¡ATENCIÓN! HONDURAS, TRABAJADORES, PRINCIPALES VÍCTIMAS DEL SUICIDIO

De acuerdo con datos del Sistema Policial en Línea (Sepol), jornaleros y agricultores registran las tasas más altas de suicidio en Honduras. Expertos alertan sobre la necesidad de aplicar salud psicológica en el marco del Día Mundial de la Prevención del Suicidio.

Esta realidad se relaciona con factores como la precariedad económica, la pérdida de cosechas, el aislamiento social y la limitada atención en salud mental.

Redacción Central/ EL LIBERTADOR

Tegucigalpa. Cada 10 de septiembre se conmemora el Día Mundial de la Prevención del Suicidio, una fecha que cobra relevancia en Honduras debido al incremento sostenido de estos casos en la última década.

De acuerdo con cifras del Sistema Estadístico Policial en Línea (Sepol) de la Secretaría de Seguridad, de enero a septiembre de 2025 se contabilizan 282 suicidios en el territorio hondureño.

En entrevista con EL LIBERTADOR, la psicóloga Fany Damas advirtió que el suicidio se ha «normalizado» en la sociedad hondureña, lo que representa un grave riesgo.

«En estos tiempos, el riesgo que está corriendo la sociedad es que lo estamos normalizando, no se le está poniendo atención. Lamentablemente, estamos viviendo en una sociedad muy pobre de principios, de valores, con pérdida de empatía», señaló.

La analista en conducta humana explicó que uno de los factores que más incide en el aumento de los suicidios es el estrés, el cual ha dejado de ser un simple exceso de carga laboral para convertirse en un detonante de trastornos psicológicos.

«El mundo ha cambiado mucho. De un tiempo para acá, el estrés empezó a volverse un serio problema para la sociedad, generando pensamientos negativos y crisis desde la infancia que luego se transforman en depresión y, en muchos casos, llevan al suicidio», enfatizó.

Los registros de Sepol de 2025 muestran que las personas del área rural son las más afectadas: 24 jornaleros, 22 labradores, 16 agricultores y 2 obreros aparecen como los que tomaron la mortal decisión.

«El jornalero se va por la mañana al campo, pero al mediodía ya ha terminado el quehacer; tal vez sufrió en su infancia o juventud, que es lo que más se sufre en el campo. También podemos hablar de una persona que perdió su cosecha; cuando me toca dar una capacitación sobre autoestima, la gente no sabe aquí en la ciudad, imagínense en el campo. La mayoría no sabe qué es el suicidio; son personas que están descuidadas, no están siendo apoyadas ni ayudadas», expresó Damas.

La especialista indicó que otro dato preocupante es que, de los 282 suicidios registrados, 234 corresponden a hombres, por lo que señaló que la razón radica en que ellos tienen menos disposición para buscar ayuda profesional.

«Es más fácil que las mujeres reciban apoyo psicológico; en cambio, los hombres pueden estar muriéndose de tristeza o ansiedad, pero sienten vergüenza, y la sociedad los tilda de cobardes. Por eso ocurren más suicidios en varones. De hecho, yo tengo más pacientes mujeres y , hasta la fecha, solo he atendido a un hombre que buscó ayuda profesional», concluyó.

Asimismo, agregó que «es un día ideal para recordar que, incluso algo tan simple como escuchar o ser escuchados, puede salvar una vida. Que el estigma para hablar de la salud mental debe romperse, y que necesitamos hacerle saber a quién esté pasando por una situación difícil que no está solo».

La psicóloga recordó que la prevención también pasa por gestos simples:

«Algo tan básico como escuchar o ser escuchados puede salvar una vida. El estigma sobre la salud mental debe romperse; necesitamos hacerle saber a quién atraviesa un momento difícil que no está solo».

El sociólogo Mario Osorto coincidió en que los factores culturales y económicos del área rural profundizan el problema. Resaltó que los roles de género tradicionales y la presión de ser «jefe de hogar» incrementan el riesgo en los hombres.

«Si podemos hacer esa asociación entre las normas tradicionales que pesan en el ámbito rural y los problemas económicos, se ven las dificultades que tienen las personas, especialmente los hombres, para sostener una familia, por ejemplo, para ser los jefes de hogar», expresó.

Además, destacó que en el sector rural la disponibilidad de herramientas peligrosas y productos químicos se convierte en uno de los principales mecanismos utilizados para consumar el suicidio, lo que refleja la vulnerabilidad de estas comunidades ante la falta de control y de atención en salud mental.

Para el sociólogo, el suicidio tiende a presentarse con mayor frecuencia en contextos de baja integración social y escasos lazos comunitarios. En ese sentido, subrayó que el riesgo disminuye cuando las personas fortalecen sus vínculos familiares y de amistad.

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