El comisario de Policía Héctor Caballero (foto) se presentó al Conadeh a solicitar protección ya que “teme ser asesinado” por la supuesta participación en el asesinato del comisionado antidrogas Alfredo Landaverde.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. Uno de los oficiales de la Policía Nacional de Honduras sindicados en el asesinato del analista de seguridad Alfredo Landaverde pidió este lunes protección al defensor del pueblo Roberto Herrera Cáceres ya que teme ser ejecutado.
El comisario de Policía Héctor Caballero se presentó a la sede del Comisionado Nacional de Derechos Humanos (Conadeh) a solicitar protección ya que “teme ser asesinado”.
El oficial llegó vestido con ropa del organismo armado y tuvo que esperar varias horas hasta que fuera atendido por miembros del Conadeh; sobre el tema, explicó que “me siento desprotegido, temo por mi vida y la de mi familia” y por tal motivo acudió ante el ombudsman.
Negó en todo momento haber sido uno de los sicarios que acabó con la vida de Landaverde, ocurrido en diciembre de 2011, y aseguró que se somete a cualquier investigación.
Al momento del asesinato del también excomisionado antinarcóticos, dijo, estaba asignado como subjefe de análisis en el cuartel de Casamata y al enterarse del crimen, acudió a la escena para recabar información.
Se presentó al sitio donde fue ejecutado Landaverde, añadió, para que informara sobre los hallazgos en la escena, pero un vaciado telefónico (localización y escucha de llamadas) lo sindicó como uno de los autores materiales del crimen.
“La relación de hechos que me hicieron es supuestamente un vaciado telefónico y me comunique con una persona, con otra persona y en ningún momento he tenido ninguna relación con esa gente”, señaló.
Dijo el imputado que “ni en mi vida profesional de 15 años de servicio he tenido alguna relación con ellos, no digamos ese día que supuestamente fue planificado ese hecho delictivo”.
El oficial del organismo armado ha reaccionado al señalamiento que hizo el diario estadounidense New York Times sobre la trama que fue supuestamente planificada por varios jefes policiales para dar muerte al funcionario antidrogas Arístides González y por el asesinado de Alfredo Landaverde, quien días antes de su muerte reveló cómo las mafias tomaron control de la Policía Nacional de Honduras.
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