Una y otra vez, Estados Unidos ha actuado para impedir que naciones de todo el mundo ganen protagonismo en la escena mundial. La situación en Brasil no es diferente, como han explicado varios analistas gubernamentales e independientes. Pero, ¿por qué teme tanto EEUU un Brasil fuerte? ¿Qué hay detrás del proyecto de poder estadounidense?
Agencias / EL LIBERTADOR
(Sputnik). Desde impedir el desarrollo de la industria hasta bloquear la transferencia de tecnologías de defensa esenciales, como el submarino nuclear, Estados Unidos parece querer mantener a Brasil dentro de un orden geopolítico muy claro.
Más de lo que pueda parecer, declara Williams Gonçalves, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Estatal de Río de Janeiro, esa ha sido la «determinación estratégica del proyecto de poder» de Estados Unidos desde, al menos, la Segunda Guerra Mundial.
«La hegemonía estadounidense en la posguerra se construyó sobre un concepto estratégico muy amplio», indica Gonçalves a Sputnik.
Agrega que en Europa su base fue Alemania, que se convirtió en un aliado importante y se alejó de Rusia. Por otro lado, en Asia fue Japón que también es una base vital para el poder estadounidense.
«Y en América Latina, la base de la hegemonía fue elaborada teóricamente de la siguiente manera: no puede existir una gran potencia en las Américas que compita con Estados Unidos», aclara el experto.
BRASIL: EL CAMINO CORRECTO PARA SER UNA ‘GRAN POTENCIA’
Brasil es el país de América Latina, especialmente de Sudamérica, que tiene más potencial «para convertirse en una gran potencia», subraya Gonçalves.
«Tiene tamaño, población, recursos naturales y cohesión social, todos los factores que permiten a Brasil convertirse en una gran potencia», manifiesta Gonçalves.
Para Thiago Rodrigues, politólogo y profesor del Instituto de Estudios Estratégicos de la Universidad Federal Fluminense, Estados Unidos no se opone totalmente al desarrollo económico de Brasil.
«En los últimos 20 años, por ejemplo, el crecimiento de Brasil, incluso desde el punto de vista de su liderazgo estratégico en la región, ha complementado los intereses de Estados Unidos», afirma el investigador a Sputnik.
Añade que, hasta entonces, el país servía de punto de equilibrio y moderación regional «entre gobiernos opuestos a Estados Unidos».
Además, el desarrollo económico de Brasil no se realiza de forma independiente.
«Hay intereses del capital estadounidense en Brasil. Dentro de la lógica globalizada asimétrica, Brasil depende mucho más de EEUU que EEUU de Brasil, por lo que el crecimiento brasileño, en este modelo de asimetría, también favorece a EEUU», explica.
En este sentido, hay margen para que las élites brasileñas se beneficien del servilismo a los intereses estadounidenses, señala Gonçalves. Opina que las élites gobernantes de Brasil «se amoldan dulcemente a esta posición subordinada».
Así, en opinión de Rodrigues, el país está dividido políticamente entre un centro-izquierda democrático y una «derecha y extrema derecha neoliberal y entreguista».
«El liberalismo en América Latina siempre va en contra de la integración, tiene un espíritu colonial», sostiene.
ESTADOS UNIDOS EMBARGA LA INDUSTRIA DE DEFENSA BRASILEÑA
No es porque haya ganancias estadounidenses en el desarrollo de Brasil, por lo que los norteamericanos no lo frenan cuando es necesario. Un ejemplo de ello es la industria de defensa brasileña, que, bien articulada y desarrollada, podría rivalizar con Estados Unidos en la región.
«Un Brasil tecnológicamente desarrollado en el sector de la defensa tiene impactos económicos y geopolíticos que no interesan a un país como Estados Unidos, que tiene un dominio estratégico en la región», señala Rodrigues.
El complejo militar-industrial de Estados Unidos es una parte fundamental de su sistema económico, describe Rodrigues, por lo que la aparición de empresas competidoras en otros países no beneficia a los norteamericanos. De acuerdo con el experto, desde el punto de vista económico, significa perder contratos de las empresas de defensa estadounidenses.
Es el caso, por ejemplo, de las ventas del avión brasileño Super Tucano a Venezuela. Puesto que el modelo utiliza ciertas piezas que contienen tecnología estadounidense, su venta ha sido embargada por Estados Unidos.
El caso de defensa, apunta Rodrigues, representa las dos áreas de dominio estadounidense en la región, la económica y la geopolítica.
En primer lugar, como mayor vendedor de armamento militar al resto de América, Estados Unidos puede imponer su modelo de ventas: paquetes de ayuda militar, como el Plan Colombia y la Iniciativa Mérida, dos acuerdos de seguridad y lucha contra el narcotráfico.
«Se trata de grandes paquetes de ayuda militar destinados a realizar una especie de inversión indirecta del Estado norteamericano en su propia economía de defensa», aclara.
Estos paquetes «dan dinero a otros países, pero hay condiciones en estos contratos para que los equipos de defensa adquiridos procedan de industrias estadounidenses».
La dominación geopolítica opina Rodrigues, se produce de la siguiente manera: «(…) como los países solo disponen de EEUU para sus compras de defensa, se vuelven dependientes de las tecnologías que este país quiere ofrecer y no pueden establecer sus propios proyectos nacionales».
BRASIL LIDERA LA AUTONOMÍA EN EL SUR GLOBAL
Para ambos expertos, Brasil ocupa una cierta posición de liderazgo mundial en la lucha por la autonomía frente a la hegemonía estadounidense. En opinión de Williams Gonçalves, esto queda ejemplificado por las conexiones del país con los BRICS y el resto del sur global.
Para Thiago Rodrigues, lo que confiere a Brasil un mayor protagonismo mundial no es su lucha por crear nuevos espacios de autonomía que no se opongan rígidamente al norte global.
«No se trata de depender totalmente de la hegemonía mundial de Estados Unidos y tampoco de ser una potencia contrahegemónica. Se trata de aumentar los espacios de autonomía dentro de la actual arquitectura hegemónica del planeta», explica.
De esta forma, afirma Gonzalves, se convierte de hecho en un líder con capacidad para globalizar su influencia en determinados temas, «como la cooperación en energía, sistemas electorales, salud pública, políticas públicas de adaptación, agricultura adaptada y otros».
«Son dimensiones de las que Brasil es capaz y ya ha desarrollado este potencial en África y América Latina», concluye.
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