EL ENCANTO DE UNA VIDA “DESCONECTADA”, RUTA DE SANTA CRUZ A SUCRE, BOLIVIA

El toque arquitectónico de la época colonial, adorna las principales ciudades de Bolivia, así en Sucre y Santa Cruz de la Sierra, urbes separadas por 648 kilómetros, con un trayecto que se caracteriza por el ambiente árido y montañoso, una vida diaria lejos de la tecnología, conservando sus tradiciones agrícolas y ganaderas.

Redacción Central / EL LIBERTADOR*

Bolivia. Los techos rojos convergen con la modernidad de los edificios industriales y de apartamentos, desde el aire EL LIBERTADOR atestigua sobre ese encuentro entre la conservación de tradiciones y el desarrollo, no siempre la belleza arquitectónica está en el gris.

El sábado este periódico aterrizó en la bella ciudad de Santa Cruz de la Sierra, aunque con una estancia muy corta, fue suficiente para apreciar la convergencia entre lo ancestral y lo moderno, tiene su propia connotación histórica al igual que la capital Sucre o la urbe que es sede del Gobierno, La Paz.

El espacio geográfico actual de la ciudad de Santa Cruz de la Sierra era conocido por el nombre de “Las Llanuras del Grigotá” por los indios Chanés, una etnia de origen Arawak que inmigró desde el mar Caribe desde hace 2500 años ocupando los llanos del oriente boliviano.

A partir del siglo XVI, la zona fue conquistada por bandas guaraníes que emigraban desde sudeste, actualmente tierras del Paraguay y Brasil. La causa de este éxodo, realizado en varios tiempos, se debe a la búsqueda de la legendaria “Tierra Sin Mal” que, en la mitología guaraní describe un paraíso terrenal, un lugar donde no existe el sufrimiento, la enfermedad ni la muerte.

La ciudad fue “fundada” con su actual nombre el 26 de febrero de 1561 y fue una de las principales provincias para el establecimiento de asentamientos jesuitas, misiones o reducciones indígenas. Debido a la presencia de numerosos pueblos indígenas en la región, muchos de ellos aún resistiendo el avance español, lo que dio paso a un grito libertario en 1810, mucho antes de la independencia del país.

En el trayecto hacia Sucre, EL LIBERTADOR constató la tranquilidad de la zona, alejada del bullicio de la capital y sin conexión a internet, los habitantes mantienen un estilo de vida tradicional basado en la agricultura y la conexión con la tierra.

La región, caracterizada por su tierra árida, montañas cubiertas de nopales y pocos árboles, conserva un paisaje natural donde destaca un río de agua cristalina que, a la distancia, parece teñido de verde por el reflejo del entorno.

Los pobladores se dedican principalmente al cultivo de hortalizas, productos que posteriormente son transportados hacia Sucre para abastecer los mercados locales.

Aunque existe escasa vegetación, destacan los rebaños de cabras que pastan libremente en terrenos secos, pero ese sistema desértico es también un patrimonio, un ecosistema que tiene alto valor para especies endémicas.

Francis Juanez, enviada especial EL LIBERTADOR.

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