El escenario mediático, la escena y el crimen tienen los signos del terror en Poe: “El corazón late con violencia por los pasos rápidos y ruidosos que nos siguen mientras atravesamos una calle obscura. Tropezamos y caemos al suelo a causa de la carrera fantasmal y enloquecida de un gato negro. Un ruido extraño se oye en la penumbra nocturna de nuestra casa. ¿Será una rata? ¿Un fantasma? ¿Un ladrón? ¿Un ser monstruoso?”.
Reflexión
EL LIBERTADOR
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Tegucigalpa. El cuerpo yace tirado sobre todas sus extensiones, la mirada fría del rigor mortis, la pupila dilatada observa con desdén a los vivos, fue secuestrada de su casa, le fue robada hasta la dignidad, hasta el nombre, y todos los bienes que vieron disponibles; según la autopsia, muestra signos de tortura y finalmente la han asesinado, pero nadie fue y todavía no hay sentencia.- Sí, ha muerto.
“No sé el porqué, no utilizo esto, pero… –¿Me quiere acuchillar? –¿Será mi estado de ánimo que ando hasta con una navajita hoy…” confesó un periodista a su entrevistado, nervioso, cansado, taciturno –¿Renato vos sabes quién la mató? ¿O en aquella noche de 2009, vos también eras cómplice cuando dijiste que eran “héroes”, “un milagro”?, intuimos esa horrible angustia que llega y se va, esa rara sensación de abandono físico y neblina mental, ojalá la superés para siempre, pero el subconsciente es jodido, no olvidés: 1:14:00 hora.
La escena del crimen está acordonada y delimitada con números, dicen que están en perpetua “investigación” y los que hacen las pericias se llenan las botas de sangre. En el lugar del asesinato fue encontrado un crucifijo que puede ser de algún cardenal, la biblia que un pastor dejó en la corrida, ropa militar con manchas rojas y una gorra enlodada como la espalda de la víctima, también se observa el auto de lujo de un empresario reconocido y respetado (aparentemente vendió algunos garrotes con los que golpearon a la finada), un par de carnés que acreditan que había periodistas en el sitio y, posiblemente, cómplices; también unos pasaportes de extranjeros y una percha de afiches de campaña electoral con promesas y rostros viejos desdibujados; en una esquina se ve una carta estrujada con palabras de un amor que no llegó. La mano de la muerta no puede exigir nada, quizá tomarse del brazo de la justicia que reposa sin vida en la escena.
En algún lugar se reúne un grupo, ellos son el poder real, los titiriteros de la marioneta, es algún “consejo” que escribe el cierre del caso y el final de los cuerpos de la occisa y del espíritu. Siempre impunes, siempre fuertes, siempre ebrios de autoridad y de vicios, ascendieron al mando, cuando los valores, la moral y la Patria fueron abatidos; Shhh… Si hace silencio puede escuchar el estridente combate de las copas, las risas atropelladas y de modales rudos. La marioneta se maquilla, se coloca la banda presidencial, aspira ungüento mágico, se para frente a la cámara y dice: Haremos justicia, esto no se quedará así, lo juro por la constitución. Nada se sabrá, sólo lo que el “consejo” quiera, para ellos, la carta no existe… y para nosotros tampoco.
Las instituciones encargadas de hacer la pesquisa, están involucradas en la violación, todos hablan en nombre de ella y parecen honestos, son gente seria y de buen porte, parecen importantes, así como cuando Marquitos se paraba frente a las cámaras y nos decía que los hospitales móviles vendrían, y Omar y Solórzano en coro repetían que era tecnología de primer mundo, así como a cada rato nos dicen que todo lo que se hace aquí es modelo para el mundo, hasta la mentira es de exportación, sin duda. Así hablan, que buscan a los culpables, mientras entre muecas sinuosas esconden el puñal y la soga; durante un tiempo los medios tradicionales intentaron desinformar que la víctima estaba bien que, según su periodismo objetivo y veraz, jamás desinformaría sobre algo tan grave y de relevancia nacional, y así la tinta se desparramó sobre el cadáver de la aún joven.
Las marcas del ultraje son más asquerosas que obvias, hubo planificación y ventaja, ella incapaz de percibir el mal, les abrió la puerta de la casa, creyó los trocitos de verdad envueltos en oropel de engaño, fue hospitalaria y ellos abusivos, entraron de criados y ya adentro, se creyeron dueños, violentas bestias llenas de complejos e inferioridad se ensañaron, quisieron llenar sus vanas existencias, robaron sus bienes para bienestar personal, fueron cínicos al decir que la estaban ayudado y que más bien debía ser agradecida, que nunca hubiera sido nada y que cuando la encontraron ya estaba rota, hecha tiras. Como todo vividor y abusivo, “la repartieron como fruta muerta”, en palabras del poeta Neruda.
Y, 128 hombres y mujeres que habitan una casa sin escritura pública que acredite propiedad al pueblo, saben que pasó, ellos no solo oficiaron la transgresión, crearon el marco legal sin debates, regordetes acomodados que apenas laboran 130 días al año y son más puntuales para cobrar que recibo de energía o del cable adulterado, se llaman oposición y oficialismo, pero al final de la jornada sólo son club de amigos, un antro de humor negro para reírse del dolor de los demás, pequeños seres jugando a ser dioses en un territorio, si el impoluto Robespierre, los tuviera enfrente, sin duda, la guillotina sería el destino mejor, más se parecen al “Orador del Pueblo”, el león, Conde de Mirabeau, finalmente un traidor, con buen discurso, pero traidor al final de cuentas.
Esperaron que cayera la noche, la más profunda, donde los jóvenes estaban demasiado dormidos y los viejos cansados, y ya venían agrediendo, hasta que finalmente esa madrugada de domingo de 2009, cuando llovía, tomaron la decisión de matarla, no dejar huellas y tampoco riquezas, todos estuvieron de acuerdo con la trama letal contra aquella que siempre les engordó la panza a ellos, a sus crías engreídas y a sus amantes de la codicia, así la maledicencia se vistió de traje y la desgarró hasta que finalmente murió. Hoy se escucha el silencio, párese un instante y óigalo; el ciudadano no quiere hablar del tema, está cansado, abatido, pobre y enfermo. Sobre el cuerpo de la víctima cae el confeti de nuevas elecciones. Sólo los políticos y sus familias se alegran.
Un joven universitario la encontró, con su morral en relieve Morazán sobre el hombro, le promete que un día volverá a ser hermosa y que por fin tendrá dignidad, jura frente a su cuerpo que tendrá Justicia y que no habrá más huida de forajidos ¡Que tiempos se acercan! Y ya sea en estas tierras o en otras, en estos salones de Temis o en lejanos, serán enjuiciados los criminales y asesinos, esta noche ella cierra los ojos ansiosos. Por ahora, Honduras no descansa en paz.
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