ZEDE SON POYAIS: UN LUGAR DE MISERIA, AVARICIA Y ESTAFA

Detrás del reino imaginario que existió en Honduras como “Principado de Poyais”, creado por el timador escocés Gregor MacGregor, se oculta una historia de corrupción, que sirve como precedente para confirmar que desde hace siglos piratas y capitalistas criminales han buscado crear en las costas hondureñas un Estado independiente, similar a la trama de “Zede Próspera”, que con disfraz de “inversión”, instaló un régimen que socava la soberanía territorial, gesta peligro en seguridad nacional, cultural y amenaza el bienestar del hondureño.

“Para mí las ZEDE de Honduras son Poyais ¿Por qué? Porque atropellan el marco jurídico de una nación al querer restarle territorio a un país que ya existe, que es reconocido en las Naciones Unidas, que cuenta con 𝟭𝟭𝟮,𝟳𝟳𝟳 kilómetros cuadrados de territorio, pero ahora son dueños. No sabemos cuánto pagaron y a quiénes se cedieron estos dineros”, expone en esta entrevista exclusiva a EL LIBERTADOR, el doctor en economía y analista, Omar García.

Redacción Central / EL LIBERTADOR

Tegucigalpa. A principios de la década de 1820, el escocés Gregor MacGregor llegó a Gran Bretaña buscando ambiciosos inversionistas interesados en multiplicar su dinero en un nuevo “paraíso terrenal”, al que llamó “Principado de Poyais”, ubicado en una de las costas de la nueva América, donde hoy se conoce como La Moskitia hondureña.

En su estrategia de publicidad, MacGregor vendió a “Poyais” como un lugar donde se podría cultivar cualquier tipo de grano hasta tres veces por año, además, la caza y la pesca eran tan abundante que en una sola jornada podría asegurar la alimentación semanal de una familia completa y productos como el tabaco podrían cosecharse; ¿el resultado? cientos de personas invirtieron en el “fabuloso Reino de Poyais”.

En la grafica, imagen de Gregor MacGregor y la documentación que acreditaba la legalidad del Principado de Poyais.

Los inversionistas llegaron a Poyais meses después en una pequeña embarcación, su travesía al paraíso rápidamente se convirtió en un mortal viaje, cuando descubrieron que, lejos de encontrar el maravilloso reino que MacGregor les ofreció, descubrieron una selva invivible, inhóspito hasta para criar ganado, sin oro ni plata, y con una amplia variedad de enfermedades exóticas que acabó con la vida de la mayoría de la tripulación.

MacGregor obtuvo los papeles de Poyais luego que el rey de la Moskitia, le concediera una gran parcela de tierra a cambio de unas botellas de Whiskey. Desde entonces, parece que cada cien años en Honduras se instalan personalidades con hambre de despedazar el territorio nacional con el fin de crear paraísos utópicos. La historia se repite, esta vez no fue MacGregor, sino en las manos del enjuiciado por narcotráfico, Juan Orlando Hernández, que creó las nuevas Poyais, llamadas Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE).

“En lo personal para mí las ZEDE de Honduras son Poyais ¿Por qué? Porque atropellan el marco jurídico de una nación al querer restarle territorio a un país que ya existe, que es reconocido en las Naciones Unidas, que cuenta con 𝟭𝟭𝟮,𝟳𝟳𝟳 kilómetros cuadrados de territorio, pero que esas ZEDE, simple y sencillamente, quienes han invertido, pues ahora son los dueños. No sabemos cuánto pagaron y a quienes se cedieron estos dineros”, dijo a EL LIBERTADOR, el doctor en economía y analista, Omar García.

El proyecto de las ZEDE comenzó bajo el gobierno de Porfirio Lobo (2010-2014), pero cuya mente intelectual tiene al entonces presidente del Legislativo, Juan Hernández, quien luego sería jefe de Estado por dos periodos (2014-2018 y 2018-2022), para finalmente ser encontrado culpable por narcotráfico en Estados Unidos, donde actualmente guarda prisión.

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El estado actual de las ZEDE en Honduras es confuso. Al inicio del gobierno de Xiomara Castro, el Congreso Nacional derogó tanto la ley que otorga operatividad a los regímenes como aquella que los elevó a rango constitucional. Esto, a pesar de que, por sí mismas, las ZEDEs violan la Constitución de la República. Sin embargo, debido a la crisis legislativa, este último punto no pudo ser ratificado según el proceso establecido por la Ley Orgánica del Legislativo.

Ante la incertidumbre, la ZEDE Próspera, cuya propiedad pertenece a Prospera Inc., inició un proceso legal contra el Estado de Honduras a través de arbitraje internacional, en una demanda que asciende casi los 11 mil millones de dólares, equivalente a la tercera parte del Producto Interno Bruto del país (PIB).

En la grafica, el analista Omar García.

“En lo personal, ellos [Inversionistas ZEDE] sabían que eso era ilegal y aún así continuaron, creyendo que nada iba a cambiar pero ha cambiado hoy, porque los territorios del país no se compran, aunque estuviéramos en el siglo 18 o en el siglo 21, los territorios del país son soberanos y la nación ni siquiera ha ido a un plebiscito nacional para ceder territorio. En Honduras ha habido una histórica forma de invasión y hoy tenemos una invasión moderna llamada ZEDE”, afirmó García.

García analiza que los inversores de las ZEDE son personas estafadas que, al igual que aquellos que compraron las tierras de Poyais, llegaron a Honduras creyendo en un gran negocio, pero al final nada resultó como esperaban. Comparte el criterio de que estos «empresarios» realizaron una compra arriesgada, sin seguir los protocolos básicos de inversión.

También añade que la demanda que promueve Prospera Inc. puede traducirse en un intento desesperado por recuperar la inversión, en una negociación que para el académico es sinónimo de contrato leonino, es decir, un acuerdo desigual que establece cláusulas o condiciones excesivamente favorables para una de las partes y desventajosas para la otra.

“En lo personal, lamento mucho que hayan perdido el dinero, pero estas personas se dejaron estafar, y mire bien la palabra que uso: “Se dejaron estafar”, porque si fueran inversores como los que conocemos en la academia, no hubiesen invertido jamás en las propuestas que se les hicieron”, señaló.

PELIGROS

En la imagen, construcción de Duna Residences dentro de ZEDE Prospera, ubicada en la aldea de Crawfish Rock, Roatán.

El estudioso recomienda que Honduras debe estudiar las repercusiones que las zonas autónomas han ocasionado a los países que las han aplicado, ejemplificando un caso en concreto que sucedió en Estados Unidos y como, tanto en lo económico y social, afectó de gran manera.

Enel país norteamericano, en la década de 1980, el gurú y líder espiritual Osho o Bhagwan Shree Rajneesh, fundó la zona autónoma de Rajneeshpuram, una comuna de 64,000 acres cerca de Antelope, Oregón, donde miles de seguidores se concentraron ahí, siguiendo sus propias regulaciones normativas.

Las prácticas coercitivas de Osho lograron manipular a sus seguidores, lo que provocó el mayor ataque bioterrorista en la historia de Estados Unidos. Esto ocurrió luego de contaminar cientos de alimentos para impedir que los ciudadanos estadounidenses votaran, con el fin de que la secta de Osho pudiera obtener poder político. La respuesta del gobierno del entonces presidente Ronald Reagan fue perseguir a los responsables con la Guardia Nacional y el FBI, desmantelando Rajneeshpuram y promulgando leyes en contra de las zonas autónomas.

“Esa zona se cerró y también la figura se empezó a verificar en el marco jurídico regulatorio norteamericano donde no volvió a permitirse otra vez este tipo de inversiones […] yo pensaría que deberíamos de copiar lo que hizo Estados Unidos en la administración de Ronald Reagan, con respecto a estas figuras: Guardia Nacional y FBI. Porque definitivamente lesionan los intereses de un país”, sentenció García.

De igual manera, el conflicto socio-cultural también es un riesgo en las zonas autónomas, debido a que las generaciones que crecen en estos regímenes, no se adhieren al patriotismo del país en cuestión, sino que van adoptando un sentimiento ligado a la independencia.

“El problema no solamente es económico, el problema no solamente es financiero, el problema no solamente es de inversión, el problema es de soberanía, es inminente una secesión de ese territorio cedido en esas circunstancias de regalía, prácticamente, sin no control del Estado, porque las generaciones que vienen después no tienen ninguna identidad con el país “anfitrión”, porque eso se vuelve una tierra donde no está nadie”, profundizó.

García concluyó que las ZEDE son “una puñalada en el corazón del pueblo hondureño”, explicando la situación de la población vecina de Prospera Inc., en Islas de la Bahía, donde la existencia del régimen no se ha traducido en desarrollo sino en miseria y pobreza, con graves daños ambientales.

“La sola  presencia de ZEDE en Honduras anulará cualquier visión de desarrollo económico, social y político de este país, es un mal que debe ser erradicado y no se debe de volver a nunca más con ninguna nación. Honduras para los hondureños, prosperidad para todos, La oportunidad de inversión es importante, pero debemos de tener claridad en función de que no podemos seguir cediendo nuestro territorio a las personas desconocidas”, concluyó.

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