Se trata, entonces, de diseñar propuestas políticas que posibiliten superar el desorden provocado por los partidos tradicionales desde sus diferentes gobiernos; de salir del descalabro, de ordenar las finanzas, de edificar un sistema social más justo, solidario, equitativo, respetuoso de los derechos humanos y de la naturaleza, al cual se podrá llegar en un proceso que considere la participación de diversos sectores de la sociedad hondureña.
En esto no se debe olvidar varias cuestiones: algunos podrán descalificar las reformas o el estilo “socialdemócrata” de organizar una sociedad propuesto por Libre, pero en la circunstancia nacional y con el significado histórico de la tradición política y cultural ¿se podrá menospreciar el dominio norteamericano y la coyuntura internacional? ¿Se podrá dejar de lado el rol de los militares como guardianes de la oligarquía?
En definitiva, la refundación podría lograrse con los aportes del pensamiento político, científico, con la sabiduría popular y con el conocimiento de la historia nacional. Este conocimiento debe apoyarse en la ciencia desarrollada hasta ahora para investigar las causas del atraso, del comportamiento político, la degradación de la naturaleza, las consecuencias del sistema explotador y las nuevas formas de desarrollo social para emancipar al ser humano.
Gustavo Zelaya
EL LIBERTADOR
redaccion@ellibertador.hn
En asuntos de Gobierno se presentan tareas, retos y desafíos relacionados con el posible desarrollo de un país, etc., cuestiones que no pueden enfrentarse o resolverse en un solo mandato presidencial y, generalmente, se sintetizan en lo que llaman Plan de Nación o algo similar.
Entre 1970 a 1979, los gobernantes militares de la época lo hicieron por medio de un Plan Nacional de Desarrollo con la intención de proponer reformas sociales que modernizaran el país; así apareció un importante proceso de reforma agraria y se crearon entidades como la Corporación Nacional de Inversiones (CONADI), la Corporación Hondureña de Desarrollo Forestal (COHDEFOR), la Corporación Forestal Industrial de Olancho (CORFINO) y la Corporación Hondureña del Banano (COHBANA).- Para no salirse de lo que parece una constante histórica en los grupos políticos que han gobernado el país, las aparentes buenas intenciones dieron paso a lo que realmente les importaba: corromper y saquear esas instituciones hasta provocar su quiebra y desaparición.
Esa condición corrupta fue el origen de la riqueza de nuevos grupos económicos que se lucraron en especial de CONADI, tal y como fue el caso de Miguel Facussé y Químicas Dinant.- Una de las novedades de ese momento fue el significativo papel del Consejo Superior de Planificación Económica (CONSUPLANE), una especie de superpoderosa Secretaría de Estado encargada de investigar, redactar, revisar y poner en práctica ese plan.- En el papel la situación parecía muy modernizante y a tono con una corriente progresista representada en distintos gobiernos latinoamericanos que pretendían impulsar el progreso nacional.
Distintos gobiernos intentaron plasmar sus planes de desarrollo sin continuidad con el anterior, cada quien en su isla, de modo que no eran más que cansados ejercicios que repetían frases y tareas que no llevaron al país a un efectivo desarrollo.- Parecía más bien que se trataba de dar trabajo bien remunerado a personajes que simulaban ser conocedores de la economía, la política y la historia hondureña.- El ejemplo más reciente fue el Plan de Nación Visión de País que se empezó a elaborar antes de 2009 y fue presentado en el gobierno de Porfirio Lobo y hecho suyo por Juan Orlando Hernández.- Con el patrocinio de esos sujetos vinculados al narcotráfico y originados en el golpe de Estado, poco podía esperarse de tal plan.
La situación actual parece propicia para intentar un plan de nación que considere experiencias pasadas y posibles continuidades, pero que supere radicalmente las lacras del narcoestado y que efectivamente sirva para enfrentar el atraso material y cultural de Honduras; no solo porque tengamos un gobierno encabezado por una mujer como Xiomara Castro o por el ideario avanzado del Partido Libertad y Refundación.- La posibilidad es bastante real por un hecho que parece sencillo, pero fundamental y complejo, no es más que la presencia política de mujeres y hombres jóvenes, con buena formación académica y fuertes compromisos sociales con los sectores de población menos favorecidos en la condición de dependencia y pobreza más atroz que el país ha enfrentado.
Y esto parece paradójico: estamos envueltos en profunda crisis institucional y económica, con una pandemia que parece inacabable, con estructuras criminales enraizadas en el Estado, con una fuerte tradición política que sigue apostando al caudillismo manifestado en todos los partidos políticos, con amplios grupos de población en miseria extrema; pero esta misma situación presenta la esperanzadora oportunidad de ir sentando las bases para superar el atraso.
Lo original y novedoso de un plan de nación no estará sólo en los términos o en expresiones empleadas, no es un asunto gramatical o tecnológico, sobre todo se trata de elevar al lugar principal de la actividad política la dignidad de hombres y mujeres, de los grupos sociales que exigen derechos y que hay que reivindicar.
Una de las dificultades a enfrentar cuando se aspira cambiar el sistema actual por injusto, violento, inhumano, etc., es cómo lidiar con la influencia de categorías propias de la sociedad de consumo.- En especial cuando se está inmerso en procesos bajo las reglas del sistema social que se pretende transformar y con la presencia burocrática de sectores muy conservadores. En esta situación se hace uso de términos como “misión”, “visión”, “imagen pública”, “vender un programa político”, “pautas publicitarias”, “marketing” y otras similares propias de las relaciones mercantiles y de la propaganda comercial.
Los participantes se convierten en consumidores de un producto que puede satisfacer necesidades y sueños. No solo se trata de cuestionar defectos y consecuencias antihumanas del capitalismo, sino también mostrar las tendencias de su desarrollo.
Especialmente cuando mencionamos ejemplos de sistemas sociales como si estuvieran totalmente definidos y así, por ejemplo, hablamos del modelo cubano o del venezolano como formas a seguir.- Los modelos sociales no son instrumentos perfectos que se aplican mecánicamente, más bien se desarrollan en cada momento histórico, pueden proporcionar conciencia solidaria con los más explotados y ayudan a la organización popular en la construcción de un país más justo, fraterno, que trascienda los límites del capitalismo neoliberal.
El asunto es cómo construir un pacto social, una sociedad a partir de una realidad concreta, un mecanismo regulador de relaciones sociales más justas y equitativas; un proceso histórico que deberá ser participativo y sin exclusiones.
Es probable que existan criterios a favor del modelo neoliberal como forma para superar el atraso material y cultural, pero dejan de lado que parte sustancial del mismo son las devaluaciones aceleradas, los rescates financieros, las privatizaciones, la venta del territorio nacional, las violaciones a los derechos humanos, la impunidad y corrupción; pero hay que construir una propuesta de desarrollo que tenga como fin último la reproducción de la vida humana sin condiciones que atenten contra ella. Tal posibilidad puede verse en los movimientos sociales que luchan por sus territorios, por la defensa del bosque y los ríos, en las peticiones de los feminismos contra la violencia y la cultura patriarcal y, por otro lado, en la amplitud del movimiento social que defiende el derecho al trabajo digno, la educación y la salud pública.
Es importante conocer criterios sobre qué entendemos por socialismo democrático, determinar de alguna forma cómo se logra, si es posible ascender a una etapa de ese tipo, si puede hablarse de un modelo socialista o de un programa de propuestas de desarrollo que podrían realizarse desde el poder político.- Establecer con claridad si es necesario profundizar el período democrático en donde se obtenga más libertad, más justicia y las reformas sociales tan esperadas por el pueblo y por las fuerzas democráticas que incluyen a empresarios, pequeños propietarios, campesinos, trabajadores urbanos, estudiantes, mujeres, hombres, pueblos originarios, grupos sociales excluidos, etc., para después superar ese momento y conducir la sociedad a un sistema diferente.- Establecer, incluso, si los encargados de realizar tal proyecto social son solamente quienes se crean socialistas, si esta condición ideológica es suficiente para ser partícipe de la transformación social o si tendrán que incluirse otras formas de pensamiento.
A pesar de la larga historia de lucha del pueblo hondureño contra la injusticia del sistema establecido y la supuesta formación progresista- democrática-socialista que algunos pretendemos tener, podemos ser portadores de elementos ideológicos conservadores que nos hace creer en algunas bondades del sistema y en su firmeza jurídica, por eso suena extraño escuchar que defienden el Estado de derecho y olvidan que están hablando del Estado burgués; en la necesidad de la lucha pacífica como el mejor medio de lograr cambios profundos en el sistema burgués y dentro de los límites de este sistema; claro, en el lenguaje político tradicional la expresión “cambios profundos” es sinónimo de reformas sociales, económicas o políticas. Aun así, desde la lucha popular surgieron y desarrollaron dos temas que asustan a las mentes conservadoras, y no sólo a ellos: la Asamblea Nacional Constituyente y la refundación del país. Con la primera se pueden crear nuevas leyes para regular de manera más justa la vida dentro del sistema que nos determina, que no es más que el capitalismo; y con lo segundo se va a refundar el capitalismo hondureño sobre unos cimientos tal vez más equitativos y que dignifiquen la vida humana en los marcos del sistema burgués. Si existe otra posibilidad podrá aparecer como consecuencia del desarrollo del capitalismo del siglo XXI. Otra vez, el socialismo sólo se muestra como algo eventual y derivado del sistema anterior.
Se trata, entonces, de diseñar propuestas políticas que posibiliten superar el desorden provocado por los partidos tradicionales desde sus diferentes gobiernos; de salir del descalabro, de ordenar las finanzas, de edificar un sistema social más justo, solidario, equitativo, respetuoso de los derechos humanos y de la naturaleza, al cual se podrá llegar en un proceso que considere la participación de diversos sectores de la sociedad hondureña.- Las propuestas tendrán que tomar en cuenta que, si algo puede cambiarse, no será sólo el orden burocrático ni en el que piensan los formados bajo rígidos esquemas militares o policiales, tampoco tendrían que ser complejas ficciones intelectuales.- Es de otra organización social que ponga en el centro del desarrollo a la persona humana, diversa en sus exigencias y posibilidades, con todas sus necesidades materiales y espirituales, algo complicado de construir en las condiciones actuales ni a la sombra de la política tradicional.
La forma extractivista del capitalismo actual en Honduras tiene algo visible desde poco antes de 1990: el papel de los narcos y la corrupción pública. En el blanqueo del dinero participa el sistema financiero local e internacional, desde donde se obliga a que los países coloquen en otros lugares parte de los fondos nacionales. Por eso no hay porque organizar paraísos fiscales cuando, de hecho, todo el sistema hondureño, político-económico-financiero, funciona como tal.
En la discusión sobre qué debe ser un plan de nación o qué elementos se incluyen en la refundación, hay que tomar en cuenta cómo ha sido el accionar de los grupos tradicionales del poder y la condición del país al menos desde los últimos cien años. No es que algunos políticos y empresarios hayan sido cooptados por grupos criminales que infiltran gobiernos, o que sobornan a ingenuos funcionarios y colocan fondos en honestos bancos, es propio del sistema, es su esencia destructora que utiliza cualquier recurso para reproducirse y lograr mayores ganancias. Es decir, las prácticas delictivas son parte del desarrollo del capitalismo, son variaciones de los procesos de acumulación. Y su actividad depredadora no sólo está en la economía nacional y global, es de las tendencias principales del capitalismo que coincide con el control político, con relativas crisis financieras, con el empobrecimiento de grandes sectores, con las formas de la violencia, con la criminalidad, con la impunidad y la corrupción.
La forma extractivista del capitalismo no sólo es asunto económico de profundas heridas a la naturaleza, posee contenidos patriarcales, racistas y de agudización de las diferencias de clase; controla, explota, domina el territorio y el cuerpo humano; con tintes de mayor violencia sobre las mujeres. Se pretende civilizar y otorgar nuevos elementos culturales a economías locales con ayuda de políticos incondicionales y un sistema de poder corrupto que legisla y garantiza la ganancia de las empresas, sin consultar a las comunidades.- La actividad de las zonas especiales de desarrollo y sus voceros es un ejemplo de ese capitalismo expoliador.
La Ley de Fomento al Turismo en Honduras coincide con el extractivismo y la construcción de represas.- Para los empresarios significa ganancias multimillonarias y para grandes sectores del pueblo empleo temporales y salarios deprimidos. Dejar en manos del gobierno y de las empresas definir qué zonas son turísticas, profundizará la expropiación, la represión, la entrega y expolio del territorio.
Es probable que las reformas democraticen un poco el poder económico y modifiquen el rol de las fuerzas represivas. Pero no significan cambios radicales en la estructura económica y política. En esto no se debe olvidar varias cuestiones: algunos podrán descalificar las reformas o el estilo “socialdemócrata” de organizar una sociedad propuesto por Libre, pero en la circunstancia nacional y con el significado histórico de la tradición política y cultural ¿se podrá menospreciar el dominio norteamericano y la coyuntura internacional? ¿Se podrá dejar de lado el rol de los militares como guardianes de la oligarquía? ¿Seremos indiferentes a la tradición cultural en la conciencia de grandes sectores del “pueblo”? Hay otra cuestión: ¿será cierto que hay un crecimiento en la conciencia social y que ahora somos más críticos? ¿Qué tan grande será ese crecimiento de la conciencia?
Creemos que los progresos logrados en activismo, en participación, en organización, y el elegante nombre de la “incidencia”, significan desarrollo en la conciencia social. Pero ¿Tenemos ya ese desarrollo en la conciencia? ¿O confundimos la conciencia social del grupo cercano con la de todo el pueblo? Pero la organización democrática de los movimientos sociales y políticos es cuestión crucial, no sólo es, como se dice, para “empoderar” al pueblo y para que la lucha crezca, también para enfrentar la cuestión del poder y hacerlo que sirva a los intereses y aspiraciones del pueblo.
En definitiva, la refundación podría lograrse con los aportes del pensamiento político, científico, con la sabiduría popular y con el conocimiento de la historia nacional. Este conocimiento debe apoyarse en la ciencia desarrollada hasta ahora para investigar las causas del atraso, del comportamiento político, la degradación de la naturaleza, las consecuencias del sistema explotador y las nuevas formas de desarrollo social para emancipar al ser humano.