CUANDO ESCRIBO, NO BUSCO LA APROBACIÓN DE LA QUINTA COLUMNA; SOLO QUIERO QUE MI PUEBLO ME ESCUCHE

En esta opinión, el escritorio hondureño, Felipe Ballesteros, realiza una crítica desnudando las intenciones detrás de sus escritos. “Yo escribo para mi pueblo, escribo para mi gente; escribo para aquellos hombres o mujeres que día a día salen de sus casas a buscar el pan para sus hijos”, quien expone su anhelo de ver una Honduras “fuerte, rica, respetada y en paz”.

Felipe Ballesteros
Columnista
EL LIBERTADOR

Eres de la QUINTA COLUMNA, naciste pobre, tu familia es pobre y ahora que has alcanzado un mejor nivel de vida te crees oligarca; yo no escribo para ti; yo escribo para mi pueblo, escribo para mi gente; escribo para aquellos hombres o mujeres que día a día salen de sus casas a buscar el pan para sus hijos.

Escribo para los que con muchas ganas trabajan cada día para educar a sus hijos, escribo para aquellos que tienen hambre, escribo para aquellos que sueñan con una casa que quizás jamás tendrán; escribo para aquellos hombres y mujeres del campo que se alegran con la visita del peregrino, allá donde un día disfruté el más rico manjar – una tortilla de maíz con frijoles bañados en jugo de limón – porque me lo dieron con amor y era lo único que tenían y me lo dieron.

Escribo para el obrero que, en sus largos días de trabajo bajo el sol, labora con alegría sabiendo que llevará un trozo de pan para su familia; escribo para todos los hombres y mujeres de mi pueblo que aun con el dolor de la enfermedad asisten a sus trabajos porque de no hacerlo, mañana sus hijos no tendrán que comer.

Escribo para aquellos que sufren la iniquidad y la inequidad, de la injusticia; escribo por los que ya no les queda voz para gritar; escribo por aquellos que han sido asaltados por la QUINTA COLUMNA y sus instituciones financieras; escribo para aquel que aún le queda corazón para amar, escribo para mi pueblo.

Si eres de la QUINTA COLUMNA y me has de odiar por escribir para mi pueblo; entonces ódiame, porque que yo viviré para amar, y amaré aunque sea al dolor de la tristeza y la desventura, porque tales son las que me enseñaron a amar; así que adíame y yo seguiré amando a mi pueblo a mi gente.

Se que algún día espero que mi Padre Celestial me lo permita, entonces veré a mi patria una Honduras justa fuerte rica respetada y en paz.

Soy Felipe Arnaldo Ballesteros Meléndez

Desde LA FORTALEZA del TELACO

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