Amanecía radiante el Neoliberalismo en nuestras tierras, era 1990; Washington había apagado la sanguinaria noche de “Guerra Fría” y aquí sólo quedada de pie una sindicalista rebelde, Gladys Lanza con aquel STENEE consciente de la lucha de clases, era la única dirigente en las calles. Muchos de los que quizá fueron compañeros, se tiraban enamorados en los brazos del poder, unos por miedo, otros por vocación al delito, quizá codicia, avaricia o niñez de mierda.- Gladys, sentiría la agonía del movimiento obrero. El sistema venía hacer trizas cualquier oposición, pero no con armas, eso ya sonaba grosero, fue con mano suave, cargos, vinos, cena bufet con cubertería, toda esa sensación de importancia que da el dinero y la atención.
Del movimiento sindical, no hay mucho que decir, en 12 años de dictadura sólo se les vio en caminatas el 1 de mayo y a “Krusty” Espinoza haciendo chistes al extraditado; como gremio ya no inciden y la extinción está escrita; mañana, cuando la presidenta Xiomara los acompañe, seguramente se robarán el crédito de la “revolución”; mientras el obrero, bueeno el obrero, medita en su propio submundo, si pudiera sería un poquito más feliz.
En el momento que el Partido LIBRE dio vuelta a la página de “la Resistencia”, se esclareció la ruta electoral para terminar el obscurantismo que dejó el primer golpe de Estado del siglo XXI, esto es “déjà vu”, ya se vio hace 30 años, figuras del movimiento popular siendo Gobierno, inmersos y dándole oxigeno fresco a las viejas estructuras del sistema de corrupción, ese mismo que hasta la hora de la muerte buscó castigar a Gladys Lanza.
Reflexión
EL LIBERTADOR
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Tegucigalpa. El sistema se caía a pedazos, el caudillismo y la siniestra época de 1980 había dejado una estela de sangre popular, luto y muerte para los divergentes, el reinado de los militares, fusiles por la mente, se había impuesto el proyecto de Washington y las élites del poder hondureño, las mismas que apoyaron el golpe, la dictadura y las chanchadas de JOH.- Los caudillos ya no eran necesarios, el mundo estaba cambiando y la “Operación Cóndor” daba su siguiente paso, la modernidad y la definición como modelo económico: libre mercado y como modelo político: la democracia. ¡Los 90! Entonces aquel joven se presentaba corriendo en buzo deportivo y las chicas enloquecidas corrieron a darle el voto, Rafael Leonardo Callejas Romero, traía nuevos aires y nueva política, ya no se trataba de caballos y sombreros, sino de Porter y “el análisis de las cinco fuerzas”. Callejas ganó y todo cambió.
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Al mismo tiempo se elevaba la figura de los últimos luchadores sociales con la convicción que el futuro pertenece al pueblo, sobre todos ellos, la gigante figura de una mujer rebelde hasta el último suspiro: Gladys Lanza (Gladys Williams Lanza, su padre, Abraham Williams Calderón, fue vicepresidente de Honduras durante la dictadura de Carías 1933-1949, por eso ella nunca quiso usar ese apellido). Comayagüela fue testigo inamovible y el pavimento sintió el poder de convocatoria de esta mujer, miles de hombres caminaban y la seguían en caravana, ondulaban las banderas rojinegras “El Stenee vive, vive”, gritaba ella. –“Y la lucha sigue, sigue…”. –Retumbaba en el centro de la capital y en la primera avenida desde el fondo de las gargantas de los luchadores. En el mismo tiempo-espacio, muchos de los que quizá fueron compañeros, se entregaban a los brazos del poder, unos por miedo, otros por vocación al delito, quizá codicia, avaricia o niñez de mierda.
A la Izquierda de Gladys, caían los líderes y antiguos compañeros; el sistema no solo traía nuevo presidente con visión distinta, venía hacer trizas cualquier oposición, pero no con armas, eso ya había terminado, fue con mano suave, cargos, vinos, cena bufet con cubertería, toda esa sensación de importancia que da el dinero y la atención. Gladys Lanza, sentiría la agonía del movimiento obrero.
De pronto algunos de los dirigentes viejos ya eran hacendados, diputados y ambos, secretarios de Estado, lejos de las camisas sudadas y los zapatos gastados.- El poder había ganado y apenas esta luchadora seguiría en pie, fue perseguida hasta el último segundo por el Poder Judicial, arma favorita del criminal moderno, sin embargo, Lanza miró a Themis, sin remordimientos, sin culpas, ni miedo como el acero sin doblarse y murió el cuerpo, así, con un proceso encima y con cita judicial pendiente ¡Uuuuy, qué sistema tan eficiente, duro, durísimo con esa mujer, pero nunca miró lo que se mira desde New York!, Gladys pudo ver a los camaradas sentados en la mesa del enemigo, con traiciones y, lo más importante, con un sistema aplastante contra el luchador social. Así la ¡lucha sigue! ¡Sigue!…
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El hondureño no está articulado en la lucha social organizada, ni lo piensa siquiera, es más una explosión emocional de adolescente y reacción espontánea, instintiva, cuando están ahorcándolo, matándolo, acorralado; hoy un sindicato no convoca pero ni tres gallinas hambrientas de maíz, fueron incapaces de reinventarse, los presidentes envejecieron con las dietas que se le caen a los gobiernos como migajas pero que son suficientes para engordarlos, los jóvenes no saben ni que existen, los empleados no saben para qué sirven y la sociedad los ve ahí (en su mayoría) como cómplices del mal que ocurre en el país.
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Sin embargo, se entiende que eso sea así, los gremios agrupados –desde la lupa de los clásicos en Ciencias Políticas– son simplemente amortiguadores del sistema, esas pastillitas para calmar el dolor que causa el cáncer, nada más eso, pero muy útiles cuando se necesitan saltimbanquis para la función inquieta. Cuando el sistema cambió y necesitó la renovación a partir de 1990, nació el sindicalismo del capitalismo: las ONGs, desde donde las grandes potencias que traen dinero a países estratégicamente empobrecidos, nos traen su ideología sexual alienante, extranjera, de placeres y no de Givenchy, pero su función principal fue destruir la lucha social con visión liberadora de Nación, fue dividir la movilización colectiva y común a todos los hondureños, visto así impusieron un nuevo modelo individualista de lucha ciudadana, los problemas de las mujeres, es solo de ellas, no les importa la campesina sin tierra y sin salud; los niños, aparte; la comunidad LGBT, por otro lado; y así, hasta que una movilización se mermó. Terminamos hablando de ideologías ligeras, lejos quedaron las palabras: Patria y patriotismo (nos metieron en la cabeza que eso está desfasado), lucha social y lucha de clases (eso es comunismo y ya fracasó, eso nos dijeron y muchos lo creen). Mientras más ligero el mensaje más dinero tendrán, así sus dirigentes tienen grandes oficinas, autos, proyectos, cuentas y la sociedad sigue a la deriva con un bombardeo innecesario de tonterías y confites mentales.
¡Boom! Se escuchó en el aeropuerto, un presidente sobrevolaba su tierra, los militares cruzaban tanquetas, un anciano desquiciado gritaba que era presidente de algo (no sé de qué); ¡Boom! Y los medios de comunicación tradicionales pasaban caricaturas y telenovelas; ¡Boom! La iglesia católica desde su cardenal, anunciaba baño de sangre y la evangélica con Evelio pedían larga vida al dictador; ¡Boom! Los partidos políticos cerraban filas ante el golpe; ¡Boom! El poder económico financió la masacre; ¡Boom! Intelectuales quimera, mitad hombres, mitad gelatina, bañaban las opiniones de alabanza al nuevo orden; ¡Boom! Un militar disparó y asesinó al joven Isis Obed, la sangre que no pudo esconder el Photoshop de La Prensa aún sigue en el pavimento. Después de 30 años, el sistema había vuelto a envejecer y ocupa su nuevo Callejas, un nuevo orden, una depuración y tardaría 12 años en llegar.
El momento en que Libre dejó a un lado “la Resistencia”, estaba claro que el objetivo era el camino electoral, dentro del sistema. “Somos un partido político, no un brazo armado”, gritó un caudillo, y era cierto, era un partido. Así como en la década de 1990 el sistema viejo, vicioso, perverso y desprestigiado necesitaba oxigeno nuevo y fresco en la sangre contaminada, así pasó exactamente lo mismo, algunos que fueron llamados líderes sociales, terminaron en el Congreso pidiendo aumento, legislando sobre decisiones empresariales sin nunca haber administrado al menos una chiclera, otros como asesores y los más avispados hasta socios con el Gobierno (¡¿qué pensaría Gladys Lanza?!), así el nuevo luchador social terminó, otra vez, renovando el sistema y está vez, tomaron hasta los cuadros más jóvenes, Fausto Calix todavía anda los “All Star” que usaba en la lucha universitaria. La doctora Suyapa Figueroa, dentro del Congreso Nacional, lo mismo que Juan Barahona, Sponda y así, ejemplos sobran…
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Ante el romanticismo de los viejos luchadores, al Gobierno de la presidenta Xiomara, le hace falta una revolución, pero la respuesta rápida y sencilla es: Libre no es un brazo armado (ya lo dijeron los hombres fuertes del partido), solo un partido político. Por eso los más sensibles perciben penumbra, falta de claridad, división del discurso anterior a las acciones actuales, muchas cabezas opinan y algunos funcionarios no terminan de entender su rol histórico. ¿Ha tenido logros el gobierno? ¡Si! Ha iniciado el desmontaje del aparato destructor de los nacionalistas. Limpiadores del sistema, cambiadores de máscaras, pero nada más allá. Como ya lo vivimos años atrás, hasta que lo que se monte se destruya y volvamos a las calles, no de la mano de los movimientos sociales articulados, sino como hondureños conscientes de un cambio con nuestras manos, sin mediadores.
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El 1 de mayo, la presidenta Xiomara Castro, caminará en las calles, desde hace mucho tiempo un presidente no acompañaba a los trabajadores, irá acompañada de los viejos dirigentes que recordarán a los “Mártires de Chicago”, “Hasta la victoria siempre” y el arroz chino familiar. Al final, el obrero de verdad, está molesto porque este día será domingo y no tendrá vacaciones en el trabajo, está cansado, por él no aboga el sindicalista, ni el líder magisterial, ni el secretario de Estado, es él y sus circunstancias: que la mara no lo asesine, que sus hijos tengan mejor educación, que el salario le ajuste y si hay oportunidad y si a nadie ofende, ser un poco feliz, pero tranqui, eso todavía está en la agenda de la historia sin escribir.
-El sindicalismo se agotó, amiga Gladys, los dirigentes perdieron el rumbo en su mayoría, al final son solo amortiguadores del sistema, para impedir que la lucha de clases se active hacia la verdadera autonomía nacional; amiga Gladys, no le quiero decir en lo que Stenee se convirtió, aunque le comento que ya tenemos una presidenta mujer, de la que se espera quizá, demasiado… Hermanos y hermanas amanece, y mientras las causas de la desigualdad en Honduras sean las mismas, el discurso y la lucha es la misma. Avanti
¡Hasta la victoria siempre!
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