Agencias / EL LIBERTADOR
Londres. Y todo para nada. Joseph Blatter, por sorpresa, ha dimitido de su cargo de presidente de la FIFA en una rueda de prensa anunciada para las 18.00 horas y que comenzó con casi 45 minutos de retraso.
«He venido a anunciar que dejo mi cargo. La FIFA necesita una reestructuración importante y creo que lo mejor es que yo deje mi sitio a otra persona», dijo, en francés, el idioma en el que se siente más cómodo.
Anunció que convocará «de manera urgente» un Congreso Extraordinario para que elija a su sucesor. No hay fechas confirmadas todavía, pero no debería ser más allá de unas pocas semanas.
«Lo que más me importa es la FIFA como institución, y es por eso que tomo esta decisión», explicó el suizo, que sin embargo no tuvo reparos en mantener el orden del día y la normalidad absoluta en el 65 Congreso, en Zúrich, la semana pasada, donde salió reelegido en una votación esperpéntica -casi dos horas- por 133 votos a 73 ante el Príncipe jordano Ali bin Al-Hussein.
Debería haberse realizado una segunda votación porque no llegaba Blatter a los dos tercios necesarios en esa primera consulta, pero en mitad del proceso, el Príncipe renunció a seguir y Blatter quedó proclamado presidente por quinta vez, lo que le hubiera llevado a sobrepasar las dos décadas al frente del organismo.
Es pronto para saber las verdaderas razones de su dimisión, aunque parece obvio que las presiones internacionales –Obama, Merkel y Cameron han pedido de un modo u otro su dimisión- han pesado.
Falta saber el alcance real de las investigaciones que tienen a siete de sus colaboradores detenidos y acusados de corrupción. «Mi mandato no parece estar apoyado por todos», concluyó. Fuera de la FIFA, por nadie. Dentro, por bastantes.
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