LA VIDA ABUNDANTE DE EVELIO O LOS REYES CON PIES DE BARRO

Evelio prestó su iglesia al crimen, fue íntimo de JOH –más allá de vigilias y oraciones en presidencial–, en aquellos días y noches de brutalidad militar, el señor pastor buscaba los puntos más altos de Tegucigalpa, extasiado “en espíritu santo”, vestido en verde olivo, echaba la culpa al diablo de la tragedia política y asesinatos que también maquinó como un Caifás pidiendo la muerte de Cristo.

En las “sagradas escrituras”, se perfila a héroes como Moisés y Elías, ambos santos; de Elías se habla mucho de su enfrentamiento a profetas de Baal, aquellos que adoraban dioses ciegos, mudos y paganos, quemados con fuego que descendió del cielo, ¿a qué deidad adora Evelio? ¿Qué fue lo que cegó a los amigos de la Vida Abundante?

Se oyen trompetas, la bestia que advirtió San Juan hace mucho hace estragos en Hibueras, Evelio y los Reyes ya no concilian el sueño, el primer juicio y condena será terrenal. “Si yo soy hombre de Dios, que descienda fuego del cielo”, ¿y vos podés, Evelio?

 

Reflexión
EL LIBERTADOR
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Tegucigalpa. A 262.7 kilómetros al occidente de la capital, uno de los departamentos más empobrecido y religioso, Lempira, ve crecer hermoso pasto, pensaríamos que es un milagro como le repite el pastor a su congregación de pobres y luchadores. Podríamos creerle sino supiéramos que son las manos habilidosas de hacendosos jornaleros de campo, jardineros y abonos que llegan del extranjero que hacen ver la estancia tan verde, ordenada y brillante; descansa sobre la grama una finca modelo, una Holstein a lo lejos camina despacio junto a una bellísima Belgian Blue, todo está tecnificado ¡Nunca el campo fue más hermoso! A la altura de la colina, se posa una gran casa de hacienda, lujosa propiedad en cualquier zona rural de Honduras, desde donde un hombre blanco, alto, con aires de señor respetado, vestido pulcramente de blanco; sale al balcón, y no sé, si es un santo o un rey.

Pastores de la Confraternidad Evangélica interceden por JOH en oraciones.

La dócil servidumbre abre suavemente las puertas y como laboriosas hormigas con sus uniformes nítidos extienden la mesa: crema, mantequilla, requesón, queso hecho especialmente para el señor, al gusto del señor; en silencio, como sombras pasan a los lados, pan recién ordenado, tortillas del instante, huevos, tocino, fresca leche y jamón, en la casa de Dios la vida es abundante, el buen alimento orgánico cae como maná ¡Amen! –A Él sea su gloría– se escucha, olor a pino se filtra, a lo lejos brama el ganado en el corral y la frescura de la residencia evoca esas imágenes distantes de países con mucha prosperidad como las villas campestres de Holanda, Alemania o Suiza. Al frente una mesa de roble, espera la silla principal de cabecera a su dueño para ocuparse del inicio de un día bendecido, y de pronto, aquel hombre con semblante serio o quizá, sereno, con esa seguridad mental y pensamientos positivos que genera la comodidad de no necesitar nada material, abre lento los ojos y nos mira, casi con ternura y dice: “Bienvenidos”.

Samuel Reyes fungió en varios cargos en el Gobierno de Juan Hernández, entre ellos como secretario de Defensa entre 2014-2018.

Esperaría que aquel representante de Cristo en la tierra, que se presenta ante la sociedad como el Juan Bautista hondureño que anuncia la segunda venida de Jesús, ese que parece que Dios le ha dado la potestad de la balanza y la espada, y que al hablar es el mismísimo “Espíritu Santo”, pero en ese instante, viéndolo de frente, esperaba me dijera algo en parábolas o sonaran las trompetas del cielo; nada de eso pasó, el Reyes es un hombre de negocios, de tiempos limitados y proyectos terrenales claros, no quedó ninguna duda cuando dejó entrever sin vueltas: No venimos hablar de religión, sino de poder y política. El semblante en él, no cambió, cuando lo escuché sobre sus aspiraciones presidenciales, y eso fue antes de los pactos obscuros que llevaron su alma a la perdición eterna, aunque ya la semilla del mal habitada esa alma. Sobre el bello ventanal, a lo lejos, muy lejos de la residencia, donde el “tufo” de los pobres no llega, veo otra realidad, las villas miserias son el soporte de la lujosa estancia. Siempre los pobres pagan la cuenta.

¿Quién diría que Dios bendice tanto a sus hijos? Reza una publicación del secretario asesor en comunicación Milton Benítez “… Además de 6 bienes (casas y terrenos) a su nombre, la Sociedad Cultural Espiritual Evangélica Amigos de Tegucigalpa, de la que Evelio Reyes es representante legal, tiene 15 propiedades, entre ellas la Iglesia Cristiana Vida Abundante, que ha recibido millones de lempiras en préstamos mediante hipoteca, vendido y trasladado propiedades a personas vinculadas en actos de corrupción, entre ellas Claudia Yamila Noriega, señalada en el Caso Pandora, con la tarjeta “La Cachureca” y el drenaje de fondos del Banco Nacional de Desarrollo-BANADESA para el Bono 10 mil; y Natalia Patricia Ciuffardi, pareja sentimental de Mario Zelaya, implicada en el desfalco millonario al Instituto Hondureño de Seguridad Social de Honduras…”; casi nada.

Pero, entienda Chiqui, si los envidiosos del evangelio de la prosperidad le preguntaran a Evelio por este rosario de pecados, sacaría el manual infinito de respuestas contundentes y bien acomodadas de los “cristianos”, y los dejaría mudos con esta máxima: “Dios perdona 70 veces 2”. ¡Vaya! ¡Querían más mundanos! Y cerraría así: “Los santos no son los que nunca han pecado, son los que jamás desistieron de buscar la santidad” Uuuuyyy me voy del estadio.
Y, a eso sume la mayor expresión de hipocresía del religioso Tartufo cuando seducía a la mujer del hombre piadoso que por sensibilidad lo hospedó en su casa, y aquella mujer virtuosa llamó a su esposo Orgón, le contó la lujuria de su santo “asesor espirtual”, le pidió se escondiera debajo de una mesa, y desde ahí oyó al cristiano de Tartufo expresarle a su esposa: “Pecar en silencio no es pecar, el pecado es lo público, señora mía, sépalo, es el escándalo lo que le da el pecado a la acción”. Aaahhh ja,ja,ja,ja, ¿leyeron pecadores?

Casi como un santo, en 2008 dispuesto al sacrifico extremo por los demás, simulando un Cristo en la cruz, muriendo por los desprotegidos, realizó una huelga de hambre exigiendo justicia por su pueblo, por su gente (aunque algunos registros hablan de hamburguesas en la madrugada); hoy, cualquiera de nosotros podría perfectamente hacer una huelga de hambre para que el otrora representante de lo celestial en la tierra, se presente a los tribunales de justicia a platicar sobre sus misas, con el nada apóstol Juan Hernández, hoy privado de su libertad y condenado a 45 años de prisión por narcotráfico. Evelio prestó iglesia y biblia a JOH, aunque mintiera, aunque robara, aunque matara. Alguien susurra en el alma del pastor Reyes y le dice que en su alma “Dios no está aquí, ni vendrá”.

Con una moral ajustable a los tiempos, después de estar oculto Reyes, sale a la palestra pública, desde su vida abundante y les recuerda a sus seguidores que la única autoridad y poder, para cambiar Honduras es él: “Quiero recordarles que no hay futuro cambiando solamente gobiernos, colores, banderas y caras, únicamente cambiando la mentalidad de la sociedad, y retomando los valores y principios del Reino, veremos lo que nunca antes hemos visto y, solamente la Iglesia tiene la autoridad, el poder y el mandato de hacerlo. ¡Nos unimos hoy o viene el día cuando ya no habrá iglesia que unir! ¡Firmes y Adelante!”, firma el dirigente, activista y profeta Reyes. ¡Vaya jodido! Si lo dijo Evelio, tiemblen demonios.

La hipocresia es el tema principal de «Tartufo», y en ella se esconde también un ataque al papel demasiado influyente que tenían y tienen algunos personajes siniestros que existen en nuestra sociedad en distintos ámbitos, especialmente en la política (recuerden al famoso Roy Santos que decía hablaba con Dios y Alberto Solórzano, con una cara de malandrín imposible de esconder, ahora exiliado en EE.UU. como víctima de persecución, jejejeje, que paja la de los vividores de JOH, con billete nuestro), esos son los ilusionistas con habilidad para convencer y dominar a quienes los siguen en las iglesias. En realidad son saqueadores, que pretenden conseguir el poder y bienes materiales, son timadores con doctorado.

Hoy, los tres Reyes: el pastor, el militarista y el banquero, caminan sobre una cuerda sobre un precipicio, no debemos esperar morir y elevarnos a los cielos o descender a los infiernos si tenemos una justicia implacable, aún los dictadores más crueles, los que se regocijaban quebrando manos de músicos, espíritus de poetas y estudiantes amorosos se han convertido en dulces ovejas frente a un juez cuando a éste no le tiembla la mano, ni se le quiebra la voz para dictar una sentencia ejemplar. Los Reyes con pies de barro han caído y para ellos como diría Nietzsche: “Dios ha muerto”. Avanti

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