Los medios se han concentrado en el vestuario de la reina consorte Letizia Ortiz, sin advertir que la Escuela Internacional de Protocolo manda que una visita de Estado, que realiza un monarca o un presidente, sea atendida por la máxima autoridad del país por la trascendencia política y para fortalecer las relaciones de amistad entre dos naciones.
Mientras el canciller Lisandro Rosales recibía a la representante de la corona española, el mandatario Juan Hernández se reunía con ganaderos de su natal Gracias, Lempira, para hablar de leche de vaca y su esposa, Ana García, distribuía almuerzos en la zona norte.
Y por extraño que parezca, no es la primera vez que el mandatario queda marginado de una visita relevante, por ejemplo, el 6 de agosto de 2019, la vicecanciller Nelly Jerez, dijo que tres días después arribaría al país la presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, acompañada por una delegación de 13 congresistas más, y “se reunirá con el presidente Juan Orlando Hernández, para abordar temas de migración, seguridad y empleo”. Eso no ocurrió en Honduras, pero Pelosi sí se reunió con el gobernante de El Salvador, Nayib Bukele.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. Enorme revuelo ha causado en el país la visita de la reina consorte de España, Letizia Ortiz, periodista de profesión y esposa del rey Felipe VI. En un intento por imitar a las revistas especializadas en moda y farándula, muchos medios de comunicación criollos se han concentrado en la forma de vestir de Letizia y otros, a reproducir el boletín de prensa, sin embargo, un dato curioso es que el recibimiento fuese encabezado por el canciller Lisandro Rosales y no por el mandatario hondureño, Juan Hernández, como dicta el protocolo internacional.
La ausencia de Hernández en el recibimiento de Letizia del 14 de diciembre, ha llamado la atención porque una visita de Estado, que realiza un monarca o un presidente, conlleva una importante trascendencia política y es una manera de escenificar y fortalecer las relaciones de amistad entre dos naciones, según la Escuela Internacional de Protocolo.
Por sus características, este tipo de visitas son de las más complejas dentro del Protocolo Diplomático, y la amplitud del programa de actos exige el máximo nivel técnico de esa disciplina, que además se verá magnificado por el volumen de personas que participarán (entre autoridades y séquitos), ya que cuando se expide una invitación es extensible al consorte del jefe de Estado y a su séquito oficial.- Los encuentros con el Papa dejaron de considerarse visitas de Estado para ser llamadas como “audiencias pontificias”, sin embargo, el protocolo también estricto.
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Es de aclarar que la iniciativa de visita oficial parte del Estado que la hará, no del que recibirá, pero el ministerio de Asuntos Exteriores anfitrión asume la organización y coordinación de la seguridad, alojamiento, traslados y comunicaciones, en colaboración con la sede diplomática y su par del país que hará la visita.
El protocolo internacional dicta que el jefe de Estado será quien reciba al representante de la corona española a su llegada al aeropuerto, y la reina será recibida por la primera dama de la nación anfitriona.- Las visitas pueden ser de trabajo cuando tienen una finalidad económica o empresarial; de cooperación cuando tienen carácter humanitario o social y de cortesía, cuando busca presentarse oficialmente ante sus homólogos.
En el caso de Letizia, se trata de una visita humanitaria al traer 120 toneladas de ayuda de parte del gobierno español, para los afectados por los huracanes Eta e Iota y que consiste en paquetes de alimentación para 15 días, de higiene personal para 30 días y para bebés, catres plegables, mantas, mosquiteros, tiendas de campaña, así como 24,000 pruebas rápidas para detección del covid-19, entre otros.
Llegó con su comitiva el 14 de diciembre al aeropuerto Golosón, en La Ceiba, Atlántida (norte del país), acompañada de la secretaria de Estado de Cooperación Internacional, Ángeles Moreno Bau, y fue recibida por el canciller Lisando Rosales; el embajador de España en Honduras, Guillermo Kirkpatrick de la Vega; y el alcalde de La Ceiba, Jerry Sabio.
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Y aunque tres días antes la cancillería española anunció que “la reina tendrá, entre otras, reuniones con autoridades hondureñas al más alto nivel y tiene programada la visita a una escuela y a un albergue en zonas afectadas por del Valle de Sula”, fue el 13 de diciembre que la cancillería hondureña emitió un comunicado informando que Rosales recibiría a Letizia “por nombramiento” de Hernández.
Las dudas incrementan cuando la primera dama, Ana García, en lugar de hacerse presente al recibimiento, se fue a supuestamente repartir raciones de comida en la zona norte, mientras su esposo se reunía con ganaderos en Gracias, Lempira (occidente), para crear una cuenca lechera.
Fue hasta este 15 de diciembre que el matrimonio que ocupa la silla presidencial, se reunió con Letizia en la base militar de San Pedro Sula (norte), para recibir la ayuda humanitaria en un acto simbólico; y en su descargo, Hernández y García dijeron que se habían comunicado por teléfono con la representante real.
Pero el protocolo para las llamadas para estas visitas no es muy difícil de entender: las conversaciones son precedidas por una serie de trámites indispensables realizados a través de canales diplomáticos y se preparan con el mismo cuidado que una reunión cara a cara, así, se fijan detalles como la fecha y hora, temas a tratar y, aunque no es un requisito obligatorio, en algunos casos se pueden intercambiar listas de posibles asuntos indispensables.
Lo habitual es que los mandatarios y monarcas no hablen por teléfono a solas, pues el protocolo requiere la presencia de traductores de ambas partes, incluso si ambos líderes pueden comunicarse en el mismo idioma, también suelen estar presentes especialistas u agentes de seguridad.
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Y por extraño que parezca, no es la primera vez que el mandatario queda marginado de una visita relevante, por ejemplo, el 6 de agosto de 2019, la vicecanciller hondureña para Asuntos Migratorios, Nelly Jerez, dijo a periodistas que tres días después arribaría al país la presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, acompañada por una delegación de 13 congresistas más, y “se reunirá con el presidente Juan Orlando Hernández, para abordar temas de migración, seguridad y empleo”.
El 8 de agosto, el mandatario celebró un acto protocolario para recibir al ministro de Defensa de Taiwán, Yen Teh-fa, por lo que se esperaba que se reuniera con Pelosi al día siguiente, sin embargo, fue nuevamente Rosales como canciller de la República que recibió a la presidente de la Cámara de Representantes y su comitiva.
Después, en entrevista ante los medios la funcionaria estadounidense dijo que prefirió hablar con “la gente” (sociedad civil y empresariado), para “mejorar la estabilidad regional e involucrar a los líderes en una discusión sobre migración”; igual sucedió días antes en su visita a Guatemala, donde Pelosi no quiso entrevistarse con el entonces mandatario, Jimmy Morales, pero sí se reunió con el gobernante de El Salvador, Nayib Bukele.
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Así, aquel 9 de agosto mientras Rosales conversaba con la alta representante estadounidense, y un puño de activistas del Partido Nacional “marchaban” por el capitalino bulevar Suyapa en supuesto apoyo al mandatario, a 320 kms al occidente del país, Hernández hacía una “visita especial” en la sala provisional de dengue del Policlínico Vicente Fernández Mejía de Santa Rosa de Copán.
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