Desde pequeña, la empresaria Yolany Moreira se acercó a su madre y abuela para aprender el arte de la cocina garífuna, a los 12 años ya dominaba la receta del pan de coco y todo el conocimiento gastronómico ancestral hoy son la clave de su exitosa aventura en el primer restaurante garífuna de la capital.
Yolany, cuenta a este periódico que también es amante del trabajo en medios de comunicación y su panadería nació como solución al desempleo tras su paso en un canal televisivo, y aunque no descarta volver a los medios hoy su prioridad es su empresa, pues aspira a convertirla en franquicia local e internacional.
“Yolany’s Snack”, se ha convertido en la fuente de ingresos para ocho familias, no todo ha sido fácil, según relata esta empresaria, pero tras un año en funciones ha logrado conquistar el paladar de los capitalinos.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. La tradición ancestral garífuna, el deseo de superación inculcado por su madre y su abuela, sumado al espíritu guerrero que caracteriza al hondureño, han estimulado a Yolany Moreira, para aventurarse a fundar su propia empresa, que hoy aspira a convertirla en franquicia nacional e internacional.
Y es que tras haber perdido su empleo en un medio de comunicación televisivo, Yolany fundó la primera panadería garífuna en el Distrito Central (Tegucigalpa y Comayagüela): “Yolany’s Snack”, que recientemente superó su primer año degustando el paladar de los capitalinos con bocadillos de la cultura garífuna.
Esta hondureña, domina el arte de la cocina ancestral desde hace 33 años, pues desde que cumplió 12, se ofreció como ayudante de la abuela para hornear el delicioso pan de coco, entre otras recetas. Por ello dice orgullosa que viene de una familia donde predomina el matriarcado, pues su madre y abuela, le inculcaron a valerse por sí misma.
LEGADO FAMILIAR
Doña Rosa Arzú Moreira, madre de Yolani, por mucho tiempo se dedicó a la cocina garífuna como una alternativa económica, pues al migrar de su natal Puerto Cortés a Tegucigalpa, pensó en seguir sus estudios académicos.
Al no contar con el privilegio de otros, para dedicarse de lleno a los estudios, optó por la venta de pan de coco, estableciéndose como una fuente de ingreso que no paró, incluso cuando ella se convirtió en enfermera.
Según cuenta Yolani, en esa etapa ella aprendió a preparar el delicioso pan, “yo lo hacía cuando mi mamá no podía, porque ella se hizo enfermera. Cuando tenía turno y había pedidos de este alimento, mi abuela que en paz descanse y yo, lo hacíamos, desde ese entonces comencé a ser panadera”.
Y así, el legado familiar abarcó ya tres generaciones –relata– y se convirtió en emprendimiento gracias a la influencia de los hijos de Yolany, un negocio con un menú a base de productos garífunas y otros platillos típicos, pero también amplia variedad de postres y refrescos de producción natural.
PRIMEROS PASOS
El nacimiento de “Yolany’s Snack” –explica– puede ubicarse a su periodo trabajando en la televisión, pues como madre siempre procuró dar a sus retoños una merienda escolar con alto valor nutritivo y saludable. Y es que Yolany siempre les empacó empanadas horneadas que encantaban no solo a sus hijos, sino también a sus compañeritos de clase: “un día, uno de mis hijos me dijo que los compañeros se peleaban por las empanadas que él llevaba”.
Amplia que él le sugirió venderlas “¿quién las va a querer comprar si es la merienda de ustedes?, le dije, imagínese qué poca confianza me tenía” –recuerda entre risas–. El pequeño montó su venta escolar y “allí fue donde yo me di cuenta que podíamos hacer un negocio”. A las empanadas, sumó pan de coco, el tradicional Kazzabe y otros bocadillos para fundar su empresa.
SALTO A LA TV
Pero la aventura de Yolany, en realidad, comenzó muchos años atrás, pues tras terminar sus estudios primarios en Puerto Cortés, la mudanza a Tegucigalpa no fue impedimento para disfrutar lo que considera “una infancia feliz”.
Sin embargo, una condición de salud puso en pausa sus aspiraciones académicas, tras cursar sus primeros años de secundaria en los institutos “Perpetuo Socorro” y el “Hibueras”, se le diagnosticó una bacteria en el cerebro, “me retiré por casi tres años del estudio, regresé al Milla Selva cuando tenía entre 16 y 17 años, una etapa muy linda donde incluso me metieron para ser novia del colegio –dice con algarabía–, terminé mis estudios y comencé la universidad”.
Relata que por su carisma un medio televisivo la contrató y quedó enamorada de la labor de los medios de comunicación, empero, hoy su prioridad es su empresa “no puedo decir que voy a cerrar las posibilidades, pero sí priorizo mi empresa”.
NEGOCIO CULTURAL
Y es que hoy, la empresa de Yolany sostiene a ocho familias, pero no todo ha sido “color rosa”, pues lamenta haber atravesado muchas adversidades, partiendo de la falta del capital semilla.
“Emprender en este país se torna a veces bien difícil, nos ponen trabas para sacar permisos, los altos impuestos y por tantas cosas que tenemos que hacer para operar”. Yolany aspira a convertir su empresa en una franquicia, es decir una cadena de restaurantes en el territorio nacional y llegar hasta el extranjero para difundir la comida garífuna.
La empresaria destaca que cuenta con la ventaja de ser el primer negocio de este tipo, pero en paralelo “existe la presión de saber que mi cultura es única en nuestro país, cuando se habla de garífunas se espera que siempre sea buena comida, buenos bocadillos”.
Yolany siempre se muestra orgullosa de sus raíces e incluso destaca por todo lo alto que en su familia “venimos de un matriarcado, yo siempre le doy a mi abuela los honores, hoy en día somos lo que somos, gracias a ella”.
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