Rodolfo Pastor Fasquelle / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. Me voy a permitir interpretar, más allá de las consignas, lo que dicen los antorcheros. Que ya entendieron que a todos nos lleva el diablo por culpa de esta corrupción consuetudinaria. Y eso es así. Que ellos no van tolerarlo más, que se les va la vida en ello. Ojalá.
Su misma antorcha –luz– sostiene al antorchero. Al inicio del movimiento la antorcha lucia como símbolo. (Era la lámpara con que Diógenes caminaba a mediodía por la plaza de Atenas, en busca de un hombre honrado.) Símbolo también de la clase de gente que somos, gente que trabaja. Que sale a las cinco. Y para manifestarse más tarde necesita, un poco iluminarse. Si no, no salimos en la foto.
Un símbolo sobretodo, hoy legitimado por la ornamentación de la fiesta del 4 de Julio en Viera. Genial.
Pese a la evidencia de incluso su crecimiento, especialmente en Tegucigalpa –en donde hay una población políticamente más madura y consciente— y pese a haber despertado alguna simpatía en un sector de la clase media alta, los personeros y la prensa comprada del régimen comenzaban, la semana pasada, a predecir el fin y a propagar la especie de que las antorchas se están apagando. (Se argumentaba que el movimiento surgió de un desahogo emotivo de la clase media baja.).
Intuyo que el movimiento no ha terminado ni se va a terminar ya, que, por el contrario, se va a transformar y revigorizar en la canícula, con la incorporación de otros sectores, juveniles, de organizaciones sociales independientes y de opositores aun intimidados.
Un factor externo que lo sostiene ya es el imprevisto apoyo del Imperio. ¿Será que no le habían dicho nada a Nealon? Shannon anda ahora en gira por el Triángulo, asegurando –contrario a lo que aquí repite en coro, después de Corralitos, la prensa vendida– que en Guatemala ha funcionado bien.
Lo dice el mismo día que la CICIG publica procesos contra cinco diputados corruptos. Los gringos no ganan nada con protegerlos, no quieren aumentar la apuesta ni correr más riesgos, calculan que la concesión de la CICIH pudiera desactivar demandas más radicales, una interrupción anticipada del régimen, una constituyente sin garantías para sus intereses, un río revuelto.
Esa disposición no estaba en sus planes. Por lo demás, hay otros logros que lo sostienen, otras cosas que el movimiento de las antorchas ya consiguió y varias que están claramente a su alcance.
Sorpresivamente se ha roto el cerco mediático y la invisibilización de la amplia oposición al régimen. Eso simplemente no va a poder continuar, aunque no cesará la manipulación.
Las antorchas sacaron a la luz la catacumba plástica del Camelot cachureco, con chamba y vida mejor. Cada día revienta un escándalo nuevo y hasta El Heraldo y Televicentro participan en su divulgación.
Si bien puede resurgir, el prospecto de la reelección ha pasado a un último plano, cuando la oposición unida junto a la sociedad civil exige que se restaure la prohibición.
Se ha minado y debilitado mucho la base de una virtual dictadura personal del mandatario. Cuando se le cuestiona que tenga hermana ministra, hermano diputado, primos y hermanos y sobrinos militares a cargo de batallones e incluso con poca fuerza material, se exige en la calle que renuncie.
JOH no ha sido desarmado. Sigue manipulando la judicatura y controla al congreso reconvenido en cuanto compró suficientes diputados de la oposición. ¿También ellos mayoritariamente temen a la CICIH? Controla JOH a la mayoría de los empresarios, fuera del redil. Y a los jefes militares.
Por lo pronto, el rotundamente fracasado ha sido el régimen (JOH y Hermanos, Carlos Flores y Cia.) con sus estrategias, con las bullas –esas si silenciadas– y el tan pregonado dialogo consigo mismo, con su otro yo y con la gente que no lo va a abandonar hasta que no caiga en picada, porque algo le puede sacar mientras tanto.
Está por verse que pueden hacer las Naciones Unidas para conseguir que dialoguen nuestros jóvenes líderes. Pero los antorcheros declararon hace rato que aceptan el diálogo, cuando el gobierno pida la CICIH y acepte un mediador.
A los fiscales todavía se los puede sacrificar, junto con algún chivo expiatorio más, del partido de gobierno y de otros para disimular. No parece imposible conseguir castigo, que no ha habido, para los defraudadores del seguro social, cuyos crímenes encendieron las antorchas.
Hay metas intermedias del Movimiento que creo que todavía se pueden alcanzar. Falta liderazgo y falta la organización, a la que son tan reacios. Un compromiso por ejemplo con la reforma radical inmediata del sistema electoral, otro con la reforma total del sistema judicial, empezando por la escogencia independiente de los jueces de la Corte Suprema.
Hay que sacar la mano peluda de Bonilla de la judicatura. Faltaría para eso enganchar a la UNAH que -hasta ahora, como se siente parte del Estado y se cree obligada a llevarle la segunda– ha caído en la complicidad y se ha llamado a silencio.
Faltaría otro compromiso de los gremios que participan en el proceso de selección, de los abogados, la patronal y un compromiso con los partidos de oposición. Pero sobre todo una demostración de respeto, del Ejecutivo. ¿De JOH?
Preguntan en las marchas ¿Qué quiere el pueblo? Y responde la gente coreando ¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia! Es cosa grande. En el sentido más restringido supone una deducción de responsabilidades civiles y criminales a todos los poderosos, corruptos y corruptores.
Es mucho. ¿Nos conformaríamos con precedentes creíbles? Mucho se ganaría con el efectivo cumplimiento de los preceptos que ostenta la Constitución, la obligación de dar servicios básicos de calidad, pupitres decía la güirra aquella, medicinas y médicos en los hospitales públicos y derechos a la plena libertad de expresión y de organización, ambiente sano, la cultura y las artes. Hay cosa que costaría más.
Va a ser difícil conseguir juicios políticos para destituir a los presidentes de los poderes, como clamamos. Eso requeriría de votos que no tenemos en el Congreso, contra los del Partido Nacional, que no está dispuesto a suicidarse. Por ende, exigiría botar al gobierno.
¿Procesos criminales por complicidad en la corrupción y encubrimiento de crímenes de lesa humanidad? Imposible antes que opere la CICIH. Que sólo podrá funcionar cuando la pida un gobierno legítimo. Y aunque quiera Shanon, no la pide JOH ni la pedirá, estaría loco.
Requerirían entonces esos juicios de una revolución previa. Habría que pasar del símbolo a la acción, tomarnos la bastilla si no los meten presos, pero ¿tenemos las agallas? ¿Resistiríamos la metralla? ¿Justicia social y económica plena? ¿Igualdad de oportunidades?
Eso es aún más difícil que un cambio de gobierno. Que se puede. Claro que se puede. Supone revolucionar el sistema, requiere de una nueva constitución y una renovación total del Estado. Se precisa de conductores probados responsables, determinados, trabajando en equipo. No sé si los hay. ¿Quiénes y cuántos son?
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