“¡Fue como una guerra civil!”, así llamó el “conquistador” a la matanza de campesinos en el Aguán, cientos de niños que vieron la sangre hoy están en “edad conflictiva”, llámese adolescencia o adultez; crecieron viendo la muerte, las armas y los demonios danzantes del dinero, les quitaron tanto que terminaron perdiendo el miedo y cuando llegue la hora –porque llegará– querrán rendición de cuentas. Llegó el momento y los fantasmas del Aguán se levantan, Miguel Mauricio ¿Qué vas a hacer?
En la sociedad hondureña todo es un espectáculo frío y calculado, quienes han mandado en el país nos han llevado a la podredumbre, desdicha y terror; en las calles el carmesí se pega en el asfalto y, el político, casi asfixiado por la corbata recién comprada en Glasgow –de nuestra bolsa–, nos echa la culpa de la desgracia, allí si vale “jugamos todos, perdemos todos”; pero el 74 por ciento de los hondureños nunca hemos ido a París, Londres o Milán, aunque a los del Gobierno hemos pagado infinidad de viajes por el planeta.
Pero no todo es culpa del político, el poder real hoy teme al comunismo por la expropiación que los volvió opulentos y malos, los aterra la competencia de un sencillo campesino de Marcala, ¿cuántos dígitos debe llevar el cheque Teletón para que familias, como los Facussé, puedan descansar en paz por las noches, sin delirios de balaceras de su Ejército privado?; aún hay tiempo de cambiar el legado y romper el vínculo perverso del patriarca.
Reflexión
EL LIBERTADOR
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Tegucigalpa. No lo pudo evitar. Esa atracción por los tonos de ojos que varían entre el azul y esmeralda los vuelve locos, caen en éxtasis, como cocaína para el enfermo. Sentir que está frente a un extranjero le revuelve ese comportamiento de La Malinche, odiar al propio y adorar al forastero, lo hace creer, torpemente, que podía contar sus íntimos e intestinales secretos, sin tener la mínima idea sobre qué es periodismo y sus consecuencias: “¡Fue como una guerra civil!”, salió de lo profundo de la garganta, allá entre el pecho y el corazón, donde dicen está la conciencia y, eso, lo expuso como el Patriarca de la familia que jamás hubiera aceptado.- “Me ofreció mostrarme la situación en su principal plantación de aceite de palma y planta de fabricación de alimentos en Tocoa, en el norte. Podríamos ir en helicóptero”, dijo el experimentado reportero Jon Lee Anderson. ¿Cómo explicarle a un centavero que para el mundo civilizado su pisto no vale? El ser humano evolucionado es más que simple capital, querido.
Oculto entre esas selvas de palma africana y la fantasmagórica y densa nube de un tono escarlata –de los centenares de campesinos muertos– se encuentra el Bajo Aguan, localizado en el departamento de Colón, se extiende desde el Río Sabá hasta el Litoral Atlántico. –Cuénteme amigo, ¿de quién son todas estas tierras? –Son del señor Miguel Facussé, –¿Y hasta dónde llegan?, –Hasta pegar al mar, como a tres horas en carro, desde esta parte de Colón— me contó un hombre curtido por el sol, muy mayor, de esos que el sudor les baja desde la frente y germina la milpa. Las leyendas cuentan que al menos la quinta parte de las tierras para cultivo pertenecen a una familia perniciosa en particular que, como un monocultivo, crece y daña la tierra para no sembrar nunca nada más. Las historias que abonan las fincas hacen dudar si lo que se mueve en el subsuelo es la palma aceitera o los huesos de los que ya nunca hablarán, pero que el silencio de la justicia es tan ensordecedor que los desentierra.
¡Lastima! El pisto, los bienes propios y los expropiados, las armas y quizá por imitación, el carácter que puede ser tomado del padre, pero la viveza del viejo no se transmite por ósmosis. –“¡Fue como una guerra civil!”, dijo convencido Miguel Mauricio Facussé al extranjero periodista refiriéndose a la matanza de campesinos en el Valle del Aguán (el expediente duerme en el Ministerio Público); argumentó que los violentos eran los campesinos y no sus fuerzas armadas privadas, con el pechito hinchado de orgullo como niño en Nursery School (kínder para los nacionales) que espera su estrellita en la frente. “Admitió que el conflicto se había aliviado después de que Dinant consintiera en desarmar a sus guardias”. Qué curioso, se desarmaron y el conflicto disminuyó, algo no encaja en la lógica que eran los campesinos los asesinos… ¿O falla mi raciocinio? Las ráfagas de humo del habano encendido hacen que se dibujen extrañas figuras en el denso aire.
“Miguelito” ya era un joven confundido cuando desde su propia ZEDE, morbosamente mostraba en redes sociales sus armas y presas que asesinaba (Ummm… no lo sé, pero es un patrón de conducta que requiere atención), el comunicador estadounidense informó: “La reserva de los Facussés, conocida como Farallones, es de doce mil acres de costa salvaje y colinas cubiertas de selva, hogar de jaguares, tapires y monos aulladores. Se encuentra en la costa de Trujillo, uno de los puertos utilizados por la United Fruit Company para enviar bananas. Fue una estadía en Trujillo lo que inspiró a O. Henry a escribir “Coles y reyes”, la historia en la que acuñó el término “república bananera”.
Esta agua contaminada, podredumbre moral y escasos valores, va de la mano con la clase política hondureña, el capital es el arma y la política el dedo que aprieta el gatillo, donde el ladrón se reelige y habla con la Biblia en la mano; la corrupta siente que “le ofenden la dignidad” (ignoraremos a esa doñita que nos dijo güirros, jejejeje, emoyi con lengua salida y guiño, y otro de corazones en los ojos); el asesino viste una toga desde donde imparte su ley; los foros se llenan de patanes y los mediocres quieren gobernar (y ya lo han hecho); hay también una clase económica enferma a la que le aterra el “comunismo” y le tiene miedo a la competencia, sin entender que esa es la esencia del capitalismo ¿pero cómo le explicás eso a personas que tienen mucho pisto, pero casi nula educación?
¿Cuántos secretos pueden contarnos las raíces de las palmeras y los elevadores si hablaran? Es una sociedad de espectáculo calculado, donde sabemos todo y lo ignoramos todo, donde nos dicen “todos somos culpables” ¡Veeee! ¿Cómo que yo y ustedes? si nunca hemos gobernado. ¿Cuánto debería donar en una Teletón para sentir que mis demonios me dejen dormir una noche? ¿Cuánto debo dar de diezmo a la iglesia para que me perdone todas las semanas, sedarme la conciencia en las noches de angustias y, aún seguir creyendo, que me perdonarán 70 veces 7 la perversión contra los humildes y contar cuántas me quedan?
Sólo en una sociedad enloquecida por la miseria y el obscurantismo, se cree que un idiota como Marvin puede hablar de derecho Internacional, o Kilvert de Política, o Anduray de justicia, cuando en el patio sembró un bruto con ínfulas de “Hitlercito”, éstos por mucho, serían payasitos en una mala comedia o en un deslucido circo de plástico donde actúan por las mañanas. Serían simples sombras vulgares en una sociedad dominada por la luz del conocimiento, de los hombres y mujeres dotados por la naturaleza para crear y guiar la prosperidad de la población. ¡Despierten grupos de poder! Apaguen las velas y enciendan la luz. Lacan, Freud o Espinoza morirían de incomprensión al ver un grupo de monos que acaparan todos los recursos para ellos y asesinan al resto. ¿Juan Orlando? Eso no es nada.
Juan saldrá del poder hoy o dentro de 30 años y todo lo perderá, en esta agua estancada ya hay cincuenta como él haciendo fila y, prometen ser peores. El análisis es ¿qué tan bajo tuvimos que caer para que llegara a la cima del poder político? ¿Quién es la súper estructura que soporta todo el esquema de un tipo que piensa que el Estado es un instrumento para desarrollo personal, de su familia y de sus socios? Alguien que piensa que las finanzas públicas se pueden repartir en un pueblo como en un casino de apuestas o que piensa que las relaciones internacionales del país sirven para librarlo de la extradición ¡qué dilema! ¿Obedecerá a Ortega o a Biden? Juegue lo que juegue, seguro perderá.
Comprendemos que nuestro escrito no cambiará la realidad del país y que la irracionalidad del poder hace creer que el billete se impone al intelecto ¡Así llevénsela! Pero Miguel Mauricio, esta noche y sólo por hoy, cuando vayas a cerrar los ojos, pensá en los niños que hoy son hombres y reflexioná cómo Dinant y la Familia Facussé les cambió la vida y no, no hablamos de la Responsabilidad Social Empresarial. Entonces, si lo comprendés sabrás que podés ser distinto a tu genética, no seas como Ana y Lenir que también son rama mala en árbol podrido, no nos mirés a nosotros con enojo, sino repara en la esencia; quizá pensés: ¿Y qué, si no lo hago? ¿Y qué, si quiero seguir el camino que trazaron otros en mis venas? Entonces, te aseguramos, que seguirás viendo sangre en los Zambos. Avanti
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