El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, declaró que la restricción de exportaciones de uranio enriquecido a EEUU es una medida de represalia, y no trata de perjudicar los intereses de Rusia.
Mientras tanto, en un total estado de paranoia, Polonia lanza una hipótesis descabellada sobre la reciente llamada del primer ministro de Alemania, Olaf Scholz, al mandatario ruso, Vladímir Putin.
Agencias / EL LIBERTADOR
Sputnik. El presidente ruso, Vladímir Putin, ratificó el pasado 14 de noviembre las restricciones temporales que Rusia le ha impuesto a la exportación de uranio enriquecido a EEUU. Se trata de una respuesta a las restricciones impuestas por Washington.
«El Gobierno estudió a fondo la cuestión y analizó la posibilidad de introducir medidas de respuesta (…) que deben ser plenamente coherentes con nuestros intereses y no causar daños, se trata de una respuesta recíproca», explicó Peskov.
Al respecto, el analista internacional Koldo Salazar indica que «primero que nada, hay que entender que toda la campaña de sanciones y de medidas restrictivas, viene por parte de Occidente en contra de Rusia». De acuerdo al experto, a esta medida hay que analizarla en un contexto más amplio.
«Ese contexto es el de una serie de sanciones muy duras contra Rusia, que ahora mismo es el país más sancionado del mundo. En el momento que lo analizas en el contexto y ves la naturaleza de esto, estamos viendo que Rusia lo único que hace es responder a un acoso», apunta Salazar.
Mientras, al presidente de Polonia, Andrzej Duda, le asaltan las dudas. Se declaró temeroso de que Alemania pueda negociar con Rusia la reanudación del funcionamiento del gasoducto Nord Stream.
Al comentar la reciente conversación telefónica entre el canciller alemán, Olaf Scholz, y el presidente ruso, Vladímir Putin, a instancias del germano, el líder polaco destacó que ese diálogo podría ser un intento de pactar con Moscú para «volver a los contratos energéticos con Rusia» y restablecer el funcionamiento del gasoducto Nord Stream. «Estas son las acciones contra las cuales hemos estado protestando durante muchos años», dijo Duda.
«Realmente Polonia tiene un problema de identidad importante que tiene que ver con su desarrollo histórico. Es decir, para el Gobierno de Varsovia, el hecho de que haya un poder fuerte, tanto en Rusia, como en Alemania, resulta una ‘amenaza’, porque precisamente si nos fijamos en el mapa, Polonia está encajada entre esos dos grandes ejes geopolíticos», expresa el analista.
«Al mismo tiempo, al desconectar [Occidente] a Rusia del resto de Europa occidental tras el inicio del conflicto en Ucrania en el año 2022, lo que tenemos es una Polonia, que, por un lado, está tomando el papel de Ucrania en el tránsito energético de hidrocarburos. Y al mismo tiempo, está tomando una posición geopolítica que está empezando a ponerse en paralelo a la de Alemania, porque están intentando convertirse en el eje central de los eslavos occidentales y en la potencia dominante de toda la región», subraya Salazar.
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