El inspector de policía Kevin Pérez Vargas, de 32 años, no dudó en lanzarse a la crecida de una quebrada en San Pedro Sula para salvar a dos niños atrapados por la corriente. Logró rescatar a uno, pero perdió la vida en el intento. Honduras hoy lo reconoce como un héroe que cumplió su deber hasta el final.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. Vistiendo su uniforme azul celeste, el inspector Kevin Pérez Vargas, subjefe de la Sección de Investigación de Accidentes de Tránsito (SIAT) de la Dirección Nacional de Vialidad y Transporte, salió la mañana del domingo rumbo a su trabajo, como lo hacía desde hacía más de siete años de servicio en la Policía Nacional. Nadie imaginaba que ese día, 14 de septiembre, quedaría marcado como la fecha de su último acto de servicio.
La Secretaría de Gestión de Riesgos y Contingencias (Copeco) había alertado desde temprano sobre las ondas tropicales que provocarían lluvias y chubascos en varias regiones del país. En San Pedro Sula, la jornada comenzó gris y pronto se transformó en un temporal que trajo consigo deslizamientos, derrumbes y riachuelos desbordados.
En medio de esa tarde lluviosa, varios niños jugaban cerca de un quinel en la ribera de la quebrada La Primavera, cuando una repentina crecida los sorprendió. La corriente arrastró a dos de ellos con violencia, ante la mirada impotente de quienes estaban cerca.


Al ver la escena, Kevin no dudó. Movido por su instinto protector, por su vocación como oficial y también por su rol de padre de dos pequeños, se lanzó al agua para intentar salvarlos. Consiguió rescatar con vida a uno de los menores, pero en su intento por alcanzar al segundo fue él quien quedó atrapado en la furia del río.
De inmediato se activaron los equipos de búsqueda y rescate. Durante más de 24 horas, bomberos, policías y vecinos recorrieron la zona con la esperanza de hallarlo con vida. La incertidumbre golpeaba con fuerza a su familia, especialmente a su esposa y a sus hijos, mientras las horas pasaban sin noticias alentadoras.
El lunes, en un punto conocido como Las Pozonas, sector Las Palmas, el cuerpo del inspector fue finalmente localizado, ya sin vida. A su lado, el menor Elvis Eliú Bautista Guillén, de 11 años, continúa desaparecido hasta el momento.


La noticia estremeció al país entero. Kevin Pérez no solo era un funcionario policial, era también un joven de 32 años con sueños y proyectos: acababa de concluir su maestría en la Universidad Tecnológica de Honduras (UTH), donde ya había entregado su tesis. Originario de la aldea La Cuesta, Santa Bárbara, sus compañeros lo recuerdan como disciplinado, solidario y dedicado a la institución.
Su acto heroico fue reconocido incluso por la presidenta Xiomara Castro, quien lamentó públicamente su muerte. La Policía Nacional, en honor a su sacrificio, lo ascendió póstumamente al rango de Subcomisario.
Hoy, Honduras despide a un héroe. Sus restos son velados en su natal La Cuesta, donde familiares, vecinos y compañeros de uniforme lo recuerdan no solo como el oficial comprometido que dio su vida por otro, sino como el padre y esposo que soñaba con seguir creciendo y servir mejor a su país.

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