

La política hondureña se ha vaciado de ideas y principios, dominada por la teatralidad, el cinismo y la manipulación mediática. Son los partidos tradicionales —Nacional y Liberal— los responsables de haber degradado la democracia, con nuevas figuras que, lejos de la renovación, mantienen una continuidad del absurdo y la corrupción, analiza la pensadora hondureña Leticia Salomón en su más reciente escrito.
Salomón describe el proceso electoral como una “jaula” donde reinan la estupidez exaltada y la demencia política. En ese encierro simbólico, figuras como Salvador Nasralla, Roberto Contreras y la consejera electoral, Cossette López Osorio, exhiben su ego, intolerancia y vacío democrático mientras el país observa, resignado, su grotesca teatralidad.
La investigadora advierte que, bajo el disfraz del debate, personajes como Jorge Cálix o Tomás Zambrano también actúan como operadores mecánicos de la confrontación. Su obsesión por atacar al gobierno revela una jaula saturada de locura política, manipulación mediática y una oposición carente de razón y decencia.
Leticia Salomón
EL LIBERTADOR
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¿LA JAULA DE LAS LOCAS O LOS LOCOS DE LA JAULA?
El título no hace referencia a la película dirigida por Mike Nichols (The Birdcage, 1996) estrenada en Estados Unidos y protagonizada por tremendo elenco, entre ellos Robin Williams, Nathan Lane y Gene Hackman, abordando con naturalidad un tema del cual no se hablaba libremente en esa época. Me interesa rescatar la idea de JAULA para describir la burbuja matizada de jungla en la que nos encontramos todos por el proceso electoral que estamos viviendo (jaula: armazón cerrada o no, según los casos, destinada generalmente a encerrar animales, RAE) y rescatar también la idea de LOCO o LOCA, utilizando para ello los adjetivos sinónimos que ayudan a su mejor descripción: perturbado, demente, chiflado, alienado, desvariado, enajenado, enloquecido, anormal, insano. Desde hace tiempo he concentrado el interés sociológico en ese tipo de personas: políticos, empresarios, periodistas, pastores, amas de casa, profesionales o no, con trabajo o sin él, todos ellos hombres y mujeres de larga, mediana y corta edad que se mueven en la jaula buscando el momento preciso para atacar, insultar, inventar, mentir, fantasear, difamar y amenazar, todo ello con la violencia más agresiva y la vulgaridad más intensa.


Para completar la vista de la jaula y de su dinámica interna, voy a utilizar extractos de una entrevista remitida recientemente por un buen amigo, sobre un libro de publicación reciente, “El rugido de nuestro tiempo”, del antropólogo social colombiano Carlos Granés, entrevistado por Nel Gómez (Infobae, 13/10/25): “Todo el mundo está muy exaltado y eso impide pensar con calma, nos convierte a todos en personas de gatillo rápido y nos empuja a ir contra el otro no porque esté equivocado sino porque es el otro… Hoy en día, quien no está contigo no es un opositor que piensa distinto, es un enemigo moralmente peligroso…” En un nivel más bajo y muy alejado del mundo cultural circula una frase más común atribuida con ligereza a varios autores de renombre pero de autoría segura de algún observador aburrido o fastidiado: “Llegará el día en que la inteligencia será despreciada y la estupidez será adorada”, ¡Y llegó el día! La jaula se saturó de estupidez y también de adoradores cuyo imaginario reconoce líderes donde no existen, aplauden las incoherencias de los locos y locas, y las celebran extasiados aunque no las entiendan en su real significado. Esa emoción intensa, casi enfermiza, impregna su vida vacía de ideas y los lleva a aplaudir la incoherencia y a exaltar la estupidez. Pero en este grupo existen algunas diferencias que es importante destacar, entre ellas: a) los que saben que el líder es loco o es loca, pero asumen su locura porque tienen un interés particular en seguirle la corriente y presentarlo como un loco divino; b) los que no saben que es loco o loca y celebran sus excesos como genialidades; c) los que no les importa su grado o condición de locura pero lo siguen y le aplauden porque son víctimas del manejo mediático y d) los que juran que no es un loco y menos una loca, y lo consideran un genio capaz de salvar el mundo y no solo el país.
En ese contexto podemos identificar 4 niveles de locura que están por encima del votante común, de la presa controlada y de las víctimas de la locura. Veamos:
Los que disputan el primer lugar
En el PRIMER NIVEL y compitiendo para ver quién se lleva el premio, se encuentran tres personajes de la jungla política, dos candidatos del partido Liberal, que no son liberales (Salvador Nasralla y Roberto Contreras) y una funcionaria nacionalista, que no es partidaria de la nación (la Consejera del CNE, Cossette López-Osorio). Los tres necesitarían una comisión evaluadora conformada por siquiatras y sicólogos con una larga trayectoria que aporte conocimiento, experiencia y mucha paciencia. Tienen en común el irrespeto a la pluralidad, la intolerancia para escuchar y debatir con los otros, la ausencia de valor en su palabra y no tienen idea de lo que es democracia aunque se proclaman sus más firmes defensores. Los tres tienen verborragia excesiva como rasgo principal, es decir que hablan en exceso, dando muchos detalles; hablan tanto que agotan o abruman a sus interlocutores y son incapaces de controlar, medir y/o limitar lo que dicen, lo que a menudo los mete en problemas (RAE). Son teatrales, necesitan estar en el centro de la atención, son egocéntricos, ególatras, presumidos, desafiantes y con complejo de superioridad que los lleva a despreciar a los que consideran inferiores (reporteros, estudiantes, correligionarios, subalternos). El candidato liberal a la presidencia destaca por su incoherencia, desconocimiento del arte de gobernar, invento de cifras y descalificación de sus oponentes; también por su mitomanía (necesidad compulsiva de mentir e inventar realidades paralelas que le conduce a creer en sus propias invenciones y, por ello, no se inmuta ni se avergüenza y niega con rapidez y convicción las inconsistencias que le descubren). La funcionaria nacionalista destaca por su propensión al drama, a presentarse como víctima y a explotar su condición de mujer; resiente no estar en la cima del poder, no acata instrucciones y menos órdenes; siente la necesidad de mandar a los que considera por debajo de ella, incluyendo periodistas, consejeros, correligionarios, candidatos y superiores en la estructura de partido; es más teatral que el candidato presidencial liberal, lo cual es mucho decir; es caradura (descarada, conchuda, desfachatada, RAE); minimiza rápidamente las acusaciones y transita sin ruborizarse de la defensa al ataque para evadir señalamientos; se obsesiona con los que la cuestionan y es esencialmente provocadora; ella es, sin duda la gran operadora política de su partido, colocada en el puesto para maniobrar, organizar, planificar, crear redes y controlar todo para impedir que gane el partido de gobierno, aunque lo que haga sea ilegal. El candidato liberal a la alcaldía sampedrana destaca por su teatralidad, vulgaridad extrema y por exhibir con orgullo y resentimiento su condición de pobre superado, marginado y “ninguneado” por quienes compiten por ubicarse en la cima del poder, lo que lo vuelve desconfiado y agresivo; no vacila en inventar realidades en donde él sea el centro de la atención; necesita ganar para protegerse de señalamientos de corrupción.


Los que se ubican por debajo, pero asumen su papel
En el SEGUNDO NIVEL hay varios pero destacan cinco operadores de menor importancia pero igualmente activos, tres del partido Nacional y dos del partido Liberal: Su papel es atacar, atacar y atacar por todas las vías, mecánicamente y con fuerza, y en todos los espacios públicos y privados, medios corporativos y redes sociales: Pepe Lobo, expresidente auto disminuido en su investidura, Tomás Zambrano y Toño Rivera diputados al Congreso, los tres por el partido Nacional; por el partido Liberal, Jorge Calix, actual diputado y candidato impuesto por el TJE y el poder económico que lo promueve y Rashid Mejía, activista de redes sociales y muy cercano al candidato presidencial de su partido; todos ellos comparten el mismo estilo: sin argumentos y con una sola obsesión: atacar a LIBRE, a Manuel Zelaya, a la presidenta y a la candidata de este partido: No comunican, combaten, no argumentan, acusan, Se convierten en mecánicos ideológicos que sustituyen el pensamiento por la repetición automática de ideas, consignas o muletillas ideológicas (GPT).
En el TERCER NIVEL se ubican las diputadas del partido Salvador de Honduras, dos de ellas tránsfugas hacia el partido Liberal: juegan su papel de cara al Congreso Nacional pero también de cara al proceso electoral; hacia el público y hacia los medios de comunicación lucen confrontativas, agresivas, con poco o ningún conocimiento de lo que es la democracia y la libertad pero se proclaman defensoras a ultranza; acumulan resentimiento disfrazado de independencia, y se destacan como operadoras ideológicas de la oposición, transformando el discurso público en una cadena de repuestas automáticas: defensa de la libertad y de la democracia y uso de la muletilla de asociar todo con “Cuba, Nicaragua y Venezuela”.


En el CUARTO NIVEL se concentran todos los que poseen capacidad de manipular, inducir y tergiversar desde el COHEP, ASJ, CNA, Conferencia Episcopal de la iglesia católica, Confraternidad Evangélica, medios corporativos y uno que otro analista de la realidad nacional. Cumplen su papel a través de comunicados, artículos, entrevistas y demás, todos ellos encaminados a exacerbar la situación político electoral señalando a LIBRE como artífice de un fraude de cara a las elecciones generales y ninguno se ha pronunciado sobre el fraude fraguado por la Consejera López Osorio.
En resumen
El proceso electoral de 2025 ha superado a todos los procesos anteriores por la degradación de la política, la falta de calidad democrática, el bajo nivel de los candidatos, el discurso vacío y las propuestas escasas. Cualquier persona medianamente informada sentirá vergüenza por los candidatos que se presentan en la contienda, por el nivel de locura que les caracteriza y por la ideologización de las consignas basadas en el limitado conocimiento de lo que ocurre en nuestro país, por las telarañas de la guerra fría y por la obsesión contra un partido que le produjo una fractura al bipartidismo y alteró la alianza cómplice que los convirtió en socios y cómplices de la corrupción y narcotráfico que caracterizaron los doce años del partido Nacional en el pasado cercano. Seguramente en LIBRE se habrá colado uno que otro loco que seguramente se visibilizará en el próximo período en más de algún nivel electoral, pero hasta ahora LIBRE luce como el pariente cuerdo de todos los parientes locos atrapados en la jaula electoral en la que nos encontramos. Ojalá que algún día, cuando salgan del escenario los viejos líderes anquilosados del bipartidismo, pueda entrar un liderazgo auténtico y renovado que sacuda lo que queda de esos partidos y empiecen a comprender el verdadero significado de vivir en democracia. Y ojalá LIBRE se mire en este espejo para no llegar en el futuro a ser parte de los locos de la jaula y mucho menos de la jaula de las locas. (LETICIA SALOMÓN).