El Aeropuerto Internacional de Schiphol en Países Bajos fue fundado en 1916 y, desde entonces, ha evolucionado para conectar con 86 naciones de todo el globo terráqueo, cada semana registra más de 4,600 vuelos, siendo uno de los más importantes de Europa.
Redacción Central / EL LIBERTADOR*
Ámsterdam, Países Bajos. El Aeropuerto Internacional de Schiphol, ubicado a unos 15 kilómetros al suroeste del centro de Ámsterdam, capital de Países Bajos, trasciende su función de punto de tránsito aéreo pues se ha consolidado como un punto que conecta Europa con el mundo, sirviendo a un promedio de 65 millones de pasajeros cada año, que lo certifica como un referente de eficiencia.


El aeropuerto fue inaugurado en 1916, en su origen sirvió como base militar durante la Primera Guerra Mundial, pero al terminar la “Gran Guerra” Schiphol evolucionó rápidamente como aeropuerto civil, consolidándose como un centro estratégico de transporte internacional.
Su desarrollo refleja no solo la expansión de la aviación comercial, sino también la importancia de los Países Bajos como puente entre Europa y los demás continentes del mundo, sobre todo Asia y América “sedes” de naciones que son potencia económica.
Y, es que, Schiphol además de tener “afiliaciones” con 78 aerolíneas, recibe y envía vuelos a 86 países; al recibir ciudadanos de todas partes del planeta, el aeropuerto ofrece una infraestructura diseñada para la comodidad: Wi-Fi gratuito, estaciones de carga, salas de reuniones y espacios de “coworking”.
Además, las familias cuentan con áreas de juego y servicios de cuidado infantil, mientras que las personas con discapacidad, de tercera y cuarta edad reciben asistencia integral porque cuentan con personal calificado a lo largo de sus instalaciones y los tiempos de espera son cortos, pues en 2024 el 91 por ciento de pasajeros pasaron controles de seguridad en apenas 10 minutos.


Uno de los mayores atractivos de Schiphol es su conectividad, pues la estación de tren integrada permite llegar al centro de Ámsterdam en unos 15 o 20 minutos, pero también la terminal conduce a otras ciudades holandesas en menos de una hora.
Taxis, autobuses y servicios de transporte privado facilitan el acceso rápido y seguro a cualquier punto del país, mientras que los ciclistas disponen de estacionamientos y rutas directas hacia la ciudad, en sintonía con la cultura ciclista neerlandesa.


El aeropuerto ha implementado sistemas de energía renovable, iluminación LED y programas de gestión de residuos, minimizando su impacto ambiental, tecnología de punta, como el control biométrico, reconocimiento facial y procesos automatizados, agiliza la seguridad y el tránsito de equipaje, ofreciendo eficiencia sin sacrificar comodidad.
Más allá de su función aeroportuaria, Schiphol es un motor económico para los Países Bajos, generando miles de empleos directos e indirectos y contribuyendo de manera significativa al turismo y al comercio internacional; solo en 2024 generó 2,245 millones de euros (casi 70 mil millones de lempiras).


A pesar de lo anterior el director financiero del Grupo Royal Schiphol, Robert Carsouw, advirtió que el flujo de su caja era negativo y que su margen de maniobra financiera es limitada porque, “en 2024, invertimos una cantidad récord de nada menos que mil millones de euros en la mejora de nuestros aeropuertos”.
Para sus pasajeros el modelo de operación y servicios continúa sirviendo como referencia global en la planificación de aeropuertos modernos, donde viajar se siente, literalmente, como estar en una ciudad.
Schiphol es el centro internacional de las aerolíneas más importantes, pues 78 de las más destacadas funcionan en este centro siendo base de las compañías neerlandesas: KLM, Martinair y Transavia, y también de la estadounidense Delta Air Lines; entre otras, destacan: British Airways, EasyJet, Turkish Airlines, Emirates, United Airlines y Qatar Airways.
*Fanny Yanes, enviada especial EL LIBERTADOR.
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