Por las relaciones de fricción entre la embajadora de Estados Unidos, Laura Dogu y los antecedentes de fraude en Honduras (2017) más las opiniones para desconocer resultados en Venezuela (2024), los norteamericanos no tienen méritos para una observación “exclusiva” en comicios de este año, valoró el prestigioso sociólogo Armando Orellana.
Lo anterior, luego que Dogu solicitara al CNE ser acreditada como observadora para elecciones de marzo próximo, condición que para el analista debe ser vista con cuidado, recomendando que por asuntos democráticos EE.UU. debe participar en conjunto con toda la comunidad internacional.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. De forma oficial, la embajadora de Estados Unidos en Honduras, Laura Dogu, solicitó autorización y acreditación al Consejo Nacional Electoral (CNE), para participar como observadora del proceso de elecciones internas del 9 de marzo, como previa a la contienda del 30 de noviembre que decidirá el próximo Gobierno para el período 2026-2030.
Al respecto, el sociólogo y docente universitario, Armando Orellana, medita que la embajadora no tiene méritos para participar con “privilegio” exclusivo, ya que su país cuenta con antecedentes controversiales en procesos electorales y por toda la confrontación que ha tenido con el Gobierno.
Y, es que, en 2017, la máxima autoridad de EE.UU. en Honduras, Heide Fulton –como Encargada de Negocios–, fue participe del fraude electoral de 2017 que bloqueó la propuesta de la entonces Alianza de Oposición contra la Dictadura y avaló la ilegal reelección de Juan Hernández, hoy en prisión por narcotráfico.
En ese sentido, Orellana lamentó que el constante interés de los norteamericanos, de seguir teniendo posición de privilegio en últimos procesos electorales, no persigue otro objetivo más que incidir o ser un “árbitro” cuando es un poder que corresponde a los hondureños.
Para el destacado analista, la embajadora de EE.UU. buscará influir en el proceso y, ante esto, recomendó que si quiere participar deberá hacerlo bajo un esquema que sigue toda la comunidad internacional y no como un agente “exclusivo”.
“El antecedente totalmente nefasto en el cual fueron a validar (crímenes electorales), puede utilizarse ahora en el sentido negativo de querer descalificar el proceso electoral, me parece que de forma individual no debe de asumirse esa supuesta solicitud, sino que debe ser parte de organismos de cooperación y de otros representantes”, agregó.
Orellana señaló que si Dogu está interesada en participar bajo su rol como diplomática, entonces Honduras debe invitar de forma oficial a otras naciones como la República Popular China, pero que sobre todas las cosas, es más relevante pedir observación a órganos reconocidos, instituciones académicas y multilaterales.
El pensador hondureño, recalcó que no hace mucho EE.UU. ejecutó injerencia en elecciones de Venezuela, buscando descalificar la voluntad popular, “pretendiendo desde la perspectiva del Gobierno norteamericano y del Pentágono, desconocer y descalificar resultados, eso genera un poco de suspicacias”.
Al ser consultado sobre la veeduría estadounidense en 2017, Orellana fue contundente “genera ruido, ¿por qué (Dogu) está pidiendo de forma unilateral y asumir esa solicitud, cuando existe todo ese antecedente negativo, adverso al interés de la colectividad y del principio de democracia?, porque lo que se traicionó fue la voluntad del pueblo y fue avalada por una representación diplomática de ese país”.
Advirtió que la ciudadanía debe ver este tema con cierto cuidado, porque ante la débil oposición política, tras haber constituido una narcodictadura por alianzas entre liberales y nacionalistas, difícilmente éstos tendrán un liderazgo coherente que pueda competir frente a las propuestas del oficialista Partido Libre.
“Entonces solo les queda el recurso de a asumir verdad el descrédito o la descalificación del proceso electoral, asumiendo la idea de fraude o de cualquier otra irregularidad”, amplió.
El sociólogo concluyó que no se trata de dejar fuera a EE.UU. del proceso, sino que no pueden tener un papel exclusivo como representantes diplomáticos, insistiendo que deben ser uno más dentro de los observadores internacionales como grupo.
Cabe recordar que en el marco de elecciones generales de 2017, mientras los expertos de la Organización de Estados Americanos (OEA), recomendó repetir todo el proceso electoral, EE.UU. salió al paso –con datos preliminares y ya infestados de fraude– a felicitar a Juan Hernández como “ganador” y, tras esto, toda la comunidad internacional avaló el crimen de la reelección y otros cuatro años de tragedias sociales, políticas y económicas para Honduras.
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