La presidenta Xiomara Castro se prepara para un encuentro histórico con el Papa León XIV esta semana en el Vaticano. La cita no solo representa un hito en la diplomacia hondureña, sino también el reconocimiento a una trayectoria marcada por la lucha social y política.
Redacción Central / EL LIBERTADOR*
Roma, Italia. Esta semana, la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, viajará a Ciudad del Vaticano para tener un histórico encuentro con el papa León XIV, recientemente nombrado sumo pontífice, en sustitución de Francisco I, fallecido el pasado 21 de abril.
El encuentro se produce en un momento crucial, a pocos meses de que Castro finalice su mandato, consolidando un capítulo significativo en la historia diplomática de Honduras.
Castro es la primera mujer en ocupar la presidencia del país, y su carrera política ha estado estrechamente ligada a la lucha por los derechos de los sectores más vulnerables.
Desde sus primeros años en la política, destacó por su cercanía con la ciudadanía y su defensa de proyectos orientados a la reducción de la desigualdad, el fortalecimiento de la democracia y la protección de los derechos fundamentales.


Su ascenso al poder en 2021, también ha estado marcado por la búsqueda de transparencia y la implementación de reformas que apuntan a mejorar la gestión pública y la participación ciudadana.
El mandato de Castro se ha desarrollado en un contexto histórico complejo para Honduras: el país ha vivido décadas en constante crisis política, incluyendo golpes de Estado como el orquestado en 2009 que destituyó al entonces presidente Manuel Zelaya -su esposo-, y este contexto consolidó gobiernos con fuertes vínculos al crimen organizado.
Uno de los episodios más recientes fue la histórica condena del exgobernante Juan Hernández, quien ahora guarda prisión y así los próximos 45 años tras haber sido encontrado culpable de conspirar para tráficar droga a Estados Unidos, hecho que refleja la magnitud de los desafíos en materia de justicia y combate a la corrupción en el país.
Castro, al frente del Ejecutivo, ha enfrentado desafíos significativos, incluyendo la recuperación económica tras la pandemia de COVID-19, la atención a desastres naturales y la implementación de políticas de seguridad y justicia social.


Además, ha mantenido un enfoque en programas de educación, salud y desarrollo comunitario, así como en iniciativas que promueven la inclusión de mujeres, jóvenes y pueblos originarios en los procesos de decisión política.
En cuanto al papa León, su cercanía con la comunidad de América Latina es notoria. Nacido el 4 de septiembre de 1955 con el nombre de Robert Francis Prevost en Estados Unidos, el sumo pontífice llegó a Perú en 1985 como parte de la Orden de San Agustín y trabajó en el país durante más de 40 años.
Hasta los inicios de la década de 2000, tuvo diversas funciones, tanto en Perú como en Estados Unidos, y se ocupó principalmente de la formación de jóvenes sacerdotes. Fue en 2015 que su antecesor Francisco I lo nombró obispo de la diócesis de Chiclayo, y ese mismo año obtuvo la nacionalidad peruana.


Su ascenso como máxima autoridad católica se produjo en medio de incertidumbre por el legado progresista de su antecesor; sin embargo, León XIV mantiene una línea similar a la de Francisco I, pues sus posturas han sido hasta «radicales», como la condena al genocidio del pueblo palestino y el llamado contundente a que conflictos bélicos tengan una salida pacífica y de respeto a la vida.
Es así como la reunión se da en contextos importantes tanto para el líder católico como para la presidenta hondureña, quien cierra así un ciclo que inició en las calles y que la llevó a ocupar el cargo más alto del país, dejando un legado de liderazgo con altura y reafirmando la presencia de Honduras en escenarios internacionales clave, después del desprestigio internacional con el juicio de la narcodictadura.
Fanny Yanes, enviada especial EL LIBERTADOR.

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