Hacer que todos los hondureños tengan acceso a la salud y reciban un servicio digno, requiere de una profunda reflexión y análisis para superar las fallas del sistema de salud, promover la exigibilidad de derechos y del derecho a la salud en todas las dimensiones de la persona.
Belinda Portillo*
Columnista
EL LIBERTADOR
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Es conocimiento de todos que el Sistema de Salud Pública en el país está colapsado principalmente por las malas administraciones y el saqueo sistemático de recursos del que ha sido objeto, esto imposibilitó el manejo adecuado y eficiente de la pandemia debido a la falta de equipos e insumos necesarios para atender a los 428,000 casos de COVID19, virus que cobró la vida a 10,906 hondureños.
Hoy en “postpandemia”, el dengue, un enemigo que quedó invisibilizado por el covid, está atacando con fuerza dejando un saldo de más de 4000 casos solo en el departamento de Francisco Morazán; sumado a esto, nos encontramos a las puertas de una nueva ola de contagios de Covid-19 al relajarse en medidas de prevención desde noviembre de 2021 a la fecha, y esto tanto a nivel individual como institucional; lo triste del caso es que el sistema de salud sigue arrastrando los mismos problemas, falta de insumos para las atenciones médicas en las emergencias, salas de internamiento y de cirugía de los hospitales públicos y del IHSS (Seguro Social); así como, malas condiciones de la infraestructura hospitalaria a nivel nacional y la insensibilidad del personal administrativo y médico; lo que deja sin opciones a miles de compatriotas que carecen de recursos para cubrir los costos de la atención medica privada, para tratamientos cortos o prolongados.
El derecho a la salud o la salud como derecho, son dos cosas completamente diferentes, y son violentados a diario por un sistema público que debería de asegurar el derecho que todos los ciudadanos y ciudadanas tenemos a recibir atención médica de calidad. La deshumanización del personal que trabaja en hospitales públicos y el IHSS (médicos, enfermeras, paramédicos, pasantes, farmacéuticas, guardias de seguridad y personal administrativo) da vergüenza. Actúan como dioses a los cuales el paciente llega a pedirle de favor, casi de rodillas y humillados por el favor de la atención. En este esquema público, sobresalen la arrogancia, intolerancia, prepotencia y maltrato verbal, y hasta físico a la que son sujetos los pacientes, principalmente las mujeres parturientas al momento del parto, las que tienen que aguantar comentarios denigrantes sobre su condición. Pacientes que llegan a los hospitales en un estado de vulnerabilidad y preocupación por el mismo estado en el que se encuentran.
El maltrato se extiende a los familiares al negarles el derecho a la información sobre la salud de sus seres queridos, manteniéndolos en perenne zozobra. Los usuarios del sistema público de salud no reciben información adecuada acerca del problema de salud y tratamiento que necesitan. Los servicios se les brindan como si fueran una dádiva, pero también es cierto que, los usuarios del sistema de salud no conocen sus derechos, y si los conocen se callan por miedo a no ser atendidos oportunamente o que sus familiares reciban un servicio deficiente.
Para que haya un proceso de deshumanización en los servicios de salud se conjugan una serie de factores: el médico, el personal de asistencia, la pobreza de los que trabajan en los hospitales, los bajos salarios y ahora la falta de pago del personal de primera línea, estos y otras cosas más, conforman el actual modelo de atención y respuesta del sistema de salud del país.
En este modelo, el personal de salud se nombra por su afiliación política, no se sanciona a los que cometen faltas, los pacientes siguen siendo tratados como un número de expediente, no se respeta su tiempo y las citas no se dan oportunamente o se cambian por cualquier motivo. La sobrepoblación de pacientes, la pobreza de los empleados que laboran en los hospitales públicos y la falta de capacitación para informar a los usuarios de los servicios de salud son parte de los que a diario viven las personas que visitan un hospital público.
Nadie duda de que hay algo fundamental que falla en el modelo actual de salud del país. La asistencia sanitaria universal con un servicio humano y de calidad, plantea un desafío urgente para el gobierno del pueblo. Hacer que todos los hondureños tengan acceso a la salud y reciban un servicio digno, requiere de una profunda reflexión y análisis para superar las fallas del sistema de salud, promover la exigibilidad de derechos y del derecho a la salud en todas las dimensiones de la persona, definir la responsabilidad individual en cuanto a la prevención, pero también las responsabilidades del sistema social, incluyendo el cuestionamiento al desempeño del sistema nacional de salud. Por ello, es que la Salud y educación que van de la mano, debe ser una prioridad nacional.
*Economista con estudios de maestría en Planificación y Política Económica, con más de 30 años de experiencia en el área de Derechos humanos de La Niñez y Derecho de las Mujeres; 20 años de trabajo en ámbito internacional en esos temas. Actualmente se desempeña en el sector Salud como representante en Honduras de la empresa “Procesos Inteligentes”, de capital colombiano.