En 200 años, quienes aparecen sólo en temporada electoral, nos han dicho que debemos agradecer la asquerosa distribución de la riqueza, nos han mostrado que mientras una hija por casarse es premiada con una isla, dos niños abandonados son rescatados del desierto y del Río Bravo. Pero todo cambia y hoy les traemos las buenas nuevas, el pueblo está listo para recibir a su salvador.
Que la clase económica y política esté más atrasada que el reloj de la catedral de Tegucigalpa, no significa que nosotros no estamos listos para el cambio ya; hermanos, la modernidad, el progreso y la ciencia es lo único que nos salvará, no será el religioso “bisnero”, sino la devoción a la Patria. Los nuevos votantes quieren un país seguro donde puedan vivir y trabajar, no tienen las limitaciones mentales de los viejos. ¡Quítense abuelos mentales!
Este “outsider” es una persona sin vínculos al narcotráfico que ve con asco al corrupto del patio cuando recoge sobras, él puede integrar una verdadera oposición ¿será mejor o peor que los gobernantes que tenemos? ¡No lo sé! Pero después de siglos de atraso por estos léperos, prefiero creer en lo nuevo, así como un día creímos en el brazo popular llamado “la Resistencia”.
Reflexión
EL LIBERTADOR
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Tegucigalpa. Durante dos siglos, oráculos pueblerinos se han vendido y vestido de héroes en las calles de tierra de Honduras y, con todo descaro, hasta se creen patriotas. Los medios ruines y porqueros con disfraz de periodistas como altoparlantes de los grupos nefastos de este país reproducen incesantemente estas voces cavernosas, éstos –como dice nuestro director– han engordado con las migajas que caen de los manteles blancos del poder. Perniciosas serpientes que susurran al oído de militares, presidentes y alcaldes, enroscados en los presupuestos. “¡Maten a los que no piensan como nosotros!”. Y así pasa, demasiado cobardes para disparar, muy débiles para gobernar, siempre con la cara metida en el pecho, como “el alacrán” bajo la roca y la roca es Honduras.
Estos adivinos de lotería, saltan cada cuatro años a decirnos quien será el nuevo presidente, quién tiene las credenciales para gobernarnos y quién, obviamente, no lo puede hacer; pero lector y lectora, no se deje llevar por su vieja apariencia, estos portavoces aún en su agonía física de las muchas decenas de años vividos, tiene la ambición que florece como la piel de un quinceañero, les gusta ser adorados y ellos consideran que no son ladrones (solo aconsejan a criminales, pero ellos no roban) y, a cambió, sus hijos serán embajadores en países lejanos, donde pueden cumplir sus sueños más privados y también los públicos.
Estas flores de panteón, son enemigos declarados de la modernidad, de la juventud y de toda primavera, reniegan de la dialéctica y desean la inmortalidad de sus letras muertas, que no despiertan pasión, viejos otoños que sufren la mortalidad (¡Uy eso es peligroso!), como seres salvajes ven algo distinto, se asustan y atacan, nada debe alterar el estatus quo. Y si fuera poco, debemos –según ellos– estar agradecidos, se paran frente a una tumba sin nombre, con las suelas aún llenas de barro y sangre de universitarios y dicen: Durante doscientos años hemos gobernado, miren hondureños, todo lo que les hemos dado, no pueden ser tan mal agradecidos, hemos traído la democracia, los militares, las tradiciones importadas y el desarrollo económico. Y todos nosotros, perplejos, quedamos viendo hacia todo lado, como quien busca algo que no encuentra y tampoco puede ver, algo así como quien dice “este Gobierno será recordado por bueno” ¡Veee! que alguien me explique.
Este país que tiene una naturaleza increíble, un pueblo que brilla en cualquier tierra, menos en la propia, se ve obligado a huir en éxodos de familias, niños abandonados en matorrales o desiertos tan crueles como el que han creado en todo su tiempo gobernando esta nación. La corrupción en sus formas más grotescas es el fruto que más floreció, la “ley del vivo” sobre el sabio y la hediondez voló alto y es tan exagerada, que llegó a sentarse en la silla de la presidencia y con fusiles, los traidores y muertos de hambre impusieron sus intereses personales a millones de personas ¿eso debemos agradecer? ¡No jodan! Llevan más de una década que no pasan ni de panza el examen de corrupción que todos los años les pone la “Cuenta del Milenio”.
La distribución de la riqueza es de las más asquerosa del continente, donde alguien no tiene que comer y otro le regala a su hija una isla como regalo de cumpleaños ¡demencial! Donde hay tantos crímenes que hoy se olvidan los de ayer, no hay tiempo para lloran a los muertos, hoy en Olancho hay 40 entierros diarios por Covid, la justicia la conocimos porque nos la mandaron de otro país y la fortuna de muchos personajes clientes cotidianos de la prensa tradicional se sustenta en una herencia criminal certificada desde el abuelo. ¿Eso debemos agradecer en estos 200 años? O me estoy perdiendo algo. ¡Ah! Por cierto, los medidores de felicidad dicen que Honduras es uno de los países con la población más triste… Naaaa, esos amantes del atraso que atacan hasta una miserable reforma si pasan “felisones”, ellos, sus familias, sus chicas y sus jefes.
Pero como todo cambia, aunque a estas arañas polvosas no les guste, como un ruiseñor les traemos las buenas nuevas, hablamos del Salvador –y no es Nasralla–, este pueblo está listo, que su clase política y económica sean y estén atrasados, no significa que nosotros –el pueblo— no recibamos el cambio ahora y ya. Hermanos, la modernidad, el progreso y la ciencia es lo único que nos salvará, no es el religioso “pando”, o el culto a una persona o un partido, sino el compromiso con nuestra Patria. Crear un lugar que nos haga sentir orgullosos de lo que somos como hondureños y jamás tengamos que huir aguantando humillaciones de cualquier extranjero dientes podridos, buscando sueños que no existen y nos despierten en pesadillas.
Como la grama que crece de a poquitos, se levanta en Honduras un “outsider”, los adivinadores ya lo huelen y comienzan atacarlo, solo hay un problemita, el perfil es tan elevado que allá no llegan los murmullos de las cucarachas, pronto sabrán más y se darán cuenta que quien ataque una persona como está será visto como un completo imbécil y no es que aquí en el patio no tengamos muchísimos de esa especie, pero un pequeño detalle se les escapa, sólo piensan en los votos asegurados que creen que tienen ¿y los nuevos votantes? Ellos quieren un país seguro, donde puedan vivir y trabajar, no tienen las limitaciones mentales de los viejos. ¡Quítense abuelos! Y no de años, sino de espíritu.
Y para quien no sepa, explicamos el origen y dejamos una pista, “outsider”, palabra inglesa, que no tiene una exacta traducción al castellano, con la que se suele denominar a quien, estando fuera de los cuadros partidistas y de la vida pública activa de un país, participa por primera vez como candidato en un proceso electoral.
Una persona lejos de sus caudillismos, que con asco observa al corrupto recoger las sobras del suelo, sin vínculos con el narcotráfico y que puede integrar una verdadera oposición ¿será mejor o peor que los que tenemos? ¡No lo sé! Pero después de 200 años con estos puercos, prefiero creer en lo nuevo, así como salimos a las calles con un brazo popular llamado “la Resistencia”, hartos y asqueados de sus chanchadas, con esa misma sensación estamos dispuestos aventurarnos a algo nuevo, que brille y que sea tan aplastante que estos parásitos tengan que correr y meterse en las hendiduras de la obscuridad, buscando protección y no la encontrarán. No más pactos nocturnos y discursos que terminan en burlas y muerte contra nosotros.
¿Tienen que tener miedo? ¡Por supuesto que sí! Este outsider, no es invitado a la fiesta, no le entiende al trámite, esos que con un ejército atrás son machos, pero para enfrentar sus delitos se aferran a la silla presidencial, como niños buscando la protección del padre, son los más asustados. La fiesta está llegando al fin, el reloj de arena se está vaciando… observen que la dirección del viento está cambiando. ¡Y cambiará! Pronto, muy pronto, sabrán de quién les hablamos y se los adelantó EL LIBERTADOR. ¡Avanti, todo pasará!
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