El Departamento de Estado de los Estados Unidos, invirtió 529 millones de dólares (cerca de 13,500 millones de lempiras), para levantar la nueva sede de la embajada en el bulevar “Los Próceres” de Tegucigalpa; al respecto, analistas abordados por EL LIBERTADOR, han sido contundentes al mencionar que el mensaje que envían norteamericanos es claro: “De aquí no me voy… Este es mi territorio”.
Los expertos coinciden que Honduras es una zona estratégica para EE.UU., no solo por la nueva embajada de más de 36,000 metros cuadrados, sino que debe verse como un complemento a la base militar Palmerola –la más grande en la región, fuera de su territorio–, desde donde se ha gestado la tragedia de América Latina: agresivo intervencionismo y golpes de Estado.
Una embajada, es una misión diplomática –en teoría– cuya presencia en territorio extranjero está amparado en acuerdos internacionales, entre otros, el Convenio sobre Relaciones Diplomáticas, firmado en Viena el 18 de abril de 1961, llamado “Convención de Viena”. No todos cumplen la ley, hay pruebas de sobra que Estados Unidos ha usado las embajadas como herramientas útiles para extender su injerencia, vigilancia, dominio y conspiración en el mundo.
Redacción Central / EL LIBERTADOR*
Tegucigalpa. “En arquitectura, siempre se envía un mensaje, puede ser de orgullo o de sencillez; de tradición o de modernismo”, medita el arquitecto español, Aleix Orengo Hermosa.- Desde finales de 2019, el Gobierno de Estados Unidos (EE.UU.) anunció la construcción de una nueva sede diplomática en Honduras, una gigantesca obra que, a criterio de analistas abordados por EL LIBERTADOR es “demasiado grande” para ser una “simple” embajada, además que “esconde un mensaje subliminal” en su erguimiento, reflejo de las históricas relaciones diplomáticas entre ambas naciones, donde el concepto bilateral suena utópico.- La sede ya fue inaugurada anoche y comenzará su mudanza oficial en los próximos días.
El diseño de la nueva sede estuvo a cargo de la firma de arquitectos, SHoP Architects, enlistada como una de las “oficinas que diseñarán la próxima generación de edificios públicos de Nueva York”, y que ha estado a cargo de diseñar construcciones como el 111 West 57th, un rascacielos de gran altura en “la gran manzana”, conocido por su delgada silueta y diseño distintivo; así como el Barclays Center, el estadio en Brooklyn que alberga eventos deportivos y conciertos, entre otros de igual magnitud.
De igual manera, la ejecución del proyecto recayó en la constructora norteamericana, B.L. Harbert International, con un presupuesto de 529 millones de dólares (casi 13,500 millones de lempiras al tipo de cambio actual).


¿CÓMO ES?
La nueva embajada tiene una extensión de nueve acres, es decir, unos 36,000 metros cuadrados; está ubicada en el bulevar “Los Próceres”, a unos metros del recinto utilizado en la avenida La Paz en Tegucigalpa.
La nueva sede diplomática de EE.UU., tendrá siete pisos para atender asuntos con sus connacionales, autoridades nacionales y ciudadanía para trámites de visado y otros.
La moderna instalación, cuenta con paredes de terracota vidriadas, según se explica en el perfil del proyecto, su diseño está inspirado en la artesanía hondureña y todos los materiales de construcción que revisten al edificio son locales.
La obra se divide en tres zonas ecológicas que representan paisajes naturales de Honduras. En otros aspectos, cuenta con paneles de energía solar, sistemas de tratamiento, reutilización de agua y su diseño se centra en la eficiencia energética.- El contrato para su construcción se realizó en 2018 y la obra esperaba su terminación en 2022, sin embargo, la construcción se alargó.
SIGNOS DE PODER
“Desde mi punto de vista, las infraestructuras también transmiten un mensaje”, expresa el reconocido analista político, Armando Orellana, quien considera que la nueva embajada en Honduras, al compararla con otras sedes diplomáticas de EE.UU. en el continente, queda claro que esa nación envía un mensaje de control en el territorio que históricamente, ha sido un punto geopolítico clave para ellos.
“Hay un mensaje subliminal en esa construcción. Desde mi punto de vista, están diciendo: ‘este es mi territorio, este es, cómo se ha dicho históricamente, mi patio trasero’”. Argumenta que la idea de “república bananera” también se sostiene en ese imaginario, pues no se puede obviar que Honduras posee la base militar más grande de la región (Palmerola), después de Panamá –que en 1989, fue invadido–.
Para dimensionar el mensaje –estudia– se debe analizar distintos momentos de la historia, por ejemplo, que en 1954 el comando que derrocó al presidente guatemalteco, Jacobo Árbenz, salió de Honduras, en el primer golpe de Estado de la CIA en América Latina.


LABORATORIO
Orellana analiza que para EE.UU. posicionarse en Honduras, significa tener un control para realizar operaciones sobre el Pacífico y el Atlántico, neutralizar amenazas y, con efecto devastador, orquestar movimientos de desestabilización –golpes– en países donde se choque con sus intereses.
“Honduras ha sido un laboratorio, en la década de 1980, se experimentó diversas formas de estrategias represivas, como en América del Sur con el Plan Cóndor; en el caso de Honduras, dio como resultado la desaparición de hondureños bajo un esquema de persecución, tortura y otros que aplicaron estos asesores norteamericanos, ya con su base Palmerola”.
El pensador concluye que hay más elementos importantes del posicionamiento de EE.UU. en Honduras, como cuidar los intereses de sus empresas donde influyentes magnates y políticos guardan activos importantes, como con la inolvidable United Fruit Company, muy protagonista en el enclave bananero que originó la gran huelga y lucha sindical en 1954.
MONUMENTAL
Por su parte, el historiador Daniel Vásquez, contempla que siempre al hablar de mega construcciones, “desde la antigüedad ha sido sinónimo de esplendor y entre más alto, más grande, más ancho, entre más adornos, entre más artefactos tiene, resalta más sobre los demás [edificios] y tiene más importancia; entonces, tiene un simbolismo de poder”.


Con esto, el historiador cree que la nueva sede diplomática tiene un trasfondo mucho más profundo y, al igual que el sociólogo Orellana, recurre a la historia para poder explicarlo. “Históricamente, el mayor aliado que ha tenido EE.UU. en la región, sobre todo en Centroamérica, ha sido Honduras. De todos los países, el que más ha tenido esa relación estrecha y una relación desigual, desde mi punto de vista, ha sido Honduras”.
Con actores nacionales o usando otros simbolismos, la nación siempre ha estado subyugada –destaca Vásquez– y cuando una de esas políticas no funcionaba, bastaba con poner “un buque de guerra, ya sea en Puerto Cortés o en Amapala”.
DIGNIDAD
“Para mí, [la nueva embajada] es un símbolo de poder”, reconoce Vásquez, y medita que hoy el país enfrenta un nuevo comienzo diplomático con EE.UU., el cual se caracteriza por la confrontación del Gobierno que preside Xiomara Castro, con la injerencia o imposición de líneas de política exterior que responde a intereses norteamericanos.
“El hecho de tener un Gobierno que cuestiona, que sale a defender o que cuando la embajadora emite sus opiniones en asuntos internos, el canciller sale a desmentirla o le llaman la atención, eso es como como algo inédito y algo totalmente histórico en las relaciones entre ambos países”.
A pesar de la posición digna, sectores se han opuesto a las nuevas políticas diplomáticas hondureñas, no contentos con la falta de subordinación y entrega de soberanía.


DOGU, PESADA
En tanto, el también estudioso de sociedades, Allan Fajardo, considera que: “Uno puede saber la política que se va a implementar según el tipo de embajador que nos mandan y aquí han mandado a pesos pesados de su diplomacia”.
Observa que la política exterior de Castro no ha estado agradando a la embajadora Laura F. Dogu, lo que hace recordarle una anécdota que le contó un excanciller hondureño a quien considera uno de los más dignos que ha tenido el país, y que en una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, Honduras votó diferente a EE.UU. y, “en la primera pausa, el embajador estadounidense llegó donde nuestro canciller y le dijo: ‘señor embajador, me extrañó su votación’”.- Ese cuestionamiento –plantea– llevó a reflexión que el “hondureñito” siguiera la línea del “principal socio comercial”, una naturaleza de sumisión vigente en una esquema de “República Bananera”.
ENCLAVE EXTINTO
Sin embargo, para Fajardo, estamos ante un momento importante en la historia pues, el término despectivo de “Banana Republic”, comenzó a erradicarse del escenario hondureño, desde que el Gobierno de López Arellano (1972-1975), se creó un impuesto para la exportación de banano, “un impuesto extraordinario que lo acordaron entre varios países bananeros de la región”.
Enfatiza que todo terminó de consumarse con la elección de Xiomara Castro como presidenta, porque ha sido su administración la que ha tomado decisiones clave para limitar las relaciones con EE.UU. y su representante en el país.
Entre estas medidas, el cobro de impuestos a grandes petroleras que en el pasado, citando al derrocado presidente Manuel Zelaya (2006-2009), influyeron en el golpe de Estado ante la adhesión de Honduras a la Alianza Bolivariana para los pueblos de Nuestra América (ALBA).


CONSTRUIR PATRIA
El sociólogo Fajardo concluye su análisis, afirmando que la nueva embajada es de “proporciones faraónicas”, recordando el yugo del pueblo hebreo y otros que, bajo dominio de faraones, levantaron monumentos de esplendor.
No obstante, dice que la apuesta de los gobiernos hondureños debe ser una política diplomática no para alejarse de EE.UU., sino para establecer límites dentro del Derecho Internacional y hacer valer sus beneficios como república soberana. “Como dice en el óvalo del Escudo Nacional: Libre, soberano e independiente, es la autodefinición que somos un país libre”.
“Honduras no se quiere alejar de Estados Unidos, pero quiere afirmar su naturaleza de ser un país soberano, y si ese costo lo aleja del ‘cariño’ de la embajada estadounidense, ni modo, es un precio que hay que pagar”. Sentencia que los norteamericanos deben entender y respetar que los países con los que se relaciona, son naciones libres.
*Elaborado por Mauricio Rodríguez
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