“Hay contradicciones y amoralidades que impresionan”, expresó a EL LIBERTADOR la reconocida activista por la vida, Bertha Oliva, al referirse al proceso electoral y a la reciente declaratoria que valida el triunfo del candidato nacionalista Nasry Asfura, un hecho que —a su juicio— constituye un delito de lesa patria.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. La coordinadora del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (Cofadeh), Bertha Oliva, sentenció la mañana de este 26 de diciembre que “nosotros, desde aquí, no reconocemos esa vulgaridad que se hizo el 24 de diciembre”, en referencia a la declaratoria emitida por el Consejo Nacional Electoral (CNE) que certifica el triunfo presidencial del candidato del Partido Nacional, Nasry Asfura.
Oliva participó junto a dirigentes sindicales y luchadores populares en la lectura de un pronunciamiento público que rechaza las anomalías del proceso electoral, desde la injerencia política de Estados Unidos —señalada directamente contra el presidente Donald Trump— hasta las irregularidades en el conteo de votos y en la propia declaratoria de resultados.
Durante su intervención, Oliva sostuvo que “solo el pueblo se salva a sí mismo”, advirtiendo que, de no asumirse acciones colectivas de dignidad, el país quedará sometido a intereses corporativos y transnacionales que marcaron los 12 años de gobierno del Partido Nacional (2010-2022).
Una de esas políticas insignias fueron las Zona de Empleo y Desarrollo Económica (ZEDE), puntualmente Prospera Inc., al cual hizo referencia Oliva al calificarlo como “el peor laboratorio contra la humanidad”, orientado a beneficiar a unos pocos y a socavar la dignidad de los pueblos.
A su juicio, la situación de Honduras es “mucho más grave” de lo que se percibe y la declaratoria presidencial representa apenas una prueba para medir la capacidad de resistencia del pueblo. “Confío en que el pueblo es sabio y que solo él puede intentar liberarse”, afirmó, reconociendo que el escenario implica riesgos elevados para quienes decidan movilizarse y enfrentar el poder político y económico.
Oliva llamó a construir un frente común en defensa de la vida y de la democracia, subrayando que, en contextos de crisis, la pasividad sólo favorece a quienes imponen decisiones al margen de la legalidad. “Defender la vida es lo elemental”, sostuvo.
De manera exclusiva para EL LIBERTADOR, la defensora de la vida se dirigió también a la juventud hondureña, a quienes instó a comprender el fenómeno transnacional del crimen organizado y la venta de la soberanía nacional, fenómenos que —según afirmó— se expresan en la injerencia extranjera, la impunidad política y el fraude electoral. “Se necesita conocimiento para alcanzar un alto nivel de conciencia”, recalcó.
Aclaró que su llamado no se limita a juventudes con militancia partidaria, sino a toda persona que sienta amor por el país y esté dispuesta a defender la soberanía. Planteó la necesidad de una respuesta cívica y ciudadana, capaz de señalar a quienes —dijo— han dado “un zarpazo sin precedentes” al proceso democrático y de elevar una voz colectiva contra el fraude y la imposición.
Finalmente, cuestionó la legitimidad de una declaratoria que proclama un único ganador sin claridad sobre autoridades locales ni representación legislativa, calificando el hecho como una “burla” y una “grosería” institucional y afirmó que la resolución incurrieron no solo en un fraude, sino en un “crimen de lesa patria”, agravado por la falta de transparencia sobre el lugar desde donde se anunciaron los resultados, fuera —señaló— del territorio hondureño.
“Hay contradicciones y amoralidades que impresionan”, concluyó Oliva, reiterando que el camino para defender la democracia y la soberanía solo puede recorrerse desde la organización popular y la presencia en las calles.

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