La coordinadora del COFADEH, Berta Oliva, cuestionó al Colegio de Periodistas de Honduras (CPH) por comparar a las Fuerzas Armadas actuales con las de la década de 1980. “Se ve que no tienen memoria, que no vivieron lo que era la política y la implementación de la Doctrina de Seguridad Nacional; se ve que solo repiten y tienen una estrategia bárbara, devastadora en contra de los esfuerzos que hay”.
La doctrina militar que espantó a hondureños en esa década, fue retratada por el escritor y activista social, Longino Becerra en el libro “Cuando las Tarántulas Atacan”, de ahí que la sociedad nacional reconozca a jefes militares de esa época y del Escuadrón Paramilitar 3-16 con el mote del arácnido.
Redacción Central / EL LIBERTADOR
Tegucigalpa. “Estoy viendo que hay toda una estrategia para colocar a Honduras como uno de los países más violadores de derechos humanos, y es una estrategia no solo a nivel nacional, es internacional”, advirtió la respetable activista social Bertha Oliva, refiriéndose a los señalamientos contra “figuras” del Estado por “llevarnos” de regreso a la oscura década de 1980.
La coordinadora general del Comité de Familiares de Detenidos Desaparecidos en Honduras (COFADEH) se entrevistó con EL LIBERTADOR respecto a la “alarma” del Colegio de Periodistas de Honduras (CPH), que acusó la exposición que han dado las Fuerzas Armadas (FF.AA.) a comunicadores por divulgar información que la institución castrense ha catalogado como falsa.


Según el CPH, las declaraciones del jefe del Estado Mayor Conjunto, Roosevelt Hernández, sobre un “perfilamiento”, son igual de críticas que las detenciones y desapariciones forzadas bajo la Doctrina de Seguridad Nacional que emprendió el general Gustavo Álvarez Martínez con el sanguinario batallón 3-16.
“¿Cómo se van a comparar la década de 1980 con ahora? Se ve que no tienen memoria, que no vivieron lo que era la política y la implementación de la Doctrina de Seguridad Nacional; se ve que solo repiten y tienen una estrategia bárbara, devastadora en contra de los esfuerzos que hay”, cuestionó la defensora.


Además, mencionó que estos grupos de poder también han maniobrado en foros internacionales como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), para desestabilizar el país, y por ello considera que: “Sería bueno que se revisara inclusive las acciones que ha venido realizando la empresa privada hondureña en espacios internacionales”.
Y agregó: “Desde ahí uno mira que hay una estrategia de los grupos de poder que siempre han tenido el control del país, el control de las instituciones del Estado y que hoy aparentemente no las tienen; están ejerciendo su fuerza para colocar a Honduras como lo que se está manejando ahora”.
Según Oliva, estos sectores que perdieron el control del Estado, están utilizando todo su poder —incluido el mediático— para manipular la percepción nacional, con una estrategia “semi–oculta” para activar toda una red que quiere opacar los esfuerzos que se hace desde el Gobierno en materia de Derechos Humanos.
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Además, la defensora explicó que en la década de 1980 hubo muchas muertes y desapariciones forzadas en Honduras, como resultado directo de una estrategia de represión impulsada por el Estado, especialmente por las Fuerzas Armadas, pero que por fin en la actualidad, hay un cambio en la institución castrense.
Oliva también abordó en exclusiva que, por primera vez, COFADEH ha sostenido acercamientos directos con mandos del Ejército en el marco de la solicitud de apertura de archivos militares sobre las desapariciones forzadas en la década de 1980.


“Hubo una aproximación coordinada, sin interlocutores, donde por primera vez nos sentamos a hablar directamente; es una actitud totalmente diferente”, agregó la defensora, reconociendo que existe voluntad mutua de romper con la impunidad que por décadas ha marcado al país.
Aunque medita que aún hay mucho por hacer en materia de DD.HH., Oliva insistió en que no se puede comparar el presente con la represión sistemática y criminal del pasado, y aunque todavía se ve casos de abusos por elementos policiales y militares, éstos son insignificantes frente a la sanguinaria caceria que se ejecutó contra movimientos populares bajo el régimen de las «tarántulas» como Álvarez Martínez y el Escuadrón 3-16.

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