“¿Cuál sería el interés de andar metiendo la cuchara, en los asuntos privativos del Partido Liberal?”, cita el editorial del diario La Tribuna publicado hoy, en una clara confrontación a lo vertido por la socióloga y exrectora de la UNAH, Julieta Castellanos, cuestionando los intereses de la excatedrática y recordando: “¿Cómo era entonces, bajo su gestión, el ejercicio democrático, en el campus universitario?
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. El diario La Tribuna publicó este viernes un editorial en respuesta a recientes declaraciones ofrecidas por la exrectora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Julieta Castellanos, en las que abordó la crisis interna del Partido Liberal y el contexto que rodea la renuncia de la funcionaria del Consejo Nacional Electoral (CNE), Ana Paola Hall.
Castellanos –durante su participación en un reconocido foro de debates de la televisión nacional— señaló que los ataques contra Hall, quien recientemente presentó su renuncia ante el Congreso Nacional, podrían provenir del propio Partido Liberal, al que calificó como una institución “bicéfala”, es decir, dividida en dos centros de poder.
La exrectora hiló su argumento con que el Partido Libertad y Refundación –oficialista— maneja una estrategia de mantener “rehenes políticos” a muchos liberales otorgando puestos en el exterior –consulados—, aludiendo una colusión entre el oficialismo y liberales. Cabe mencionar que el expresidente y líder del liberalismo, Carlos Flores, es padre de Lizzy Flores, quien ejerce desde hace varios años como representante permanente de Honduras ante la ONU.
Ante estas afirmaciones, La Tribuna publicó un editorial en el que refuta los señalamientos de Castellanos. El texto también critica la gestión universitaria de la exrectora y la acusa de haber vulnerado la autonomía universitaria durante su administración.
POR fin, algo que ofrece la coyuntura –(pildoritas se encarga de corresponder a majaderías que, por los bajos raseros, sus autores no merecen la relevancia de un editorial)—de trazar algunas diferencias. Entre ellas, quizás por rasgos de formación y de autoestima cultivada en lo que llevamos de vida, no padecemos de sesgos cerriles, mucho menos de esos enquistados odios, sicarios del carácter, lo que atribuimos a la gracia de una dichosa bendición. Ello nos ha permitido la lucidez de ver el país y a su sociedad de manera distinta de quienes lo perciben bajo el yugo dañino de fobias y complejos. Así que, cuando nos tocó lidiar con el peor siniestro natural del siglo pasado que deshizo la geografía nacional en cientos de pedazos irreconocibles, apelamos a esos cristianos sentimientos de cooperación, de solidaridad, de unidad, de hermandad. Y si bien desde un inicio ya habíamos demostrado con hechos fehacientes, en la integración del equipo administrativo, tomando intelecto y valores de todos los partidos, que Honduras no es un pastel que se reparte en pedazos con gula sectaria, sino patrimonio sagrado de todos los hondureños, la gravedad de la tragedia, por sombría que haya sido, fue luz que pudo iluminarnos a no desviar ese camino.
Desconocemos hasta dónde llega la profundidad de su discernimiento para leer lo que se entiende de las líneas anteriores. Por si las moscas, la interpretación: Con esta conducta, hemos forjado relaciones, amigos –como confianza de ellos al peso de nuestra palabra– en todas las avenidas del espectro político, económico y social. Destierre, entonces, de los prejuicios, que vulnera nuestra integridad o vaya a inclinar ninguna de nuestras decisiones, que una hija –a la que nadie puede regatearle talento—sirva a Honduras en el servicio exterior. (Si el señalamiento es reflejo interno de algún remordimiento propio o compromiso de la rectora cuando colocó a su hermano en la CNBS, durante una administración nacionalista, es cosa que desconocemos ni que nos incumba tampoco.) Ahora, a propósito de esos delirios con los “poderes fácticos”, otra diferencia. Cuando el pueblo hondureño nos confió la honrosa responsabilidad de dirigir los cimeros destinos del país, prestamos un juramento de fidelidad a la Patria. Nunca, –como demócratas probados– ni en pesadillas, se nos antojó burlar los linderos del término presidencial, o intentar reformar la Constitución con fines continuistas. Entonces, quizás, esa preocupación suya obedezca a otra proyección psicológica de la psiquis. Por ejemplo, ¿a los poderes oficiales y fácticos de aquel momento que habrían actuado dando al traste con la ley, y el orden jurídico que vedaba la reelección en la rectoría de la máxima casa de estudios universitarios? Ahora bien, sin menosprecio a su formación académica, independientemente de la sociología (estalinista-cariísta), ¿cuál sería el interés de andar metiendo la cuchara, en los asuntos privativos del Partido Liberal, sin que nadie le haya pedido consejo o “análisis” alguno de disparates para revolver más lodo en los cenagales de confusión que exacerban los odios de la crisis, regando chorros de desconfianza a la esperanza democrática?
Ah, ¿el fervor democrático? ¿Y cómo era entonces, bajo su gestión, el ejercicio democrático, en el campus universitario? -Se transcribe lo que con lágrimas en los ojos decía una dirigente estudiantil—“miedo es enfrentar a una rectora violenta que asesinó la autonomía de la universidad pública, que abrió las puertas a los militares y policías para reprimir a los estudiantes, el tiempo de la autocracia, se recuerda por la cantidad de estudiantes criminalizados, en toda la historia de nuestro país, ni siquiera en los momentos de la guerra fría y de las peores dictaduras”. (¿Te fijaste –tercia el Sisimite— la consideración que se le dispensa de pasarla de las pildoritas al editorial? Es que el chal académico con que tapa la simpatía a su partido, –y como corolario su malquerencia al liberalismo– acentúa la apariencia que la hace acreedora a esa condescendencia. Además, entretiene y contribuye a la variedad de tópicos de lectura al colectivo. -Ya que ha quedado escribiendo cartas –interviene Winston–andá alistando el repertorio testimonial de esa vocación “democrática”. Como aquí la tinta es lo que sobra– extrañando la nostálgica costumbre epistolar de mejores tiempos—con gusto abrimos el buzón a la espera de esas cartitas embalsamadas.)
Deja un Comentario