EL LIBERTADOR EN LA BASÍLICA «NUESTRA SEÑORA DE NAZARET», CORAZÓN ESPIRITUAL DE BELÉM

La majestuosa Basílica de Nuestra Señora de Nazaret, corazón espiritual de Belém, combina arte, historia y fe. Su arquitectura neoclásica, inspirada en las grandes basílicas europeas, guarda la imagen original de la Virgen que dio origen al Círio de Nazaré, mientras las coloridas cintas colocadas por los fieles en sus muros simbolizan promesas, gratitud y esperanza.

Redacción Central / EL LIBERTADOR*

Belem, Brasil. En el corazón de la ciudad amazónica de Belém se erige majestuosa la Basílica de Nuestra Señora de Nazaret (en portugués Basílica de Nossa Senhora de Nazare), uno de los templos más venerados de Brasil y centro espiritual de millones de devotos que cada año llegan para rendir homenaje a la patrona del estado de Pará.

Construida en el siglo XX sobre el lugar donde, según la tradición, fue hallada la pequeña imagen de la Virgen por el caboclo Plácido, la iglesia representa la unión entre la fe popular y la historia amazónica.

Su imponente arquitectura, de estilo neoclásico y adornada con mármoles italianos, mosaicos y vitrales que narran pasajes bíblicos, refleja la devoción y el esfuerzo de un pueblo que ha mantenido viva su tradición durante más de dos siglos.

Los vitrales, que relatan la vida de la Virgen María, y el altar mayor, elaborado en mármol de Carrara, donde se resguarda la pequeña imagen original de Nuestra Señora de Nazaret, constituyen el corazón artístico y espiritual del santuario.

El techo abovedado, ricamente decorado con pinturas alegóricas, se eleva sobre un conjunto de cúpulas y torres que dominan el horizonte de Belém, simbolizando la presencia espiritual de la Virgen sobre la ciudad.

La luz natural que atraviesa los vitrales crea un ambiente de serenidad, mientras los detalles dorados y los frescos de artistas italianos evocan la grandeza de la fe y la devoción amazónica.

En las afueras del templo, miles de visitantes se detienen frente al “muro de las promesas”, donde atan cintas de colores conocidas como fitinhas de Nossa Senhora de Nazaré. Cada cinta representa un pedido, una gratitud o una promesa cumplida.

Según la creencia popular, quien la coloca debe hacer un deseo y no cortarla hasta que se cumpla; entonces, se devuelve al santuario en señal de agradecimiento.

El interior del templo emana recogimiento. Los fieles se acercan a tocar la imagen original de la Virgen —pequeña, pero de inmenso valor espiritual— mientras velas encendidas, flores y plegarias constantes envuelven el ambiente, haciendo de la basílica un espacio donde la fe se respira y se renueva.

Además, en su interior se conserva una reliquia del beato Carlo Acutis, conocido como el “santo millennial”, lo que añade un vínculo entre la devoción tradicional y la espiritualidad contemporánea.

Francis Juanez, enviada especial de EL LIBERTADOR*

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