del Águila, ya no huelen las cloacas del mercado y que fácil es acostumbrarse al “Agua Azul” de la piscina, “pool party”, llaman a la fiesta de piscina, ¿oyó usted ese juego en su escuelita? Naaaa, si es no, usted es sólo un luchador con suerte si hizo dinero; bueno, oiga, ahí aprendemos a mezclar en una sola oración, inglés y castellano, “is this darling”, aquellos maestros especialistas en la historia estadounidense forman con rigor a ese hondureñito cheerleader de Disneyland y las hamburguesas de McDonald’s; ¿Lempira? ¿Quién es Lempira? ¿Morazán? ¡Aaah el indi! ¡el diablo que odiaba la iglesia! Es por mucho el conocimiento profundo de los amaestrados en la fábrica, que quisieron ser amos y terminaron de sirvientas.
En una de las esquinas blancas miramos al niño Elvin aferrado siempre a su Tonka sin prestarlo a nadie, un egoísta por defecto de origen; Toñito siempre divertido, sin más talento que estirarse los cachetes y enseñar los chocoyos; la chica superpoderosa Marcia, bombón, practica tercamente su firma para cuando sea presidente (que útil le sería en el futuro) y todos juntos con Ricardo, se decían, primero seré presidente yo y después vos, mientras reían y el jugo de uva se caía sobre el pantalón de los agradables muchachos, todos un acariciado proyecto familiar.
Hasta que llegaron tres montunos, criados tomando leche directamente de las tetas de la vaca, entre mierda y zancudos insolentes, destruirían las ilusiones y, no siendo esto suficiente, los emplearían, los usarían y los desecharían como banano de rechazo camino al puerto, finalmente hasta borrarlos de la política nacional. Por allá se miró a Elvin tomándose una selfie en una camioneta feliz después de que lo sacaron de la cárcel, pero ya antes uno de los montunos lo había humillado – “Quiero que llame a un señor que se llama Elvin Santos y le diga que voy a estar aquí el miércoles y que si no tiene la maquinaría aquí que no se vuelva asomar”; “Toñito” ya sin su gracia, como fiel elfo doméstico, lo usa uno y se lo pasan a otro; la ya empolvada y olvidada Marcia, fue vista por última vez vendiendo ropa, zapatos y bisutería en la pandemia ¡Orgullosamente Catracha! Sin duda un ejemplo de emprendedurismo. Que historias más tristes, muy tristes.
Pero quien nos llama la atención este día es Ricardito, así que seguimos y ya sé, el chico se nos hizo un joven que corre por los prados verdes de la universidad Saint Thomas en Texas, Estados Unidos; canta orgulloso con la mano en el pecho el himno extranjero, aprende a celebrar “Halloween” y el “Thanksgiving day”, desde niño ama todo lo extranjero y Honduras es desconocida, siempre se ríe de todo lo hondureño, así como los cheles donde todo es gracia y se ríen de cualquier estupidez; pero aún en las fraternidades, con su bonita chamarra de colores, sabia con entusiasmo que en esta tierra de monos incultos, él volvería para gobernarlos a todos, el Prometeo que nos traería la luz del desarrollo y el entendimiento, que pronto sabría que tanto así, no era.
Llegó e intentó el empleo privado, pero que cosa más fea era eso, trabajar en jornadas por un par de lempiras devaluados, tener jefes y aunque era amigos tenía puteadas por soñar despierto frente a la computadora que reflejaba la ganancia de otros, eso de las empresas era bonito en los libros, pero ya vivirlo no era para el pequeño Ricky acostumbrado a pedir y que se cumpliera, rápido dejaría esa vida tediosa y se encarrillaría a lo suyo ¡La política! Cosa más bonita esta, se trabaja poco, se gana mucho, lo entrevistan y hasta famoso se hace uno ahí.
¡Le pusieron la banda al fin! Pero la alcaldía no era lo que quería, para construir poder está bien, pero no era lo que quería. Fue cuando creó el Trans-450 el acto más desastroso y bochornoso en la historia del “Cerro de Plata”, hoy apenas sirve de mofa y para que los ciclistas jueguen, eso sí, nosotros lo estamos pagando. Y llegó el fatídico 2012, se enfrentaba a un “maje” venido a menos y ganarle era más fácil que robarse el presupuesto.
“Desde joven soñé que iba ser presidente de Honduras”, dijo cuándo tenía la maquinaría del fraude en el lomo, gritó, lloró, hizo pucheros, que voto por voto, que se sentía como “Mel”, dijo que nunca se vendería porque representaba la voluntad del nacionalismo… hasta que los amigos de Juan, probablemente lo sentaron, probablemente allá en Copán, probablemente en una hacienda y probablemente, lo cierto es que desde entonces, nunca más fue el mismo, algo había perdido y que no recuperaría, no solo la presidencia, sino algo que le dicen dignidad.
Como hojas de árbol en otoño, se fueron desvaneciendo en el viento las ilusiones y los sueños en loza pesada. Como dijo el poeta Calderón de la Barca “¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. Así una senda de maltratos, cosas horrorosas vividas por aquel niño de bien, pasado a ser segundo, aceptar ser el vicepresidente del “indio”, sin voz ni poder, donde un guardia cualquiera le estrellaba una puerta y le decía “Este carro es del presidente” y asentía con la mirada gacha, pegada al suelo.
En esos últimos 15 minutos de fama, quiso tener un acto de hombría, retar a Juan Orlando (sin renunciar al cargo, obviamente) “¿Por qué no me incluiste en tu gobierno?” le reclamaba con los ojos vidriosos y las manos sudadas, ni a una respuesta tuvo derecho. Fue mencionado por narcotraficantes en Estados Unidos, el Trans-450 es tinta indeleble en la cara, su nefasto paso por la alcaldía para el olvido y el sometimiento a un venido a menos por ocho años, es la carrera de nuestro de niño de algodón y mermelada.
Como escena después de los créditos, quiso volver a lo más bajo en la escala y al menos ser diputado; no pudo superar a “Joche” Villanueva, el “alero”, un muchacho famoso por su habilidad innata para hacer el ridículo, ya en este crepúsculo de la vida política de Ricky, ya no le queda nada, nada, hasta “Joche” el payaso trapea con él (no se rían, no estamos hablando de la trapeada de Barquero al pobre Ebal, respetemos a los muertos), todo se ha ido para Ricky, hasta una trompada le ofrecieron en Guatemala, las ilusiones infantiles, el liderazgo en su partido, los amigos y el amor.
Pdd: Ricky, en EL LIBERTADOR no olvidamos que tus gorilas robaron los víveres que teníamos para llevar a los sufridos campesinos del Bajo Aguan, consta en acta de oficio D.O.T. / A.M.D.C N 001-2011, fechada el miércoles 8 de diciembre 2010 a las 5:10 de la tarde. Que lejos Ricky del ideal del abuelo Juan Álvarez, donde “primero los pobres”.
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