Los movimientos de Juan Hernández, en el ocaso de su Gobierno, se mueven en sintonía con un posible exilio en Nicaragua, es en este contexto que el gobernante hondureño está apoyando al régimen de Daniel Ortega para ganar simpatía y escapar de la justicia estadounidense, así lo ha estudiado el destacado analista político, Raúl Pineda.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. El gobernante hondureño, Juan Hernández, visualiza exiliarse en Nicaragua una vez que termine su mandato –ilegitimo e ilegal, según la Constitución de la República– el 27 de enero de 2022, así lo ha observado el destacado analista político, Raúl Pineda, tras analizar los acontecimientos del último mes y la estrecha relación que se ha forjado con el mandatario nicaragüense, Daniel Ortega.
Y es que en los últimos días las “ciudades exclusivas” llamadas Zonas de Empleo y Desarrollo Económico (ZEDE), que fueron dotadas de su propia legislación, han ido perdiendo fuerza frente a una ciudadanía que reclama la ilegalidad de estos proyectos; es en este escenario, que Nicaragua, siendo “enemigo” de Estados Unidos, estaría siendo el refugio de Hernández, según aprecia el analista.
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Por otro lado, el pasado 20 de octubre Hernández fue uno de los jefes de Estado que se abstuvo de votar a una resolución de la OEA para la liberación inmediata de los candidatos presidenciales y presos políticos en Nicaragua, previo a las elecciones del domingo 7 de noviembre.
Y ayer, trascendió que después de 29 años, Nicaragua por fin reconoce un fallo a favor de Honduras con respecto a su salida al mar en el Golfo de Fonseca zona que, según investigación de EL LIBERTADOR, ha sido de alto conflicto y violencia contra pescadores artesanales hondureños, atacados por fuerzas nicaragüenses.
En este escenario, el abogado Pineda hace la observación que Hernández quiere establecer a Ortega como un aliado político frente a un futuro exilio, ya que geográficamente es cercano e ideológicamente es contrario a EE.UU., país cuyo Departamento de Justicia lo tiene en la mira, a causa de una “narco investigación” ligada al caso de su hermano “Tony” Hernández, condenado a cárcel de por vida por conspiración para traficar droga y otros tres delitos vinculantes.
“Hay que verlo como una actitud obsequiosa, provocativa y calculadora por parte del presidente, que ve en Nicaragua un aliado”, manifestó Pineda. Además, aseguró que el vecino país, históricamente ha sido un refugio para políticos y narcotraficantes: “Ortega si puede ofrecerle una suerte de santuario de refugio, así como lo hizo con Pablo Escobar y hoy lo hacen con Mauricio Fúnez”.
El togado es del criterio que Hernández se está moviendo en sentido de maniobrar con varios países con los que entabló relaciones e incluso una posible opción de colaborar con EE.UU., porque “también está la opción de no acusarlo y tener ese proceso allí guardado. No creo que pase pero está en el catálogo de posibilidades”.
Otro panorama sería entregarse a la justicia hondureña –que tiene a su favor–, y de esta manera evitar ser extraditado: “Recuerde que la Corte y los fiscales son de Hernández y también él puede pedir que lo enjuicien en Honduras y no lo extraditen a otro país”.
Finalmente el togado expresó que de momento no se puede afirmar que el Gobierno de Honduras pretenda realizar estas acciones con el fin de advertir a los Estados Unidos que, de seguir investigándolo, podría establecer relaciones con su adversario China, como lo hizo el presidente Nayib Bukele.
“Lo que hay es afán de sobrevivir, a veces se confunden con posturas ideológicas y esto es un error”, concluyó el analista Pineda, descartando que estas movidas tengan consecuencias para el nuevo Gobierno y el país en general.
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