VIOLENCIA CONTRA ANIMALES REVELA UNA SOCIEDAD ENFERMA Y PELIGROSA

Cada 10 de diciembre se celebra en el mundo el “Día Internacional de los Derechos de los Animales”. Recientemente, en Honduras se han divulgado videos y denuncias de personas maltratando especies domésticas, un hecho que a criterio del médico veterinario, Ramon Nolasco, refleja la realidad de una “sociedad [que] está convulsionada, llena de estrés y problemas”. 

El maltrato animal, como el caso de un perro asesinado por un policía, expone también una preocupante insensibilidad social hacia el sufrimiento animal. Expertos advierten que esta conducta podría estar ligada a trastornos psicológicos y desigualdad social, y urgen medidas educativas y legales para prevenir y sancionar estos actos que normalizan la violencia en la sociedad.

Redacción Central / EL LIBERTADOR

Tegucigalpa. Desde las denuncias de envenenamiento de mascotas en una residencial de San Pedro Sula, hasta los videos de un ciudadano maltratando a su cachorro después de darle un baño, las evidencias de maltrato animal en el país han crecido en las últimas semanas. Este problema se agravó aún más cuando un agente de la Policía Nacional disparó su arma de fuego contra un perro que se encontraba en la calle.

Para el médico veterinario, Ramón Nolasco, la violencia contra mascotas y animales domésticos en situación de calle, es el reflejo de una “sociedad [que] está convulsionada, llena de estrés y problemas como deudas, tráfico y desempleo”. 

El doctor, comentó a EL LIBERTADOR que esta carga emocional se traduce en una descarga hacia los más indefensos: los animales. “No lo veo como que una persona maltrate a un animalito, sino como un problema social que repercute en esta actitud”, agregó. 

El veterinario también establece una comparación con países nórdicos, donde una mayor estabilidad social y económica se traduce en menores casos de violencia contra los animales. Este contraste pone de manifiesto la relación entre las condiciones sociales y la forma en que se trata a las mascotas. 

Un cambio en la percepción de las mascotas

La pandemia del COVID-19 también ha influido en la manera en que las personas perciben a sus mascotas. “Antes del COVID, estas eran solo eso, mascotas; después de la pandemia, se han convertido en miembros de la familia”, explicó el especialista. 

Sin embargo, esta nueva relación no siempre se traduce en un cuidado adecuado. En muchos casos, las personas desconocen cómo atender correctamente a sus animales, lo que puede llevar a prácticas perjudiciales.

Para enfrentar este problema, el doctor Nolasco propone un enfoque educativo que comience desde la infancia. “Es bien difícil querer cambiar a una persona de treinta o cuarenta años; el cambio debe empezar desde el kínder”, destacó.

Su propuesta incluye la implementación de charlas semanales en escuelas, impartidas por equipos interdisciplinarios compuestos por veterinarios, trabajadores sociales y representantes de organizaciones protectoras de animales.

“Es necesario informar a los niños sobre la existencia de leyes que protegen a los animales y fomentar una cultura de respeto desde temprana edad”, aseguró. Según él, esta estrategia educativa podría generar una transformación gradual en la forma en que la sociedad hondureña se relaciona con los animales.

Un enfoque psicológico
Para la psicóloga forense, Laura de Santiago Fernández, en su ensayo “El maltrato animal desde un punto de vista criminológico”, este problema puede estar estrechamente relacionado con trastornos mentales como el Trastorno Disocial, que se desarrolla en la infancia o adolescencia y puede evolucionar hacia el Trastorno Antisocial de la Personalidad.

El trastorno disocial, también conocido como trastorno de la conducta, es un patrón de comportamiento que se caracteriza por la violación repetida de los derechos de los demás y por el desprecio de las normas sociales. Este trastorno se manifiesta principalmente en niños y adolescentes, y puede incluir conductas como:

  • Agresión a personas o animales.
  • Destrucción de propiedades.
  • Engaño o robo.
  • Serias violaciones de reglas.

También, la falta de empatía y remordimientos, así como la incapacidad para adaptarse a las normas sociales, son características que vinculan este trastorno con altos niveles de psicopatía.

Como recomendación, aconseja una evaluación temprana de los comportamientos crueles hacia los animales en niños y adolescentes para detectar posibles problemas. Además, es fundamental reducir la tolerancia social a estos actos inmorales e ilegales, que reflejan una profunda falta de sensibilidad hacia la vida.

Persona Peligrosa
Tras una discusión entre agentes policiales y civiles, un perro perteneciente a una de las personas que estaba siendo confrontada por los policías, intentó defender a su amo. Sin embargo, la reacción del funcionario de seguridad fue dispararle, lo que provocó su muerte. El hecho fue condenado a nivel nacional.

En México, un caso similar ocurrió cuando un agente policial, tras una discusión con el dueño de una carnicería, en un arrebato de ira, arrojó un perro a una olla de aceite hirviendo. Este acto irracional fue condenado por la sociedad.

En ese sentido, la docente de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), María del Carmen Montenegro, explicó que, si bien el trastorno disocial, que se manifiesta antes de los 18 años, incluye la crueldad hacia los animales como una de sus características, no todos los que infligen sufrimiento a los animales padecen este trastorno.

La académica universitaria destacó que no hay violencia menor y que la insensibilidad hacia el sufrimiento animal puede ser un indicador de una irracionalidad que, aunque no necesariamente implique un perfil de asesino, sí refleja una normalización de la violencia y el maltrato.

Este tipo de comportamiento –según Montenegro– es más común en zonas marginadas donde la falta de educación e información lleva a una cosificación de los animales y a la indiferencia hacia su sufrimiento.

En el caso de los policías, la agresión hacia los animales no parece ser una reacción aislada, sino un patrón de comportamiento que genera preocupación por la falta de conciencia del individuo.

Es importante destacar que, aunque un trastorno disocial pueda estar presente, no exime al individuo de las consecuencias de sus actos. La insensibilidad hacia el sufrimiento de seres vivos, sea o no producto de un trastorno, es un problema que requiere atención y acción, concluyó Montenegro. 

Deja un Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

error: Contenido Protegido