Es imposible para el alma humillada pensar en bravura, en elevación política y social; pensar en perder la visa es suficiente para sentir terror. Un día no seremos una “india dormida” y, como República, redefiniremos nuestras relaciones, intereses y objetivos nacionales y nadie vendrá a nuestra casa a ordenarnos con quién sí o no tratar. Hoy somos ocupación, una estrella más en la bandera; un buen negocio para el señor del norte, y un fracaso absoluto para nosotros los hondureños mantener esa vieja relación tóxica.
También en no hacer nada hay comodidad, lo primero es evitar el dolor de pensar, solamente obedecer órdenes y agarrar el dinero en el aire es un lugar reconfortante, que otros dicten el gabinete, que otros tiren las líneas del gobierno, que otros cuenten los votos como aquella gringa riéndose en las tapas de Batson. Un día tendremos patria, pero nosotros, los de ahora, moriremos esclavos, aunque algunos jamás lo aceptaremos y lucharemos hasta el final, aun siéndolo.
Reflexión
EL LIBERTADOR
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Tegucigalpa. –¡Una isla bonita en el corazón de América! Es el sueño estadounidense y, eso inspiró a Madonna, “un tributo a la belleza y misterio de los latinoamericanos”, dijo la “reina del pop” en 1986 al New York Times ¿Fórmula de la juventud infinita (sin supervisión de experimentos)? El caribe con indios semidesnudos, poco educados pero obedientes, sin reglas, sin impuestos, ni gobierno, enormes recursos naturales, con dialectos divertidísimos, un diputado es más barato que una mula ¡Fantástico! Y con políticos y empresarios sin arraigo a la tierra nacional que hacen de las leyes y los países miserables “hoyos de mierda” para facilidad del dominio extranjero, como se los gritó el anaranjado Trump. Se escucha el anunció en un televisor, sobre tan increíble oportunidad de tener un pedazo de terreno propio donde uno pueda hacer lo que quiera ¡Podemos hacer una nueva “isla de Epstein”, piensa algún gringo degenerado “trata de blancas” y pedófilo.
Perfectamente podría ser un anuncio en una televisora estadounidense hoy 22/06/24, donde gente como el venezolano Brimen o el italiano Mazzone, caminan vendiendo, como invasores de oficio, lotes de algo que se llama “República de Honduras” y, hoy, en las bocas sucias de éstos y muchos más se la reparten como pastel en fiesta de barrio marginal; sin embargo, hay una realidad, el abuso lo permiten los nacionales malnacidos, el extranjero no podría llegar hasta esos extremos sin la complicidad traidora de ciertos hondureños que como subclase de humanos siempre están con la columna dispuesta para que se paren sobre ellos y desde ahí, abusar de todos los demás que aguanten la jodedera. Buena paja esa de que “el hondureño es noble y alegre”, manera sutil de decirnos pendejos.
Me cuenta mi compa: “entonces yo era pequeño y no sabía de la vida más que el río, los animales y el amor de mi abuela, éramos una comunidad de cinco casitas en medio del valle, pero con mucho afecto, guanijiquil y bóvedas obscuras en el cielo, pero cuando anunciaban que el alcalde iba a llegar (en realidad solo iba de paso), todas las casas se vestían con tierra blanca, la gente guindaba papelillo de colores en la única calle de tierra, los fogones nítidos, vestían a los niños con los trapos domingueros, y aquel señorón pasaba en su Jeep, saludando con el codo”.
Los arreglos duraban una semana, la visita cinco minutos. El aliento bélico de Laura Richardson, lleno de “advertencias y amenazas” invadió está semana la casa de gobierno del país, mientras le arrojaban alfombras rojas y los secretarios parados contendiendo el aire en el pecho… sin respirar, esperando que la comandante hable primero. “En pleno siglo XX nos siguen llegando rubias y les abrimos la casa y los llamamos amigos; pero si llega cansado un indio de andar la sierra lo humillamos y lo vemos como extraño por su tierra”, aún canta Amparo Ochoa con su traje típico. Y entendemos que son tratos para mantener el orden establecido y la apariencia de las buenas relaciones con el señor del norte.
No es fácil darle una bienvenida a la casa de uno a quien habla como dueño y amo de todo un pueblo, de todo el territorio y de todas sus riquezas. Con esa arrogancia que sin ambages afirma que para ellos Honduras ni ningún país de América Latina existe como república ni como nada, si se les antoja dar golpes o agarrarla a balazos cuando quien y como quieran y el día que quieran. Así hicieron siempre cuando una nación empezaba a desarrollarse, la aniquilaron como Haití y eso han hecho en Honduras y en otros, siguen con su proyecto abusivo y mal intencionado. Por eso va cayendo sin paracaídas el imperio, esa es la campaña contra China, jamás se modernizó el águila, jamás buscó amigos, hizo esclavos y miserables.
Cualquiera mal educado puede ser imbécil en casa ajena, pero es decisión nuestra permitirlo o imponer un límite. Nuestra clase gobernante ha sobrepasado los límites cuerdos de la tolerancia, han sido serviles, gusanos condenados a tragar polvo ¿Cuántas bases militares hondureñas hay en los Estados Unidos? ¡Puff! Ni siquiera han sido capaces de aplicar las mismas restricciones migratorias que ellos tienen contra nuestros nacionales para ingresar. Ellos entran gratis a Honduras y nosotros pagamos los dólares que aumentan cada vez que quieren aumentar ingresos, y de paso, todos los días tiran enchachados cientos de nuestros compatriotas porque entraron sin documentos a su país.- Es complicado para el alma humillada poder pensar (aunque fuera eso), pensar, les genera terror, pero como República, un día redefiniremos nuestras relaciones y nadie podrá venir a nuestra casa a ordenarnos con quién sí o no, mantener relaciones. Hoy somos una ocupación, una estrella más en la bandera, pero sin beneficios; un negocio para ellos, un fracaso absoluto para nosotros mantener esa vieja relación tóxica.
Apuntan los extranjeros desde sus buques en las costas, montados en nuestros mares y dan órdenes que son obedecidas sin más, un “amigo” que lo único que nos brinda son ejercicios militares para fortalecer a su Fuerza Armada con logo de Honduras, que casi por humillación erigen una embajada incomparable con nuestra Casa de Gobierno, pues ni eso tenemos; son pocos, pero han sido los hombres y mujeres opuestos a esta horrenda subordinación, este coloniaje y todos han sido asesinados, desde Morazán hasta Berta, abundan las bubuchas que con gusto y servilismo atropellado están dispuestas oliscando los deseos de los señores, apuntan sus fusiles y disparan, con placer psicópata disparan, disfrutan matar a su propia raza, siguiendo la sentencia del amo. Como el capataz en el campo de concentración bananero, que estrellar el látigo en lomo de sus iguales, lo hacía creer que era un esclavo distinto. ¿Cuántos son los abogados del dólar que prestan sus servicios al crimen contra este país? ¿Y que sean abogados y diputados? ¿Cuántos? ¿Quiénes?
Un sistema de educación que nunca ha liberado a nadie, si lo que se enseñara en el Milla Selva fuera lo mejor, los estudiantes se llamaran Facussé o Yusuf; una formación de esclavos donde el orgulloso producto final dice que quiere ser albañil, policía o taxista; mientras la elite en sus escuelas se les enseña a mandar, donde quieren ser empresarios, diputados o el presidente del país, excepciones fracasadas como el clan del 81 de la Americana, pero de ahí todas han sido realidades; a nuestros niños les enseñan que el extraviado de Colón es un héroe, mientras ellos a sus hijos les enseñan sobre el renacimiento, la revolución francesa y el arte abstracto. Si ya muchos de estos crecen tontos, ya no es por su educación, sino porque la cabeza no les da para más como “Richi el fitness”.
¿Dónde quedó nuestra Corte Suprema? ¿Militares? ¿Empresarios? Parecen todos muy cómodos bajo el mando del humillado, el que está de rodillas y plácidamente prefiere no levantarse, el miedo del esclavo al verse sin la bota y los frijoles de su señor, pues también en no hacer nada hay facilidades, incluso, y lo primero es ceder el dolor de pensar, solamente obedecer puede ser un lugar reconfortante, que otros dicten el gabinete, que otros tiren las líneas del gobierno, que otros cuenten los votos como aquella gringa riéndose en las tapas de Batson. Un día tendremos patria, pero nosotros, los de ahora, moriremos esclavos, aunque algunos jamás lo aceptaremos y lucharemos hasta el final, aun siéndolo.
“Se nos quedó el maleficio, de brindar al extranjero, nuestra fe, nuestra cultura, nuestro pan, nuestro dinero. Y les seguimos cambiando oro por cuentas de vidrio y damos nuestras riquezas por sus espejos con brillo”, sigue cantando Ochoa. Avanti.
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