EN SUS MARCAS, LISTOS ¡FUERA! ¡Y YA ESTAMOS EN CARRERA HACIA ELECCIONES GENERALES, NOVIEMBRE 2025!

El bipartidismo Liberal y Nacional tiene clara la ruta: desestabilizar el proceso electoral alegando un fraude que ellos mismos, en su desesperación, están preparando; buscan apoyos externos en figuras igual de dementes; atacan las Fuerzas Armadas porque ya no las manipulan; agitan las iglesias que fueron socias de la corrupción y narcotráfico de los últimos doce años; motivan a las ONG también cómplices y, sobre todo, desatan la virulencia furibunda de los medios y periodistas de siempre, los que estuvieron y están al servicio del poder, analiza aquí la pensadora hondureña, Leticia Salomón.

Los observadores nacionales e internacionales, entre divertidos e incrédulos, miran esa especie de “streptease” ético de los advenedizos al partido Liberal, con talante vulgar e irrespetuoso; las aburridas y desgastadas referencias al comunismo de guerra fría; sus saltitos de bailarina trasnochada; sus lamentos de diva ofendida y giros de vedette del subdesarrollo, cita Salomón.

¡Y mucho más lastimero el partido Nacional! Con una pacotilla de líderes de segunda, bravucones provocadores; derechistas trasnochados; negociadores de arreglos bajo la mesa; repetidores de muletillas de guerra fría y desfasados de la vida y del momento que se vive aquí y en el mundo, acompañando a viejos líderes con olor a naftalina, incapaces de pedir perdón a la sociedad por el tremendo daño que hicieron mientras fueron gobierno.

Leticia Salomón
EL LIBERTADOR
redaccion@ellibertador.hn

No, no se trata de una carrera de 100, 200 o 400 metros en carreras de velocidad y menos de la cuenta regresiva de los “rally” en una carrera de autos; es nada más y nada menos que la carrera desenfrenada de dos partidos políticos en decadencia tratando de aparecer ante otros, sobre todo ante los ingenuos creyentes que les siguen, que sus candidatos tienen posibilidades de triunfo, presentando un espectáculo tan triste como el de dos calvos peleándose por un peine. ¡Y vaya que están dando todo un espectáculo! Y aunque el premio se lo lleva el partido Liberal, el partido Nacional tiene lo suyo y los observadores nacionales e internacionales observan, entre divertidos, asombrados, incrédulos y escépticos, esa especie de “streptease” ético con el que se lucen los advenedizos al partido Liberal luciendo su talante ordinario, vulgar e irrespetuoso; las aburridas y desgastadas referencias al comunismo de guerra fría; sus saltitos de bailarina trasnochada; sus lamentos de diva ofendida y sus giros de vedette del subdesarrollo, sin la magia y el glamur de los escenarios.

La socióloga , economista e investigadora hondureña, Leticia Salomón, autora de este artículo.

¡Pobre partido Liberal! Y pobres liberales auténticos, los de glorias pasadas y fulgores abundantes, los que se emocionaban orgullosos dándole vivas a su partido y sacando pecho por los logros de antiguos y verdaderos lideres mientras hoy lo hunden avergonzados ante los advenedizos, impresentables, zafios y ordinarios a los que al pincharles el cerebro no sale nada de lo cual pudieran sentirse orgullosos. Y ahí están los conservadores disfrazados de liberales; los corruptos disfrazados de perseguidos políticos; los vendedores de puestos de elección popular disfrazados de políticos inmaculados; los que cuestionan las viejas mañas ante los procesos electorales pero hacen lo mismo tratando de imponer candidatos que nadie eligió, o los que quieren jugar sucio en el Consejo Nacional Electoral (CNE) para asegurar los resultados mediante fraude; los que se golpean el pecho jurando que no tienen nada que ver con la corrupción o el narcotráfico y encubren y protegen a todos los salpicados con los vicios que parecían ser sólo del partido Nacional; ¡y los pobres liberales que cargan antigüedad e identidad partidaria reducidos al triste y lamentable papel de seguidores serviles de los bufones de turno en el centro y en el norte del país! Definitivamente ese dejó de ser el partido Liberal de hace más de veinticinco años para transformarse en nido de líderes impostores y oportunistas, transfundas profesionales y ambiciosos sin escrúpulos, sin integridad y sin capacidad para gobernar.

¡Y mucho más lastimero el partido Nacional! Con una pacotilla de líderes de segunda, bravucones provocadores; derechistas trasnochados; negociadores de arreglos bajo la mesa; repetidores de muletillas de guerra fría y desfasados de la vida y del momento que se vive aquí y en el mundo; todos ellos acompañando a viejos líderes con olor a naftalina que fueron incapaces de pedir perdón a la sociedad por el tremendo daño que le hicieron mientras fueron gobierno; que quieren seguir siendo referentes políticos mientras se pierden en vanalidades con discursos cansones y repetitivos, y mientras protegen a familiares corruptos y a líderes impresentables gritando a todo pulmón que no se debe seguir hablando del pasado porque no les conviene y porque evidencia todo lo que hicieron y lo que no hicieron.

El presidenciable del Partido Nacional, Nasry Asfura, camina sobre un charco de agua durante una gira política.

Para esos dos partidos desechados por la historia reciente, señalados como socios y cómplices de la corrupción y el narcotráfico, retornar al poder es cuestión de vida o muerte partidaria, de sobrevivencia ante la acción de la ley y de rescate de los privilegios de cuando eran parte del poder para hacer los negocios de siempre, para actuar gananciosos en su papel de operadores políticos de los grandes grupos económicos (no de los pequeños ni medianos) y para seguir repartiéndose el poder con cuchara grande como estaban acostumbrados antes de ser desplazados. Y por ello, ambos partidos están dispuestos a todo: a negar sistemáticamente todo logro o avance del actual gobierno en educación, combate a la pobreza y construcción de infraestructura; a minimizar todo reconocimiento internacional al manejo macroeconómico de las finanzas públicas; a desconocer todos los logros a pesar del descalabro financiero en que dejaron al país; y a insistir en que todos los políticos son iguales a ellos: ladrones, serviles, corruptos, narcos y tramposos.

Ante esto, ellos tienen clara la ruta: desestabilizar el proceso electoral alegando un fraude que ellos mismos en su desesperación están preparando cuidadosamente; buscando apoyos externos en otras figuras igual de dementes y obsesionadas; atacando a las Fuerzas Armadas porque ya no las manipulan como antes; agitando a las iglesias que fueron ganadoras y socias incondicionales de la corrupción y narcotráfico de los últimos doce años; motivando a las ONG que fueron igualmente cómplices y, sobre todo, desatando la virulencia furibunda de los medios y periodistas de siempre, los que estuvieron y siguen estando al servicio del poder y de quien les pague lo que corresponde en coyunturas de aguas agitadas, sumados a los resentidos, desplazados, ninguneados y excluidos que no perdonan que los hayan ignorado.

El candidato presidencial liberal, Salvador Nasralla, imitando el famoso baile del mandatario estadounidense, Donald Trump.

Ante este panorama y ante la franca desventaja del bipartidismo decadente, compitiendo juntos o por separado en la contienda electoral, y más allá del corazoncito incondicional de su base militante y de las emociones típicas de las elecciones generales, hay algunos factores fundamentales a considerar de cara a las elecciones generales:

1) A nivel de candidatos presidenciales, los candidatos del bipartidismo no dan la talla, al menos no como se esperaba de ellos; no están a la altura y no tienen lo necesario para ser dignos adversarios de la candidata del partido gobernante.
2) La candidata del partido de gobierno les lleva años luz en sobriedad, coherencia, formación profesional, sensibilidad social y manejo administrativo del Estado, todo congruente con lo que a ellos les falta.

3) Para desgracia del bipartidismo el partido de gobierno se preparó para esta contienda desde el primer día de esta gestión; fortaleció su nivel organizativo, mejoró el discurso, supo llegar a la gente con obras, se anticipó a las amenazas y manejó con bastante habilidad los nubarrones que fueron apareciendo hacia adentro y hacia afuera de su propio espacio.
4) El partido Liberal ha enfrentado el desencanto de sus seguidores a lo largo de los últimos años: sus máximas figuras se han resignado, gananciosas, a ser los socios menores, los segundones y los cómplices del partido Nacional con lo cual se han desdibujado como partido y les hace parecerse cada vez más a su antiguo oponente.
5) Confiaron en que abrirle las puertas a un advenedizo, popular como locutor deportivo entre aficionados y como político en sectores de muy bajo nivel educativo y en más de algún despistado en niveles y estratos superiores, les iba a restituir presencia política y posibilidades reales de triunfo electoral.

La candidata de Libre, Rixi Moncada, durante una gira politica.

 

6) No contaron con que figuras inestables, irresponsables, volátiles, sin arraigo partidario y terriblemente ambiciosas en control de la cúpula del partido iban a provocar problemas con los lideres intermedios y con la militancia que no logra identificarse plenamente con líderes que no terminan de asociarlos a su partido y que saben que no tienen tradición de liberales.
7) El partido Nacional hace sus apuestas e intenta salvar un poco el descalabro que lo ha caracterizado después de la condena de su máximo líder en Nueva York; apunta más al Congreso que a la presidencia de la República y está dispuesto a todo para impedir que el partido de gobierno llegue a controlar este poder del Estado, sacrificando la posibilidad de acceder a la presidencia de la República ante la cual saben que no tienen mayores esperanzas. Pero ambos partidos, juntos como oposición y como socios, tienen seguramente un “plan B” para el cual se preparan desde ahora calentando motores ante el escenario de una pérdida vergonzosa alegando fraude por parte del partido de gobierno cuando el fraude propio no haya funcionado.

9) Los resultados del 30 de noviembre revelarán con cuanto ganan y con cuanto pierden todos los partidos en los diversos niveles electivos. Y también cuanto pegó en los votantes el discurso del comunismo “come niños”, “quita propiedades” que deja a la gente peleando por “una pata de pollo”, como dicen los sabios de la antigua Grecia que hoy dirigen los lamentables partidos tradicionales.
10) Esos resultados medirán también la disposición de los votantes a regresar al pasado vergonzoso en que nos sumergieron los tradicionales o si le dan una segunda oportunidad al comparativamente nuevo partido gobernante. Si le dan una oportunidad a lo viejo conocido por sus mañas o a lo nuevo que apenas están conociendo y si apuestan por los que nos llevarían directo al despeñadero o por el que pregona y ofrece ser y actuar distinto marcando la diferencia con fuerza cada vez mayor.

Por todo ello, y al margen de los resultados electorales de noviembre o de los obstáculos que se presenten en el proceso, ¡CADA QUIÉN VOTARÁ POR EL CANDIDATO QUE SE MERECE!

Deja un Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada.

error: Contenido Protegido