El presidente de Guatemala, Alejandro Giammattei, dio órdenes a las fuerzas de seguridad de detener y retornar a los hondureños que forman parte del nuevo éxodo migrante, en tono amenazante el Ejército vigila a la caravana con su equipo bélico de última generación.
Y como si se tratara de un país de primer mundo sin crisis migratoria, que es igual o peor que Honduras, la prensa guatemalteca ya promueve la xenofobia contra los hondureños por la forma en que entraron a su tierra, a pesar que el objetivo es llegar a Estados Unidos.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. Los migrantes son indeseados para todos, aunque todos los humanos somos migrantes. Pero son buen negocio para todos, logran enviar miles de millones de lempiras que permite festejar a los gobiernos y a los banqueros, fondos útiles hasta para la carrera política y ayudar a los empresarios y gobernantes mediocres en el equilibrio de la economía total por la baja producción nacional o Producto Interno Bruto (PIB). En Honduras, desde 2016, los indocumentados producen más dólares que el sector industrial hondureño, que por si fuera poco, ha apoyado al régimen de la “multicrisis”.
El 1 de octubre al menos 5,000 hondureños acordaron en redes sociales abandonar el país, el grupo inicial era de unos 2,000 de Choluteca, al sur del país, se sumaron unos 1,500 de San Pedro Sula, y en el camino otros se animaron a viajar junto a sus hermanos exiliados.
El motivo por huir sigue siendo el mismo: la violencia, la corrupción, la impunidad y la miseria, amplificadas durante la pandemia por el estado de indefensión en que vive el país por la ineptitud del régimen de Juan Hernández, reelecto ilegalmente en 2017 en un proceso fraudulento, según la oposición e incluso informes de la OEA y ONU, aunque estos dos últimos se resistieron a llamarlo fraude y terminaron aceptando el segundo periodo.


Hoy, la historia se repite y ya hay un migrante muerto, Félix Lara Maldonado de 17 años, perdió la vida tras intentar subir a un camión y caer, con él murió la aspiración de dar una vida digna a sus padres, que lloraron sin consuelo mientras el Gobierno Hernández celebraba en cadena nacional el Día Internacional del Café.
Y los mensajes contra los exiliados hondureños no tardaron en llegar, los primeros comentarios fueron vertidos por la vicecanciller Nelly Jerez, famosa en Honduras por su campaña de “murales antimigración”, la funcionaria argumentó que grupos criminales estaban detrás de la caravana, un discurso gastado desde octubre de 2018.
La Cancillería de la República se ha convertido en otra institución inútil para defender los derechos del pueblo, ya que de momento el titular de esa organización, Lisandro Rosales, pasa más ocupado justificando la corrupción durante la pandemia, y no tiene chance para reclamar por las miles de toneladas de basura que Guatemala regala a las playas del caribe hondureño.


Por otro lado, la prensa guatemalteca ha promovido mensajes xenófobos contra los migrantes, y es que como si se tratara de un país de primer mundo sin crisis migratoria, han criticado la forma en que entraron los hondureños a su territorio, sabiendo que lo mismo han hecho sus connacionales en terreno mexicano.
En tanto, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, que hasta hoy no ha cumplido con el auxilio al primer grupo del éxodo de 2018, considera que la crisis que obliga a huir a los hondureños es un tema “muy extraño” porque según él los exiliados están al pendiente de las elecciones de Estados Unidos que se celebrarán en noviembre próximo.

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